Ana Clara Pauletti es vocal de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Gualeguaychú. Comparte su lectura sobre los cambios de paradigma que se están suscitando en la Justicia provincial, a la que hay que fortalecer como es el caso de la oralidad y el expediente judicial: dos experiencias novedosas que llegaron para quedarse. No obstante, se mostrará muy crítica sobre el flamante instituto de Juicio por Jurados y también expresará su desencanto por aquellos jueces (muchos de Comodoro Py) que no honran el cargo de magistrado por conductas que merecen el reproche ciudadano.

Por Nahuel Maciel

Ana Clara Pauletti es vocal de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Gualeguaychú, donde nació hace cincuenta años. Se define como “hija de la escuela pública”. Estudió en la Escuela Tomás Rocamora, en el Colegio Nacional “Luis Clavarino” y en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Con Fabián Moreno Navarro –también abogado- formó su familia que está integrada por dos hijos: Manuel, ingeniero industrial; y Juan, que también tiene estudios universitarios, trabaja con el padre y se destaca por ser voluntario de varias instituciones.

Tiene dos hermanos y es hija de Tomás Edelmiro Pauletti, quien fue vicegobernador en gran parte de la última gestión de Sergio Montiel, cuando dimitió a ese cargo.

Ana Clara Pauletti viene de una tradición familiar vinculada con las Ciencias Jurídicas, porque su padre, sus tíos, sus hermanos son abogados.

Su madre Susana falleció en 2019 y ella reconoce que ha sido clave para afianzar su vocación primero por la abogacía y luego su vocación por la Justicia y la educación. “Quiero destacar que mi madre fue importante para mi desempeño profesional, porque si bien tengo mucho de la impronta de mi padre; la que me ayudó a desarrollarme profesionalmente por su confianza y acompañamiento fue ella”, dirá con un tono casi quebrado por esa evocación.

“Me gusta destacar esos gestos cotidianos, porque a veces en esta como en cualquier otra profesión no percibimos esos acompañamientos familiares que son decisivos para nuestras vidas”, sostendrá esta vez abrevando en la cultura del agradecimiento. Es que nunca es fácil para un padre saber acompañar la vocación de los hijos, sin invadir la libertad que debe tener una elección para madurar una decisión de vida.

En el diálogo que mantuvo con ANÁLISIS, repasará su vocación y se centrará en su concepción en el servicio de Justicia, mientras que a la par dará cuenta de los cambios que está generando junto a un equipo de trabajo y compartirá dos miradas críticas: hacia aquellos jueces que hacen de su despacho un local partidario y el juicio por jurado al que considera un retroceso en materia judicial.

- ¿Cuándo decidió que su camino era la abogacía?

-Soy la hija mayor y siempre tuve una impronta muy fuerte por parte de mi padre. Especialmente admiro cómo él abrió el camino para la familia en base a su esfuerzo. En nuestra familia sabemos que él se recibió muy joven, a los 21 años, gracias a un enorme sacrificio de mi abuelo para que él como su hermano, mi tío Gustavo, se recibiera de abogado e ingeniero, respectivamente. Mi padre se recibió rápido en parte para alivianar ese esfuerzo de mi abuelo y facilitar el estudio de su hermano. Y el ejemplo del trabajo fue otro aspecto que me influenció. Mi padre hasta el día de hoy se levanta a las cuatro de la mañana para honrar el trabajo.

-Para usted fue natural estudiar Derecho.

-Así es. Podemos decir que fui “formateada” en ese campo. Incluso con el tiempo me di cuenta cómo influyeron también los profesores de la secundaria, que ya advertían mi perfil vocacional.

-Su generación experimentó el diálogo profesor-alumno como una virtud, en el sentido, que el docente podía incursionar por su cultura general más allá de su cátedra específica. Ese diálogo, por múltiples motivaciones, se fue debilitando con las siguientes generaciones.

-Sí. Además, fui una estudiante de la democracia. Fundamos el centro de estudiantes en el Colegio Nacional, y la participación la experimentábamos de manera permanente. Todavía hoy nos cruzamos los que integrábamos esa lista de estudiantes y compartimos, ya casi idílicamente, aquellos años. Fue una etapa muy enriquecedora. Además, provengo de un hogar donde el otro nunca es indiferente y donde el compromiso se asume con responsabilidad.

(Más información en la edición gráfica número 1120 de la revista ANALISIS del jueves 6 de mayo de 2021)