Flavia no es el nombre real de la joven. Tiene 28 años y contó en la Fiscalía de Género de Concordia que fue abusada por su tío materno, desde los 6 a los 12 años aproximadamente. Al encarar su proceso judicial, supo que se tramita otra denuncia por acoso a menores de edad a través de las redes. El acusado fue organizador de una fiesta importante en la ciudad del citrus. 

Natalia Buiatti
 

Flavia se sumerge en la suavidad de las sábanas. Se desliza despacito. Apoya los talones blandos y levanta la cola. Baja de a tramitos y llega al fondo de la cama. Las mantas ya no ajustan tanto como cuando recién se acostó, que estaban ceñidas al colchón. Su cuerpito está encapullado, envuelto en el lugar de descanso. La almohada quedó en el camino, por fuera de la colcha. Extiende un brazo y la agarra, la trae con ella. Olfatea. Huele a shampoo. Se siente a gusto. Es de noche y está cansada. A pocos metros, en otra habitación, su hermano menor reposa con el cuerpo torcido. Está literalmente desmayado. Balbucea entredormido. La oscuridad y el silencio. O los ruidos de la noche. Piensa en los adultos que los cuidan ¿se habrán dormido?

Flavia tiene 6 años. Sus padres salieron. Ella y su hermano quedaron con la abuela matera y un tío de 18. Cada uno está en su dormitorio. Cierra los ojos y su conciencia cede. Comienza a correr una sucesión de imágenes sin demasiado sentido. La película se corta cuando algo pesado se hunde a su lado. Tiene tanta fuerza como para aplastar el colchón e inclinar su cuerpito. Se sobresalta. Fernando le susurra al oído. Le dice que se quede tranquila, que duerma. Ella se incorpora, se mueve a un lado de la cama y le hace lugar. Se recuesta y vuelve a cerrar los ojos. Intenta dormir pero no puede. Él apoya una mano en su pancita y la pasa por su bombacha. Ella se asusta mucho. Se queda paralizada. Él dice que no pasa nada malo y le pide que lo toque. 

La situación se repite una y otra vez, siempre en ocasión que la niña queda al cuidado de su abuela. Con el tiempo, los tocamientos se vuelven accesos carnales. Flavia tiene 9 o 10 y su tío la abusa desde hace años. Personas del entorno cercano sospechan la situación. De hecho, en algunas oportunidades abrieron puertas de sopetón. Hasta el propio papá de la niña llegó a advertirle, a modo de regaño, que ya es “grande” y no puede jugar con el tío “a los manotazos”.     

Fernando es el hermano más chico que tiene la mamá de Flavia. Su nombre completo es Fernando Pablo Ferrer Barboza y actualmente tiene 38. Abusó de su sobrina por varios años, en la casa de su hermana y en la casa de su madre. Ultrajó a la niña hasta que empezó a menstruar. Se convirtió en diseñador gráfico y se inscribió en el Registro de Proveedores de la Municipalidad de Concordia. Nunca dejó de vivir con su mamá, es decir con la abuela de Flavia. Se metió en el negocio de la noche e integró la organización de la fiesta “Disfrazate”.   

Flavia guardó el secreto durante años largos. Lo escondió como mugre debajo de la alfombra. Decidió despojarse de esa mochila el día que escuchó rumores de acoso en redes sociales. Fue el año pasado en una reunión familiar. La pareja de su mamá comentó que Fernando estaba molestando chicas por internet. Entonces rompió en llanto y dijo que de niña, cuando quedaba al cuidado de su abuela, Fernando la abusaba sexualmente. El círculo íntimo la contuvo y la acompañó a tomar terapia psicológica. Esa instancia activó un proceso de sanación que recién inicia. De a poco va compartiendo recuerdos, imágenes, memorias que quedaron estampadas y por mucho tiempo guardó para ella sola. La sensación es ambigua, es como liberarse de un peso enorme, lleno de culpa y vergüenza, que al mismo tiempo angustia y transforma el escenario en un terreno incierto. 

“Me animé a hablar, como lo cuento en la denuncia, porque circulaba el comentario que Fernando estaba acosando a unas chicas. Estábamos en un ámbito familiar reducido, estaba mi pareja y me animó a hablar. Después empecé terapia, en febrero me decidí a denunciar. Sabía que esa era la única manera de llegar al objetivo, es decir que él pague por lo que hizo. Es eso o la venganza, la justicia por mano propia. Y aunque un proceso judicial sea lento, la justicia y la denuncia es la única manera”, reflexionó Flavia en diálogo con ANÁLISIS. “Es un modo de cerrar todo esto que escondí debajo de la alfombra por 20 años, eso que escondí y salió a la luz. La única manera de cerrar es haciendo lo correcto”.

Proceso judicial

La primera vez que Flavia contó a su familia la historia de abuso fue el año pasado. Estuvo alrededor de un año haciendo terapia. En febrero, después de un viaje, volvió decidida a presentarse en la Justicia. Esperó un informe psicológico que llegó en junio. Entonces llamó a su abogada y se fue a tribunales. Era viernes de tarde. El turno de la fiscal de Género, Evelina Espinoza, ya había terminado. La funcionaria se estaba yendo cuando apareció la chica con su abogada. Decidió volver y escucharla.  
 

(La nota completa en la edición gráfica 1126 de la revista ANALISIS del jueves 18 de noviembre de 2021)