Juan Cruz Varela
–Ministerio de Trabajo, buenos días.
–Hola, mi nombre es Laura. Llamo para denunciar un caso de trabajo infantil. Resulta que en la Plaza Alberdi hay un nene que no tendrá más de 6 años que se pasa todo el día vendiendo flores. Está todos los días ahí y pasa muchas horas en una situación de desamparo total.
–Ay, pobrecito… habría que hablar con algún funcionario.
–Sí, claro. Yo estoy llamando porque vi los carteles que han puesto para erradicar el trabajo infantil y quería informar de este caso.
–Claro, por eso, habría que hablar con algún funcionario.
–…
–Lo que pasa es que a los chicos en situación de calle los ampara la ley de supervivencia…
–¿Vos te escuchás lo que estás diciendo? La ciudad está llena de carteles invitando a denunciar en forma anónima y me hablás de una ley de supervivencia…
–Y sí… pobrecito el nene. Deberíamos hablar con algún funcionario.
–Bueno, gracias. Chau.
El diálogo que se transcribe es real. Es el frustrado intento de una ciudadana paranaense por informar a las autoridades sobre un caso de trabajo infantil en pleno centro.
La respuesta no solo indigna. La invocación a una tal “ley de supervivencia” se da de bruces con la interpelación que el mismo Ministerio de Trabajo de la provincia hace a los ciudadanos a través de cartelería en la vía pública y todo tipo de folletería. Pero sobre todo refleja una profunda ignorancia de la operadora respecto de los derechos que les asisten a los niños, niñas y adolescentes, en una provincia que se presenta a sí misma como “precursora en la erradicación del trabajo infantil”.
Es que el mismo organismo, en su página oficial, explica que “el trabajo infantil es toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niños/as que no tienen la edad mínima de admisión al empleo o trabajo, o que han finalizado la escolaridad obligatoria, o que no cumplieron los 18 años si se trata de trabajo peligroso”.
(Más información en la edición gráfica número 1003 de ANALISIS del jueves 5 de junio de 2014)
