El accionar de sicarios en Entre Ríos encendió las alarmas. Detrás del triple crimen de Paraná hay una larga historia de narcotraficantes con desarrollo regional, de la que se desprenden múltiples hipótesis y sospechas. En la causa se agotan los indicios para llegar a los asesinos y los investigadores chocan con el silencio del entorno. Igual panorama que en la ejecución del empresario tabacalero de Concordia, donde las disputas en otro negocio multimillonario se resuelven a tiros por encargo. En la impunidad, crece el peligro de que cualquiera pida un homicidio a motomandados de la muerte.
J.A.M.
La investigación del triple crimen ocurrido en Paraná se encuentra en la encrucijada de las sospechas y la falta de evidencias que permitan identificar y detener a los autores materiales del asesinato, y menos aún a los orquestadores intelectuales. Hay indicios que apuntan al narco con el que hace muchos años se vinculaban los hermanos Cristian y Víctor Hugo Barretto, Germán Velázquez, con quien estaban distanciados desde el año pasado. A su vez quedó en la mira el grupo delictivo que rodea a este prófugo de la Justicia Federal, integrado por viejos conocidos del ambiente de la venta de drogas en Paraná, pero más como posibles colaboradores que como ejecutores de la matanza. Los asesinos, pocos lo niegan, fueron profesionales del sicariato rosarino. No se descarta del todo aquellos que querían ponerle un freno al crecimiento de Germán Herlein.
El principal escollo al cual se enfrentan los investigadores es que nadie estaba siguiendo los pasos de los Barreto ni la presencia en Paraná de un hombre con pedido de captura nacional e internacional como Germán Velázquez, pese a que cualquiera en una fuerza de seguridad, y también en el Ministerio Público Fiscal, sabe quiénes son y a qué se dedican. Como se ha demostrado en casos de similar tenor en otros lugares del país, las pruebas surgen de los seguimientos e interceptaciones telefónicas que se hacían previamente, porque luego de que corrió la sangre, el silencio es un muro contra el que se estampan los que deben esclarecer el caso. A su vez, saben que en un tiempo la venganza llegará y ahí podrán atar cabos, pero esto provocaría una escalada de violencia y muertes sin límites, con el peligro de que salir a matar se instale como la principal forma de resolución de los conflictos que surjan en el ambiente delictivo.
Detrás del acribillamiento de Cristian Barretto, Germán Herlein y Leonardo Morales, hay una larga historia, donde cualquiera parece sospechoso.
Breve reseña histórica
Ninguno de los narcos que aparecen en esta historia son desconocidos por las autoridades. De hecho, fueron nombrados en varias publicaciones de ANÁLISIS en los últimos años con el detalle de las actividades delictivas que desarrollan y las veces que fueron nombrados en distintas causas judiciales, sin que haya sido suficiente para investigarlos y detener tanto la distribución de drogas en el territorio entrerriano como las inversiones en las que blanquean sus ganancias. Según se indicó, desde la Dirección Toxicología no se pudo aportar demasiado para ayudar a esclarecer el hecho, quizás más concentrada en los kioscos de narcomenudeo, aunque esto no los puede privar de atacar los peces gordos del narcotráfico.
(La nota completa en la edición 1117 de la revista ANALISIS del jueves 17 de diciembre de 2020)
