En Ahora Cero Radio, la abogada de las víctimas, Estela Esnaola expresó que Gustavo Rivas “no debería tener comunicación con redes sociales; no debería tener contacto, como tampoco deberían tenerlo la mayoría de las personas que están presas en Argentina. Esa es la realidad”
“La única modificación que tiene es que lo cumple la condena en su casa. Es decir, un narcotraficante de Rosario, por ejemplo, que se comunica y da órdenes tiene la misma entidad”, ejemplificó y agregó: “Está las mismas condiciones que estaba en la cárcel. La única diferencia que hay con la persona interna en una cárcel, es su domicilio. Nada más. El régimen es exactamente igual”.
Por otra parte aclaró que algún abogado o alguna víctima podrían realizar el reclamo y debería comprobarse que fue el propio Rivas el que hizo uso de la red social. Inclusive podría hacerse una queja ante Facebook y solicitar el cierre de la cuenta. “Tiene que tomar parte la Justicia y el juez que estaba a cargo de la ejecución penal”, aclaró Esnaola y añadió: “Tiene que tener una sanción”. Asimismo, advirtió que el condenado por corromper menores “supuestamente lo pasaba mal; y me parece que tan mal no estaba por lo que escribe”, según se publicó en Ahora El Día.
Respecto de una posible sanción, la abogada dijo que podría recibir “una advertencia o directamente revocarle la prisión domiciliaria y volver a la prisión común. Es decir, el estado en el que él está no es definitivo. Puede volver en cualquier momento”.
Por otra parte, Esnaola recordó la gravedad de los delitos de Rivas y aseguró que “cuando nosotros decimos, en materia de abuso y corrupción, que hay personas que quedan marcadas de por vida; o cuando hablamos de robo de infancias o adolescencias, es verdad, es así. La vida es un antes del abuso. Imaginen lo que significa para los padres de esas criaturas, para el entorno familiar. Es un antes y un después”.
“Las convenciones internacionales sobre los derechos del niño, siempre toman al niño y al adolescente con una protección especial porque son personas que no se pueden defender; no saben qué es lo que le están haciendo y cuál va a ser la repercusión a futuro en su psiquis”, dijo.
Y antes de cerrar, concluyó: “Rivas se manejó siempre con una personalidad totalmente delictiva y narcisista. Es sumamente narcisista porque si escribió ese texto o no, está esperando que se hable permanentemente de él. Hace 15 días se hablaba de su libertad, ahora se habla de esto y dentro de 15 días va a ser otra cosa”.
El polémico posteo de Rivas, conmovido por un perro
El condenado por corrupción de menores y facilitación a la prostitución volvió a su prisión domiciliaria, y con eso, recobró varios de sus beneficios. En un texto que sería de su autoría, relata la historia de un animal alejado de su familia.
El texto en cuestión se titula “Memorias de un presidiario” y a continuación se reproduce completo:
“Si bien el título de la serie podría traer alguna reminiscencia de Fray Mocho, como ‘Memorias de un Vigilante’, de ningún modo pretendemos compararnos con el célebre autor gualeguaychuense. Al contrario, sólo establecer diferencias: el libro fraymochesco volcaba la rica experiencia de su paso como empleado de la policía capitalina. Esto en cambio, vuelca algunos relatos colectados en un tiempo más breve y desde un lugar mucho más humilde, casi despectivo, como el de preso.
Y con la aclaración previa de que este contenido es absolutamente real, vamos al grano.
‘Tito’, el perro preso
La fidelidad y apego de los perros hacia sus dueños, es admirable y a menudo, emotiva. ¿Quién no se ha conmovido, al ver los perros en la puerta de los hospitales, velando por algún enfermo?
¿O durmiendo eternamente en sus tumbas de los cementerios? ¿Quién no se emocionó hasta las lágrimas con el caso de Hachiko, el perro japonés que esperó a su dueño once años en la puerta de la estación?
Pero de Tito no es menos admirable.
Vivía con su familia en un campo del Departamento Tala. Es mestizo, aunque conserva algo de ovejero alemán. Fue criado por su dueño, al igual que su madre y abuela. Su vida transcurría entre ese campo y una chacra distante a 10 km.
Cuando fueron al campo a detener a su dueño, el perro no se enteró por estar en la chacra. Pasaron las horas y su inquietud era creciente: se la pasaba yendo y viniendo a la chacra, cada día con más desesperación.
Advertida la familia del drama de Tito, resolvieron llevarlo en la primera visita y allí marchó. El reencuentro fue emocionante para ambos y Tito se quedó quince días con su dueño. Pero la segunda visita, finalizó con un inconveniente inesperado: cuando los familiares emprendían el regreso, el perro no se dio cuenta de que su dueño se quedaba y salió corriendo detrás de la camioneta.
Nadie lo vio ¡y a los trece días Tito apareció nuevamente en el campo, distante a casi 300km!
Pero como lo no encontró, nuevamente se pasaba yendo a la chacra, hasta que un día desapareció. Advertida su familia de lo que podía ocurrir, lo publicaron en las redes, lo que tuvo sus resultados: muchos vecinos del posible trayecto desde Tala a la Cárcel 9, les iban dando noticias de haberlo visto pasar. Ante ello, emprendieron el viaje y finalmente lo encontraron en Aldea San Antonio.
Luego lo llevaron a la Unidad 9. Allí no sólo obtuvo el premio de reencontrarse con su dueño, sino algo más importante: el permiso de sus autoridades para quedarse allí.
Y desde entonces Tito es un preso más, querido por todos y trabajando con su papá en las mismas tareas que hacía en el campo: cuidar los animales.
Y a todo esto: ¿Cómo hizo para orientarse en ese viaje de 13 días y luego, en la mitad del trayecto inverso?
Los humanos no lo sabemos.
Pero el perro es perro”.