Sofía Arnaudín
Luego de tres meses de gira por Europa junto a los reconocidos acordeonistas Raúl Barboza y Chango Spasiuk, el músico gualeyo dialogó con ANÁLISIS sobre el camino transcurrido hasta hoy ylos brotes futuros, la sensibilidad como guía y maestra, la academia y sus crisis y Chamamé YerokyÑeemboé, expresión en guaraní que nombra su paso por Europa, una cosmovisión de la cultura, una forma de hacer la canción con otros; gira retomará a principios de noviembre.
La música es una consecuencia del paisaje. Cada tanto viene uno y le da una pincelada. Un espinilloregalasus texturas: aspereza de tronco que en la suavidad de sus copitos amarillos compensa; los gorriones bañándose, se levantan en polvareda oscurecida, mientras el sol poniente en el río -cual sea su río-le retoca los brillos; los chivatos arden en verdes, anaranjado enrojecido y el hombre vivo contemplándolo, en sintonía con lo generativo; de sus raíces siendo parte. Más o menos así resuena la palabra del músico gualeyo Nardo González que, radicado hoy en Concepción del Uruguay, dedica sus días a la canción “Yo no sé aún cuál es mi camino.
Es algo que construyo día a día.” Afirma, mientras bebe ese mate que le acerca a su génesis. “Cuando Raúl (Barboza) dijo: “Te acompaño a preparar el mate” Comprendí que ahí había empezado el ensayo.” Cuenta, sobre los inicios de un vínculo chamamecero que hoy lo encuentra llevando adelante una gira por Europa llamada Chamamé YerokyÑeemboé; un rezo que se baila: “ese nombre se lo ponen Chango (Spasiuk) y Raúl (Barboza) en alusión a que la música es indivisible de lo que es la cultura. Sobre todo,la cultura guaraní, litoraleña, que tiene que ver con lo mítico, con lo sagrado, las creencias. El chamamé es indivible de lo que es la danza, el paisaje, la emoción.” reza en diálogo con este medio el músico y docente entrerriano sobre una navegación que tiene como puerto “reivindicar el encuentro y no la imposición de las culturas”, a la vez que dice, a modo de reflexión y lección para quien este creando “No es necesario estar en el centro de una gran metrópolis para ser el lugar donde ocurren las cosas;la poesía más hermosa puede salir de la orilla de un Río Paraná”.
-¿Cuándo te inicias en la música?
-La música siempre fue para mi algo muy familiar. Estuvo en mi casa, en mi barrio. A los 10 años me pongo en contacto con un instrumento, pero la música me llamaba siempre la atención. Bailaba; escuchaba cosas particulares que no sabía bien que eran. El ritmo, lo que ocurría socialmente, las reuniones; cuando se juntaban los grupos a ensayar o en algún bar a guitarrear, pasábamos con mi papá que a él le gustaba cantar tango… Entonces, antes del contacto con el instrumento la música me fue como llamando o supo estar como a modo de espera. No sé si hubo un comienzo de la música, la música estaba antes que yo y yo vine a ser un poco el artífice de lo que ella quiera. Eso me ha dado un vínculo natural y orgánico con el lenguaje de la música.
-¿Siempre supiste que ese iba a ser tu camino?
Yo no sé aún cuál es mi camino. Es algo que yo construyo día a día. Tal vez mirando para atrás podría decir que mi camino es la música, pero siempre tuve muchas cargas emocionales a la hora de decidir lo que es la música, si es mi profesión o lo que quiero hacer por una cuestión de hobbie. Tuve varias otras actividades; hice mucho teatro, me gustaba escribir, después me fui a Buenos Aires a estudiar psicología -hasta peluquería estudié-; después la docencia, que en la música es ser un músico que enseña. Siempre fue un camino que estuvo signado por muchas curvas donde tuve la suerte de encontrarme con grandes músicos y personas que me modificaronentre las cuales aprendí tanto; es un caudal muy lindo el que hoy en día me constituye, lo tengo como un tesoro. El camino se sigue haciendo. No sé si hubiera sido otro; me ha hecho muy feliz lo he hecho con la música.
-De esas personas que te modificaron ¿Cuáles han sido las más significativas?
-Cada persona en su momento es la más importante. Uno con el tiempo puede decir que lo único que hizo esa persona fue decir: “vos tenés mucho por dar”. Solamente eso; no te enseñó un montón de acordes, ni música, pero en ese instante esa persona es la más importante; la que supo encontrar una llave en tu transcurrir. Desde (Ricardo)“Cary” Pico en Gualeguay del que aprendí tanto y aún lo sigo haciendo; mis profesores de teatro como Pepe Piaggio, Daniel Malarino; “Los músicos de la chacra” con “Cary” Pico, luego pasar a un grupo más grande como de orquesta que era “El Molino” de Paraná; en ese momento Tenía 18 años y también tocaba en grupos de bailede campo, de fiesta, carnaval. Se tocaba paso doble, chamamé y había que darle toda la noche porque la gente bailaba a pulso, a sangre; ahí aprendí mucho. Esos fueron mis primeros referentes; después toqué con grupo Magma, conformé un trío con Alejandro Manzoni un pianista de Buenos Aires y después vino la época de tocar con Barboza que fue un cambio importante en mi vida.
(Más información en la edición gráfica 1105 de la revista ANALISIS del jueves 26 de septiembre de 2019)
