La política, opaca y poblada de errores no forzados

No existe debate. La ausencia de posturas claras sobre temas de interés común, potencia el desinterés ciudadano. No desapareció el riesgo de baja participación en las elecciones del próximo 26 de octubre, más allá de los porcentuales registrados en las de Corrientes o de la provincia de Buenos Aires, donde se disputaron cargos locales. Cambios sociales de la post pandemia modificaron la percepción popular y persisten confrontaciones que ahondan la grieta en detrimento del diálogo. El desinterés se consolida porque no se asumen compromisos y la dirigencia se repite decidiendo sin compulsas (hay excepciones). Están ausentes, desde hace mucho, los proyectos. Se reduce todo a la definición de un enemigo. Es agotador y, lamentablemente, contribuya debilitar el sistema.
Por Néstor Banega
Entre Ríos, aunque no parezca, transita una campaña electoral. Sin narrativas que confronten, se redujo todo a la mínima expresión. No hay riesgo de sofocón para los candidatos y, salvo alguna expresión aislada -sin eco- sigue sin aparecer la refriega purificadora.
Los partidos se han diluido de tal manera que ya ni siquiera utilizan sus denominaciones originales o símbolos y buscan, con la lógica virtual, llamar la atención sin presentar dilemas en los observadores.
Se privilegia el contacto con acólitos, lo que evita tener que explicar demasiado o enfrentar temas espinosos. No se logra conectar con el presente. Todo se parece demasiado a las últimas dos o tres campañas. Aburrido, sin roces.
Se evita la posibilidad de enfrentarse y, por sobre todas las cosas, equivocarse. Los errores propios son muchas veces los que determinan ganar o perder. Andar en el sigilo, sin ser advertidos, construye opacidad.
Hace un tiempo atrás mencionamos lo precario de un panorama de identidades diluidas. Es el marco que da un sistema reconfigurado en tiempo récord.
Un entrenador de candidatos, Yago De Marta, explica que “los partidos ya no compiten con otros partidos. No compiten por las ideas, compiten por la atención. Compiten contra apps (programas para dispositivos) con miles de ingenieros detrás. La primera batalla es la atención. Y las apps les enseñaron el camino: la facilidad de procesamiento y el placer inmediato. Puedes elegir otro camino si quieres, pero nadie te va a ver”.
Es, quizá, un compendio de época bien entendible. Encierra lo que acontece a nuestro alrededor: mucho entrenamiento y poco contacto con el ciudadano de a pie, ese que no transita las cercanías de alguna agrupación o el identificado ferozmente con alguna postura.
Esta forma de andar la política, ese espacio esencial donde se gestionan conflictos y avizoran salidas, tal vez sea redituable para los candidatos, pero a la larga es lo que termina debilitando el propio sistema. Habilita que cada tanto surjan cuestionamientos a la democracia.
Quedó atrás un tiempo y se transita otro menos rígido, volátil. El escenario se recrea, descontextualiza, y no necesariamente para mostrar un círculo virtuoso, sino más bien todo lo contrario.
Elección a conciencia
Optar es un problemón. Decidir a quién apoyar no es fácil, conlleva responsabilidad. Los entrerrianos debemos elegir quienes serán nuestros representantes en el Congreso Nacional. No es tarea sencilla.
Será en ese espacio de representación donde estarán en juego cuestiones determinantes para nuestro futuro mediato. Está en tensión mucho más de lo que se dice.
Para dimensionar la importancia del dilema a enfrentar, recordemos lo que pasó hace poco y puede ser similar al trabajo del próximo año en las Cámaras legislativas.
Todavía está fresca la imagen que dejaron las discusiones parlamentarias alrededor de una serie de proyectos de alto impacto. Hacía mucho que esto no se daba.
La emergencia en discapacidad, la situación del hospital Garrahan, distribución de fondos a las provincias o mejoras para los jubilados captaron la atención. ¿Sirvió para tener una dimensión de la necesidad de actuar responsablemente al elegir quienes deben ocupar las bancas? Quién sabe.
Lo que pasó mostró que aquello que parece tan alejado tiene efectos concretos sobre nuestra vida diaria. Se expandió claramente a través de las expresiones de las personas con discapacidad y sus familias, que contaron en primera persona como impactó en su vida una decisión de gobierno.
Es verdad que en los últimos años el punto de contacto con el accionar del Congreso solo fueron algunos escándalos, los que acrecentaron la valoración negativa sobre el funcionamiento e integrantes de los hemiciclos. Los perdimos de vista.
Se diluyen mucho más por el poco esfuerzo desplegado por los propios legisladores para revertirlo. Más bien, todo lo contrario. Muchas veces se automutilan.
Decidir quienes estarán en esos espacios para que mejore la situación de todo el pueblo entrerriano, o al menos no se deteriore, es central. Hay que enfrentarlo con determinación.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1164, del día 18 de septiembre de 2025)