Por A.S.

—Bueeeenas. ¿No se aburre, ahora que terminaron los Juegos Olímpicos?
—Para nada. ¿Cómo aburrirse en una provincia como la nuestra y en un país como la Argentina, que a cada momento nos dan temas para el sobresalto?

—Podría haber dicho: “en un mundo como el que vivimos”. ¿No le parece? Yo no creo que sea una propiedad exclusiva de nuestros pagos... Ni una especie de mandato divino
—Tiene razón. Yo tampoco pienso eso. Era una forma de decir, nada más.

—Ahora, ¿usté lo decía por algo en particular?
—Por muchas cosas en particular. ¿La última? Hay que felicitar al gobernador...

—¿Por?
—Porque echó al titular del EPRE, al abogado Marcos Rodríguez Allende, por defender a delincuentes.

—Ah sí, yo ya lo felicité. ¿No le conté?
—No. Pero, ¿y si mejor lo felicitamos cuando eche de su gabinete a los acusados de delitos que tiene como funcionarios y no sólo al funcionario que los defiende como abogado?

—¡Je! Tiene razón. Pero pensándolo bien, quizás es pedir mucho. No se olvide de que el principal de esos es el hijo del que lo puso en el cargo.
—Claro. Por eso lo digo.

—Igual, hablando del EPRE, también podría haberlo rajado antes por defender los tarifazos.
—¿Qué tarifazo? Si acá lo único que hubo fue una actualización porque los precios estaban atrasados. Atrasadísimos.

—Está siendo irónico, ¿no?
—En parte. Porque supongo que es cierto que las tarifas subsidiadas de los porteños estaban atrasadas, pero resulta que los precios de los servicios son diferentes en el interior. O sea, son más caros. En algunos casos, muchísimo más. Y, como siempre, estos gobiernos nunca diferencian cuando ajustan. Eso es en lo único que son igualitaristas: hacen pagar lo mismo a los ricos que a los pobres, a los que ya venían pagando precios elevados con aquellos que pagaban 2,50 y andaban en patas y remera en Puerto Madero. O incluso más. Peor, todavía.

(Más información en la edición gráfica número 1045 de ANALISIS del día 25 de agosto de 2016)