
El viernes pasado el presidente estuvo en el Jockey Club y les pidió a los empresarios que arriesguen, que inviertan. (Foto: Infobae)
Ernesto Tenembaum
Michael Stott es uno de los periodistas con mayor experiencia en cobertura internacional dentro del equipo del Financial Times, uno de los dos medios financieros más influyentes del mundo. En los últimos años, está encargado del bureau latinoamericano, lo que explica que viva en Río de Janeiro. Tal vez por eso haya empezado así una nota que publicó el lunes pasado sobre la situación económica argentina. La oración completa decía: “Es invierno en el hemisferio sur, pero los argentinos acuden en masa a las playas de Río de Janeiro, lo que pone de manifiesto un problema para el presidente Javier Milei y su cruzada para hacer que la Argentina vuelva a ser grande”.
La nota se tituló: “La riesgosa apuesta de Milei por un peso potente”. Tuvo escasa repercusión local, pese a que refleja un desafío muy exigente que deberá afrontar el equipo económico: la creciente desconfianza en la comunidad financiera internacional sobre la consistencia del plan Milei. Dado que el éxito del plan depende de la afluencia de inversiones locales y extranjeras, sería decisivo entender por qué se ha instalado ese escepticismo. ¿Son mandriles? ¿O hay un problema de fondo?
Los argumentos de Stott han sido bastante recorridos por el debate que rodea al plan económico casi desde su arranque. Pero vale la pena reproducir algunos de ellos, aunque más no sea para percibir que los cuestionamientos internos se expresan con contundencia también desde fuera del país.
—“Los turistas que beben caipiriña forman parte de un éxodo mayor. Más de 8,4 millones de argentinos viajaron al extranjero en los primeros cuatro meses de este año, un 68% más que en el mismo período del año anterior. Se benefician de un peso tan fuerte que ha transformado viajes al extranjero, antes costosos, en gangas, y ha generado un gran agujero en la cuenta corriente del país”.
—“Con el peso aproximadamente un 40% más fuerte frente al dólar en términos reales, las importaciones se han disparado, las pequeñas empresas atraviesan dificultades y el desempleo ha alcanzado su nivel más alto en cuatro años”.
—“A pesar del deseo, frecuentemente declarado por Milei, de transformar Argentina estatista en un modelo de libre mercado, los jefes ejecutivos no están abriendo sus billeteras”.
—“Ramiro Blázquez, estratega para América Latina de StoneX, afirma que a Milei le faltan dos elementos cruciales en el camino a las elecciones: dólares y consenso político. Blázquez estima que, según una estimación conservadora, el déficit por cuenta corriente aumentará a US$ 8.000 millones en el tercer trimestre, ya que los nerviosos argentinos se entregan a su pasatiempo favorito: comprar moneda estadounidense como cobertura antes de las elecciones”.
Pocas horas después de publicada, la nota fue retuiteada por Brad Setzer en su cuenta de X. “Nice piece by Michael Stott”, escribió. Setzer es un influyente economista norteamericano que trabajó muchos años con Nouriel Roubini, célebre por haber pronosticado la mega crisis del 2008. Setzer y Roubini son reconocidos expertos en crisis financieras. Una parte importante del mundo Milei sigue la cuenta de Setzer: entre ellos, Federico Furiase, Emilio Ocampo, Diana Mondino, Emilio Ocampo o Fernando Marull. Ni el Financial Times, ni Brad Setzer, ni la agencia de inversiones StoneX que cita Stott en su nota son comunistas, al menos para una percepción normal del mundo. Si el universo se dividiera en dos mitades, una que representara al pensamiento ortodoxo y otra a la heterodoxia, estarían del mismo lado que Milei.
Pero el problema no se circunscribe a la repercusión de una nota del Financial Times. En todo caso, por bueno que sea, un periodista puede equivocarse. El tema es que esa nota expresa dudas similares a las que nutren informes como el del J.P. Morgan, que recomendó hace diez días a sus clientes que desarmaran las posiciones argentinas. O a las que rodean decisiones como la de la calificadora Stanley Morgan, que mantuvo a la Argentina en el grupo de países etiquetados como “standalone” (están solos). Y todo eso, finalmente, se expresa en el riesgo país en 770 puntos, una advertencia demasiado seria para ser ignorada.
En el fondo de esta percepción está, claro, el nivel del tipo de cambio. Ese es el elemento estructural. Pero en los últimos tiempos, el equipo económico, incluido el presidente Javier Milei, ha incorporado detalles que, por decirlo de alguna manera, no colaboran. El riesgo país colapsaría, dijeron. Pero no para de subir. El dólar bajaría a 1000, pronosticaron. Subió a 1.300. Las reservas treparían a 50 mil millones. Están apenas por encima de 40 mil. ¿Qué pasaría con el paciente si se tratara de un cirujano que erra por semejantes magnitudes?
Durante varias semanas, además, el equipo económico entretuvo al país con el anuncio de un nuevo blanqueo, o algo así, para que los argentinos sacaran los dólares del colchón. Ocurrió lo contrario: fue récord la compra de dólares, muchos de ellos para sumarlos al colchón. El propio Luis Caputo sumó en este contexto un desafío innecesario a la ley de la gravedad argentina: “Si pensás que el dólar está barato, comprá campeón. No te la pierdas”.
En medio de todo esto, el mundo financiero se sacudió esta semana por la imprudencia con que el equipo económico desarmó un instrumento financiero llamado LEFI, abandonando los pesos devueltos a la suerte del mercado, que giró hacia el dólar. Para frenar la corrida, debió subir violentamente la tasa de interés, con los efectos negativos que eso tiene sobre la actividad económica y sobre el creciente endeudamiento del Estado.
Hasta los propios expresaban su perplejidad ante la mala praxis en la red social X. Para explicar lo que ocurría, encima, los Caputo boys fueron a un programa de streaming conducido por un personaje que, hace apenas una semana, difundió mensajes que pedían a Milei que sacara los tanques a la calle, repartiera armas y bombardeara el Congreso. Es dudoso que un equipo del nivel del PSG pueda manejar la situación económica argentina. Pero si las tres anclas se parecen a los tres chiflados, seguramente sea más complicado.
Hay una discusión muy profunda sobre lo que está ocurriendo en la Argentina. El Gobierno sostiene que el equilibrio fiscal, al final del día, ordenará todo: que eso explica la caída de la inflación y que eso explicará un rebote sostenido de la economía. En la vereda opuesta se apilan quienes piensan que la inflación está baja en parte por el orden fiscal, pero que además hace lo suyo un dólar que solo se sostuvo en estos meses gracias a un ingreso de fondos que no se repetirá: por el blanqueo, por el carry trade o por el endeudamiento. Ese esquema, para ellos, está por tocar fondo.
Si los primeros tienen razón, solo es cuestión de esperar que la magia suceda. Si la tienen los otros, la Argentina deberá enfrentar un cambio de reglas en poco tiempo: una devaluación que traerá una inflación más alta o una recesión dolorosa, o ambas situaciones a la vez.
El viernes pasado el presidente estuvo en el Jockey Club y les pidió a los empresarios que arriesguen, que inviertan. Es la enésima vez que lo hace. Parece cada vez más un ruego. Apenas ganó las primarias, Milei dio un discurso donde dijo que la justicia social es una inmundicia y desafió al mundo empresario: inviertan ahora que está barato, les dijo. Desde entonces, fluyeron inversiones financieras, pero no productivas. La inversión extranjera directa está en pisos históricos. En los últimos días, además, aparecen señales de que el flujo es inverso al que desea el presidente. Carrefour busca irse del país, las empresas fabricantes de toallitas femeninas y termos anuncian que se convertirán en importadoras. ¿Tendrá todo eso algo que ver con el nivel del dólar y la apertura indiscriminada? ¿No se irán muchas reservas en ese recorrido? ¿O solo se explica por la debilucha amenaza kirchnerista?
Esta historia, obviamente, continuará.
Ahora pareciera que arranca un recorrido que se complica hasta las elecciones. En el horizonte aparecen los fantasmas que agitó Alejandro Fantino ese día que fue desmentido a coro por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, el ministro de Economía, Luis Caputo, y hasta por él mismo: el dólar por encima de la banda, el riesgo país por encima de los mil puntos. Luego vendrían tiempos felices: Milei arrasaría en las elecciones y, con la nueva relación de fuerzas, todo empezaría a andar bien.
Quién sabe. Milei, como todo presidente, pero aun más, es un hombre de muchas vidas. Y hasta Michael Stott, el periodista del Financial Times, también cree que podría tener al menos más: “Aún existe un mundo en el que Milei triunfa en las elecciones, actúa con rapidez para desmantelar el tipo de cambio sobrevaluado y acumula reservas, atrayendo así más inversión. Pero, siendo Argentina como es, los riesgos siguen siendo altos”.
(*) Infobae