Por Gracia Jaroslavsky (*)

Hoy, 3 de mayo, es el Día Mundial de la Libertad de Prensa y la UNESCO ha elegido una frase que me ha parecido muy oportuna para celebrar sus principios fundamentales: “La información como un bien común”.

Hoy también es el cumpleaños de César Jaroslavsky, un hombre de la prensa y de la política que practicó en su vida este principio del bien común. Y de pronto en mi cabeza se juntó el pasado y el presente, la vida como ejemplo para una buena muerte; la libertad, a la que a veces entendemos como un principio individual y sin embargo es un principio colectivo. No hay libertad posible si no es un bien común.

En estos convulsionados tiempos que nos toca vivir, donde los cambios y la incertidumbre se han transformado en una constante, donde el ahora es lo único que existe. Tiempos en que la humanidad por la fuerza está internalizando la muerte como parte la vida, la inmediatez, lo intrascendente de lo material, de la pertenencia, todos valores instituidos por la sociedad moderna que se hicieron añicos ante una brutal intervención que el hombre no controla.

Lo nuevo, lo desconocido se impone y frente a ello lo único que queda es el bien común, pero el bien común puede aparecer lesionando nuestros acostumbrados privilegios de seres individuales luchando cada uno por su supervivencia. Hoy somos todos, la conducta de uno afecta a todos.

Entender entonces la idea del bien común, aquello que debemos aceptar en función de la comunidad toda y no en función de nuestros intereses, es el principal desafío. Pero lo común no se construye desde la pelea, desde la crítica, desde la superioridad, desde el privilegio.

Lo común se construye desde el desprendimiento, desde la ausencia de ego, desde la solidaridad, la empatía, el acuerdo.

Todas estas cuestiones son tan ajenas a la sociedad actual y están tan alejadas de los valores de esta época que, para aprehenderlas, ha debido ocurrir una pandemia.

Nosotros hemos provocado la enfermedad, así como provocamos la enfermedad en nosotros mismos, cada uno en su cuerpo vive las consecuencias de sus oscuridades, la humanidad toda vive hoy las consecuencias de la oscuridad que colectivamente ha alimentado con guerras, destrucción, negligencia, egoísmo, fundamentalismo y cuántas miopías más…

(*) Diputada provincial (UCR)