Pedro Aznar llegó al Teatro 3 de Febrero para celebrar sus 50 años con la música.
El domingo por la noche el Teatro 3 de Febrero fue el punto de encuentro para una celebración histórica. En el marco de su Gira 5.0, con la que festeja 50 años de carrera, Pedro Aznar volvió a Paraná y encontró un teatro repleto, con entradas agotadas y una energía desbordante.
Apenas subió al escenario, Aznar agradeció cálidamente al público y recordó que esta era una de las últimas presentaciones del tour, lo que generó un aplauso inmediato y emotivo. Entre los rostros se mezclaban sus seguidores de toda la vida con un público joven que, cada vez más, se suma a su obra.
Desde las primeras canciones, la comunión fue total. La sala pasó del silencio concentrado a los coros espontáneos que acompañaron cada clásico. Los temas de Serú Girán encendieron una vibración particular, un estallido de memoria compartida que unió generaciones. Hubo momentos en que el teatro entero cantó a la par, confirmando que esas canciones siguen intactas a pesar del paso del tiempo.
Durante el concierto, Aznar también se dedicó a introducir cada tema y a hacer algunas reflexiones sobre el contexto social. Y advirtió: “Los medios de comunicación son manipulados para adormecernos. Hoy la democracia, la dignidad humana y la vida misma están en peligro”.
Uno de los momentos mágicos de la noche llegó cuando Aznar invitó a “imaginar un cielo de estrellas”. Sin necesidad de explicaciones, los asistentes encendieron sus celulares y la sala se iluminó con cientos de puntos blancos moviéndose en la penumbra.
La interpretación de “A primera vista” fue sostenida por un silencio casi sagrado, que se rompía en el estribillo sumando voces del público.
Los temas más rítmicos levantaron al público, que despidió el concierto de pie, pidiendo un bis que el músico concedió con entusiasmo.
Pedro Aznar le regaló a Paraná una noche de emociones compartidas, confirmada en el aplauso interminable del público. Para cerrar, un músico de excelentísimo nivel y orgullo nacional agradeció la calidez de la sala, y la retribución llegó en forma de un bis que coronó la noche.



