La pianista entrerriana presentó su último libro de partituras “Entre Ríos, música de mi terruño”, dedicado a piezas entrerrianas de raíz folklórica, y se encuentra trabajando en su último material discográfico. En diálogo con la Revista ANÁLISIS repasa momentos medulares de su vida y su carrera reencontrándose con un ideal colectivo que la trasciende. Agradece las nuevas miradas, los nuevos paradigmas que limpian y abrazan la libertad por la que luchó siempre.
Por Sofía Arnaudín
Una casa de habitaciones iluminadas con aroma a café y bizcochuelos recién horneados nos guía hacia la música interior de Silvia; esa donde se sienten los procesos, los aromas, los matices; la risa y el frenesí, pero también la soledad; el silencio de realidad con una misma. “A mí me gusta tomarme mi tiempo, que las cosas maduren. Después, solito llega un momento que sí está listo para acelerar. Pero creo que hay que instalar la capacidad y la necesidad de reflexión en la vida”, dice, la pianista y compositora, Silvia Teijeira.
“La música y la cocina tienen eso, son un hecho de creatividad y amor”, agrega, mientras brinda el alimento que es el encuentro en sí mismo.
El piano está sentado en un riconcito. Silvia lo enfrenta, con el mate enredado entre sus dedos. La música popular litoraleña y latinoamericana, de raíz folklórica, acompasa el andar de estas horas. “Está en mí el deseo de decir cosas”, afirma, en un mundo que encuentra fresco y renacido. La paz interior también es un acto colectivo y la vida le enseñó a ejercerlo para siempre.
Silvia Teijeira es música, compositora, arregladora y pianista oriunda de Federal. Se dedica a la música argentina de raíz folklórica en piano solo y recita. Se formó con músicas y músicos argentinos de gran trayectoria artística y docente. Asistió a las clases de Graciela Greca y Marcela Martínez; Carlos “Negro” Aguirre, Hilda Herrera y Raúl Barboza, entre otros. Estudió Derecho tres años, pero siempre fue la música el verdadero camino y se recibió del Profesorado de Música con Especialidad Piano de la Escuela de Música, Danza y Teatro “Profesor Constancio Carminio”, en Paraná.
En diálogo con ANÁLISIS repasa momentos medulares de su vida y su carrera reencontrándose con ese ideal colectivo. Agradece las nuevas miradas, las revisiones históricas, los nuevos paradigmas que limpian y abrazan la libertad por la que luchó siempre. “Entre Ríos, música de mi terruño”, un libro de partituras versionadas para piano que engendró con un solo fin: divulgar, preservar, capitalizar el conocimiento de las músicas nuestras. Las vísperas de un nuevo disco, la familia elegida, de un alma siempre en movimiento.
-Hace muchos años que vivís en Paraná. ¿Qué te trajo hasta acá?
-Vine a hacer la escuela secundaria como pupila, en el Cristo Redentor. Fue entre el año ‘78 y ‘82. Ahí fuimos armando un grupo, vinculado a los sacerdotes tercermundistas, con una mirada social fuerte. Era la época de la dictadura militar; hacíamos trabajos comunitarios en el barrio Villa Mabel y Salomón. Éramos como una familia. Ese momento fue muy importante para mí. No solo por encontrar una mirada común de lo social con el cristianismo, sino también en la formación, porque nos leíamos todo. Mientras, iba a piano con una de las Hermanas que daba clases en el Cristo. Era muy rígida. En ese momento yo quería tocar folklore. No quería saber nada con los preludios y fugas; hoy los aprecio; en ese momento era lo que había. Aun así, agradezco haber podido estudiar piano. Además, en la secundaria estaba Malena Caraffa (docente de música, directora coral); era genial, todos los años nos hacía hacer obras. Era fantástica porque siempre nos alentó a todos. Pude vivir la música de muchas maneras, siempre con esa mirada colectiva.
(La nota completa en la edición gráfica número 1129 de la revista ANALISIS del 13 de abril de 2022)
