
Leonardo Airaldi está a punto de ser enviado a dos juicios en la Justicia Federal por narcotráfico, en Santa Fe y en Paraná. Además de las pruebas sobre drogas, en la causa entrerriana se plasmó la obsesión por las armas de fuego, las conexiones en este rubro en Rosario y, otra vez, sus vínculos con las fuerzas de seguridad. Casi una obsesión por tener armas de guerra y balas siempre a mano.
José Amado
En la madrugada del 22 de julio de 2022, efectivos de Gendarmería Nacional interceptaron una camioneta VW Amarok en calle Gorritu al 5.600 de la ciudad de Rosario. Le pidieron la documentación personal y del vehículo al conductor, aunque ya sabían quién era Leonardo Roberto Airaldi, porque lo venían siguiendo desde hacía un tiempo. Pensaban que se dirigía a llevarle drogas o armas a uno de los narcos de la banda Los Monos que en aquellos días se disputaba a tiros el territorio de los barrios Ludueña y Empalme Graneros. Droga no tenía, pero armas y municiones le sobraban. Incluso una pistola que pertenecía a la Policía de Entre Ríos. Aunque luego en esta investigación no se llegó a demostrar una actividad de comercio de armamento, el productor agropecuario de Diamante iba a quedar expuesto en diversas situaciones de tenencia y compra de fierros, que incluso salpicaron a personas cercanas a él. Hoy está a un paso de ser enviado a juicio por narcotráfico junto a otras 14 personas, donde también aparecen armas de fuego como parte natural de cualquier escena.
“Soy un agente inorgánico de Inteligencia de la Policía de Entre Ríos”, les dijo Airaldi a los gendarmes aquella madrugada a las 3.20, en una zona picante de Rosario, frente a un taller mecánico. Aunque parecía una excusa para zafar del procedimiento, los uniformados advirtieron que una de las pistolas figuraba en el registro de la ANMAC como perteneciente a la fuerza de seguridad provincial. Desde entonces, en Rosario lo tienen a Airaldi como un narcopolicía, lo cual ha profundizado la desconfianza mutua entre las fuerzas de cada provincia al momento de cruzar información para distintas investigaciones sobre narcotráfico.
En la puerta del conductor, había un pistola calibre 9 milímetros, sin marca ni denominación a la vista que tenía una munición en su recámara y 11 municiones en el cargador, así como también otro cargador con siete balas. En el sector de la caja de cambios, Airaldi llevaba dos cargadores, ambos con 13 municiones cada uno, también 9 milímetros. Sobre el asiento del medio, en la parte de atrás de la camioneta, había un maletín con un arma de fuego marca Glock, con número de serie, calibre .22 sin cargador, dos cargadores sin municiones y un adaptador y manual de instrucciones. En una mochila había una bolsa con 13 balas, un cargador con diez municiones, dos cargadores con 14 balas más cada uno, todas del calibre 9 mm., así como 65 proyectiles calibre 40que estaban en su caja comercial, y otras 35 municiones .32 que también estaban en su caja, como comprados en algún comercio legal.
Airaldi no iba solo en la chata, sino que lo acompañaban Jimena Irupé Burne (su novia, una joven oriunda de Strobel), Zulema Beatriz Troncoso (de Diamante) y Lucas Alejandro Peralta (rosarino). Llevabanalgo de cocaína para consumo personal y prácticamente una farmacia: ocho pastillas de Vimax Flash 50 (utilizado para la disfunción eréctil), seis jeringas y agujas, cinco tabletas con 138pastillas de Clonazepam, una tableta con cuatro pastillas de Calmador Tramadol (analgésico opioide), una tableta con cinco pastillas de Tranquinal (para la ansiedad), una ampolla de Bendadryl, siete de Claxicamin y otros medicamentos de venta libre. Además, había una balanza de precisión, 360 dólares y 151.960 pesos. En el acta de procedimiento los gendarmes dejaron constancia que Airaldi reconoció como propias dos armas de fuego, dos cargadores y una mochila, y que exhibió solamente credencial de arma Nº 7120548, correspondiente a la Glock.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1160, del día 29 de mayo de 2025)