El primer juicio oral y público por narcotráfico contra un intendente en el país ha comenzado y, en las primeras jornadas, se ventilaron escuchas y audios comprometedores. Sergio Varisco, Pablo Hernández y Griselda Bordeira intentan despegarse del narcotraficante Daniel Tavi Celis. Pero el pasado demuestra que mantenían una relación que excedía al trato de políticos y puntero barrial. Todavía quedan decenas de testigos y no está todo dicho.
J.A.M.
Como si nunca se hubieran conocido. Estaban a un metro, un metro y medio, y evitaron cruzar miradas. Como si jamás se hubieran hablado. Pero muchos saben que no es así. Podrán argumentar que no hay ni una escucha telefónica entre ambos, ni un mensaje de texto que hayan intercambiado. Podrán sostener que uno no financió, con fondos públicos, el negocio narco del otro. Podrán, incluso, decir que todo fue un malentendido de los entredichos y las peleas que surgen en la práctica de la peor cultura política. La actividad delictiva en común será controvertida en el juicio, pero el vínculo es indiscutible. Muchos saben que esa relación fue más que un pacto entre candidato y puntero, más que una foto con sonrisas de campaña. Por esa puerta de la vivienda de calle Segundo Sombra, a metros de República de Siria, el señor de camisa fue visto entrar en más de una ocasión, y fue observado también en una escena digna de las estereotipadas series narco.
En una habitación en el fondo de la casa, Daniel Celis y Sergio Varisco estaban reunidos. El visitante ocasional e inesperado, había pasado a saludar al Tavi, pero la presencia del entonces candidato lo sorprendió. Aunque más le llamó la atención eran los billetes apilados que recubrían toda la superficie de la mesa. Celis lo recibió con una sonrisa en la cara y lo invitó a quedarse, pero el hombre decidió retirarse en seguida.
Lo que ese testigo, sin la mínima necesidad de mentir, relató a ANÁLISIS, podría ser una escena más de las sucedidas en esa habitación para una serie televisiva, como aquel otro episodio relatado por Luciana Lemos en una de sus declaraciones indagatorias en el Juzgado Federal: “Un día estaba tomando mate y llega Varisco a casa, luego de un mensaje de (Pablo) Hernández (…) Celis estaba muy enojado dentro del dormitorio. Entró Varisco a la pieza y ahí discutieron fuerte. Celis tenía una pistola en la mano, yo me puse mal y me desmayé. Terminé internada en la clínica España. Y no lo mató a Varisco porque yo me desmayé y me tuvo que llevar a la clínica. Celis la pagó de su bolsillo (…) Cuando yo salí de la clínica me dijo que teníamos que ir a un asado con Varisco, en la casa de (Cristian) Silva.
(Más información en la edición gráfica 1105 de la revista ANALISIS del jueves 26 de septiembre de 2019)
