Toma sus propias decisiones. Baila tango, hace teatro, canta, aprende a tocar la guitarra y escribe poemas. Facundo Butta es el ejemplo de que una discapacidad no impide hacer una vida llena de buenos momentos. En dialogo con Análisis contó cuáles son sus sueños y cómo es eso de escribirle al amor.

Claudia Martinez

Muchos lo ven pasar temprano. Puntual. De saco, un caballero, llega a horario a su trabajo en  Casa de Gobierno, y se retira puntual. No vive demasiado lejos de allí. Facundo Butta tiene síndrome de Down lo que no impide para nada que su vida social y de aprendizaje sea normal. Estimulado desde muy chico, sus padres lo enseñaron de tal forma, que toma sus propias decisiones.

Con 46 años, dice que su infancia era como la de cualquier chico común.

“Yo hacía lo mismo común como cualquier chico. Fui a una escuela especial, la del Cemi, después a ASPSID, y Apana”, cuenta mientras se acomoda en el comedor de la casa que comparte con sus padres.

-¿Y qué te acordás de esa vida de la escuela?

- Bueno, bien, no me acuerdo. Todo lindo.  No había escuela para integrar a los chicos con discapacidad,  no había. Entonces a los 27 años, quería empezar la primaria en una escuela común. Por mi propia voluntad. Fui, me anoté...

-¿Vos querías empezar, por tu propia voluntad, la escuela primaria?

-Primaria y secundaria. Y fui a la primaria. A la 25 de Mayo.

-¿Y cómo te trataban?

- No, no, ahí me trataban de igual a igual, Después hice la secundaria. Ahí mismo, también. También tiene secundarianocturna. A la noche se llama Victoriano Montes. En calle Monte Caseros. Esa escuela que la arreglaron un montón de veces. Ahí mismo.

Las escuelas especiales que lo albergaron le enseñaron todo lo que sabe. Sumado a la gran estimulación que le brindaba su familia, lo transformó en un hombre desenvuelto, con propias elecciones,  y con una gran calidez.

“En las otras escuelas que fui iba a aprender muchas cosas también. Había talleres, oficios. Aprendí cerámica también”, dice, siempre sentado, juntando las manos y parándose cada tanto para servirse una rica limonada hecha por Claudia su mamá, su mentora, su apoyo permanente.

Facundo baila tango, escribe, algo que más adelante contará en detalle.

-¿Y escribís?  Contame de eso. ¿Qué te inspira para escribir?

- Nada. Me gusta escribir.

-¿Y a quién le escribís, por ejemplo?

-No, escribo por... porque me gusta escribir, me gusta... hacer cosas de la.de la cultura. No tengo problema por... porque me sale solo.

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1160, del día 29 de mayo de 2025)