Gualeguaychú: en los cuatro sábados de enero casi 80 mil personas vibraron con el Carnaval

La comparsa Marí Marí del Club Central Entrerriano, inauguró la cuarta noche del Carnaval del País. Crédito foto: Prensa Carnaval.

La comparsa Marí Marí del Club Central Entrerriano, inauguró la cuarta noche del Carnaval del País. Crédito foto: Prensa Carnaval.

Por Nahuel Maciel

(De ANÁLISIS)

 

Más de 20 mil personas disfrutaron en el Corsódromo “José Luis Gestro” de Gualeguaychú el paso de las cinco comparsas que disputan el trono de la edición 2023 y al mismo tiempo quieren evitar quedar desplazadas para la edición del año que viene.

A pesar que las últimas 24 horas el cielo volvió a amenazar con “aguar” la fiesta, nuevamente el Carnaval se impuso a ese designio y ratificó que, a mal tiempo, buena cara como enseña el saber popular. Es más, la cuarta noche será recordada por lo agradable y por haber estado “arropada” por una oportuna brisa que dio una bocanada de aire fresco que disipó la humedad y el calor.

Enero se despidió a todo ritmo y si bien quedan seis noches (4, 11 y 25 de febrero más los tres feriados del Carnaval que serán el 18, 19 y 20), está claro que se comienza a vivir un tiempo de definiciones y donde la competencia se mostrará más equilibrada para algunos y más determinante para otros.

Anoche se tuvo la particularidad que también se pudo vivir la fiesta en el Corsódromo por internet a través de la cuenta oficial del Carnaval del País en YouTube, del mismo modo que se observó a Rocío Oliva, entrenadora de fútbol femenino y ex pareja de Diego Maradona, realizando notas para su programa que se emitirá por la señal Net TV.

Se fue enero y de acuerdo a la Comisión del Carnaval casi 80 mil personas disfrutaron de estas cuatro primeras noches: 23 mil en la inauguración del 7 de enero; 15 mil en la segunda del 14 de enero, casi 20 mil en la tercera del 21 de enero y anoche también aproximadamente 20 mil personas. Por eso no hay en el mundo una celebración igual que la que se vive en Gualeguaychú cuando se danza al ritmo del Carnaval del País.

Se trata de una fiesta donde se aclama –como respuesta- al esfuerzo humano y a la pasión. Donde el talento artístico y la sensibilidad por la trascendencia permite percibir el inabarcable arco iris de sensaciones que facilitan el diálogo entre la imaginación, la fantasía, el ensueño y la realidad.

No es solo la épica del Corsódromo “José Luis Gestro”. En el predio de la antigua estación ferroviaria, sus antiguos andenes reviven en el coro y en la danza que se transmiten desde las tribunas. Pero, también ese fervor se replica en las adyacencias, cuando por las calles del barrio, por las esquinas, por los cordones de las veredas, se encuentran las huellas de una historia que nunca termina de ser narrada.

Es indudable que se está ante uno de los festivales y puestas en escena más importante a cielo abierto en la Argentina e incluso en gran parte del planeta. Con una inversión de más de 200 millones de pesos, con más de 1.200 personas en escena, indudablemente es una ópera artística que se exhibe a cielo abierto.

Es una celebración donde se conjuga la alegría con la historia: porque el Carnaval –a no dudarlo- se alimenta de raíces culturales que reflejan cada uno de los clubes que compiten en esta edición. Se trata de la pasión humana al momento de compartir o narrar una historia en particular. Son diez sábados donde el festejo es pura sensualidad; donde las formas más alucinantes se convocan –casi de la mano- a través de los trajes y las plumas centelleantes de colores, y que danzan para rendir tributos a otras expresiones como la música, la plástica y especialmente al amor por aquello que se hace y se es.

El Carnaval es al mismo tiempo democrático y anárquico, donde las personas se abrazan para festejar sin importar a qué clase social se pertenece. Por eso, es una fiesta de la inclusión. Gualeguaychú celebra y tiñe la noche con un único color: la alegría.

Se trata de expresar elementos renovados que de manera crítica representan un aspecto de la realidad. Cuando en el Corsódromo suenan sus comparsas, la música no se limita al estallido de la euforia ni a los ademanes desatados del jolgorio, sino que es un formidable espacio creativo para transmitir conocimientos con valor. He ahí las voces solistas, pero también los coros; he ahí al público siguiendo sus letras y ritmos, como pidiendo más y más. Y cuando todo parece quedar atrapado en el silencio, aparecen las palmas, los espontáneos coros a capela y de una tribuna a otra –casi como en un diálogo- se recorre la sonoridad de cada propuesta.

Ahí están cada una de las comparsas, con cada una de sus carrozas, con cada escuadra, con cada cuadro coreográfico, con cada batucada, con cada vestuario y en cada desplazamiento se invita al público a percibir la sublime sensación del arte compartido.

Nunca más adecuada la definición de arte sinfónico. Se trata del resultado de un esfuerzo colectivo y descomunal que se realiza los 364 días del año: diseñar conceptualmente el tema, elaborar los movimientos precisos para el desfile por los 500 metros de la pasarela, y prestar cuidada atención a todas las formas, es una labor que se corona cuando se intensifica aquello que se está interpretando: el Carnaval del País es una referencia a nivel mundial y se vive en Gualeguaychú.

Por eso cada comparsa tiene en sus presentaciones cifradas las cuatro evaluaciones que realizará el jurado durante las diez noches: vestuario, carrozas, música y desplazamiento.

Como se indicó, este año la inversión total es poco más de 200 millones de pesos (a razón promedio de 40 millones de pesos por comparsa). Pero ese dato económico es insuficiente para percibir la magnitud de esta fiesta. Porque más allá de su importancia económica, el Carnaval del País tiene una profunda como extensa repercusión entre los vecinos y visitantes. No es solo fiesta y celebración: es también una herramienta con alto impacto social donde se promociona el arte, donde se transmiten las manifestaciones culturales de la ciudad y la región. Donde la inclusión y la diversidad son ejes centrales y trasversales a la propia creación carnavalera: esto es así desde sus más remotos orígenes. En el Corsódromo se vive el prodigio de compartir sin barreras raciales, sociales y de género.

Es cierto: no hay entrega de las llaves de la ciudad a un Rey Momo ocasional; también es verdad que las mascaritas ni los arlequines hacen falta para representar la teatralidad veneciana. Aquí, cada comparsa es una historia que se cuenta reflexionando en conceptos, donde el tema elegido es narrado en base a movimientos e imágenes, porque el Carnaval del País es un mensaje y una sensación que para transmitirlos no alcanzan con las palabras.

Su samba tiene mucho de ritual como de artístico: una mezcla cristiana y pagana, una tradición tan africana como americana, un arte tan local como universal. Eso es el Carnaval del País.

Los disfraces, las vestimentas, el baile, el colorido, los desfiles, las canciones, los ademanes, es la manera de celebrar, el de ser parte de la huella de los antepasados y también de la memoria de saberse libres. El Carnaval del País es huella y memoria, vestigio y presencia; es –en definitiva- un conjunto de estremecimientos irrepetibles.

 

El orden del desfile

 

Minutos antes de las 22, la voz del Corsódromo, Silvio Solari, anunció lo que se venía y lo hizo con su característico contagio de pasión carnavalera y con un tono vibrante compartió lo que se iba a vivir.

El orden de desfile de las comparsas y el título de su temática fue el siguiente: Marí Marí (Central Entrerriano) con “Enérgica”; O’Bahía (Club de Pescadores) con “O’Bahía Rock”; Papelitos (Club Juventud Unida) “León”; Ará Yeví (Club Tiro Federal) “Indiferentes” y Kamarr (Centro Social y Cultural Sirio Libanés) “Impulso. ¡Un grito de conciencia!”.

 

Marí Marí "energiza a un país"

 

Marí Marí siempre se hace fuerte en la pasarela y cuando le toca inaugurar la noche, desde las tribunas se renueva ese ritual de adhesión y pertenencia. Dirigida por Emanuel Pérez, en esta cuarta noche se mostró más armónica que las veces anteriores; con un vestuario mucho más prolijo y que se lució mejor.

La banda “Toque de Samba” unida o fusionada con la batucada “Batería Aplanadora” que dirige Mauro Andrada no logra articularse. Es una pena, porque la propuesta goza de originalidad, pero eclipsa los talentos de una banda musical muy contagiosa y desperdicia la capacidad de su batucada.

De todos modos, la puesta en escena (a cargo de Lino López y Natalia Miño) permite percibir mucho mejor la temática propuesta. Y anoche, fue claro que “se sintió en el aire” que Marí Marí “volvió a latir”.

O´Bahía es “Rock”

 

La comparsa dirigida por Fabián Scovenna tuvo un notable crecimiento, donde esta vez se pudo apreciar mucho mejor la coreografía y la puesta en escena.

“La O´Bahía Oficial” es la banda musical que anoche hizo vibrar al Corsódromo; al tiempo que el desplazamiento de sus integrantes permitió que se luciera más la puesta en escena que mantuvo un buen ritmo a lo largo de los 500 metros de la pasarela.

La batucada “Ritmo Demoledor” –comparativamente- tuvo una destacada actuación e incluso brilló más que sus pares de otras comparsas. La fusión que la guitarra eléctrica logra con la batucada hace brillas las almas y los corazones se encienden a medida que se desenvuelve la danza de Luciana Sekaf como pasista. Por eso se llevaron todas las ovaciones.

Papelitos es “León”

 

La comparsa del Club Juventud Unida es dirigida por Juan Villagra y propone una temática titulada “León”, en un claro homenaje a ese grande del carnaval y del arte como es Juan Carlos “Juancho” Martínez.

El niño que hace de León se gana cada aplauso y cada ovación a medida que transita por el Corsódromo. Anoche lo hizo de manera impar a pesar de su brazo enyesado que casi nadie notó. Pareciera que su cuerpo flotara, aun cuando sus pies marcan un ritmo intenso o cuando lo hace de manera suave, un movimiento tan elegante como distinguido, bien felino.

La comparsa del Decano se destaca por el nivel de sus carrozas, tanto la del niño como la de “Juancho”, cuyos movimientos (el pestañear en uno y el hablar en el otro) permiten apreciar mucho mejor cada uno de sus detalles.

Nada está demás y todo se presenta de manera equilibrada. La banda “Furia del Oeste” expresa técnica y pasión; mientras que la batucada se luce por sí misma y se ilumina aún más con los movimientos de su pasista, Candela Gómez.

Ará Yeví: “Indiferentes”

 

Ará Yeví (Club Tiro Federal) presentó “Indiferentes”. La propuesta de Leandro Rosviar crece sábado a sábado.

Su narrativa explica que, por el afán depredador, ávido de riquezas materiales, todo se ha destruido. “No hubo plantas ni árboles que dejaras en pie. En épocas de indiferencia, todo se acelera. Nuestra indiferencia nos destruyó, nuestra era llegó a su fin. ¿Será este el momento de abrir los ojos, mirar a nuestro alrededor?”.

Anoche fue notorio como su vestuario cobró otra dimensión y el arte de Nicolás Collazo permitió que la coreografía fuera apreciada en toda su profundidad y extensión.

A pesar que el público comenzó a despoblar el Corsódromo, especialmente aquellas personas mayores de edad y muchos matrimonios jóvenes con hijos muy pequeños; la batucada dirigida por Leo Stefani y la pasista Marisol Sánchez lograron la adhesión sin fisuras de la tribuna.

Kamarr es “Impulso” y un grito a la conciencia

 

Dirigida por Mario Martínez, la comparsa Kamarr (Centro Cultural y Social Sirio Libanés) presenta el tema “Impulso, un grito a la conciencia”.

“La Azul y Negro” ni bien ingresó a la pasarela hizo recordar para qué se estaba en el Corsódromo. Las tribunas despertaron al ritmo de las palmas y acompañó esta propuesta que también tiene ansias de disputar un lugar en la edición 2023.

Si bien las carrozas no brillan como sus competidoras (especialmente Papelitos y Marí Marí), su batucada “Batería de Gualeguaychú” le compite a cualquiera de ellas y la pasista Noelia Mouzo hace un despliegue que es reconocido por todas las tribunas, sin excepción.

Se fue enero y dejó un grato recuerdo, un claro perfume de carnaval. Con la llegada de febrero, esta fiesta ingresará a su mes más intenso; no sólo por lo que implica el Feriado del Carnaval (18, 19 y 20) sino por las noches que quedan y que serán decisivas para el futuro de las cinco comparsas. Se trata de un tiempo donde se comprende mejor por qué el festejo eterno del Carnaval se vive en el Corsódromo de Gualeguaychú.

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