Este domingo 17 de octubre todos y todas deberíamos ir y hacer pata ancha en todas las Plazas de la Argentina. En cada pueblo y ciudad, en las 23 provincias. En primer lugar para celebrar el Día de la Madre, que coincide esta vez con el 76º aniversario de la gesta popular más poderosa de este país. Y que está viva, pero es necesario resignificarla.

Este 17 es una ocasión inmejorable para contribuir con presencia masiva a pedir que se enderecen los rumbos diversos que parecería haber –es sólo una hipótesis, pero atendible dadas las circunstancias y lo que tanto menean los charlatanes de la telebasura– entre las máximas autoridades políticas de esta nación: Cristina y Alberto. Es menester que el pueblo que los votó y sostiene sea capaz de ayudarlos a delinear el Modelo de Estado que quiere y necesita la sociedad argentina, reconociendo sus mejores tradiciones, sí que también los yerros que es urgente corregir. Porque no hay nada en el mundo que en algunos momentos no sea menester enderezar. Y eso implica también definir las Acciones de Estado, a corto, mediano y largo plazos para que ese modelo funcione a satisfacción de los muy pronto 50 o 55 millones de habitantes de esta tierra prodigiosa, hoy en ruinas si por ruinas entendemos la mitad de la población con hambre, sin casa ni trabajo, y maltratada como pocos pueblos del planeta.

Por eso esta convocatoria deviene de la autoridad moral de las Madres de Plaza de Mayo, así como de Abuelas e innumerables colectivos que han hecho de la Memoria, la Verdad y la Justicia el sentido mismo de sus vidas y acciones. Con ellas y ellos habremos de encontrarnos este domingo, para rodearlas con amor y decisión de lucha, pacífica y en democracia, porque en esta grave hora de tremendas presiones internacionales y visibles claudicaciones locales, es de vital importancia la presencia y acompañamiento del pueblo argentino en cada plaza del país.

Estar con las Madres este domingo será compartir con nuestro pueblo la disyuntiva de hierro de esta hora: de cara a las elecciones de noviembre, decirle a cada compatriota, por ejemplo, lo siguiente: Ciudadano/a: no vote a quienes van a eliminar las indemnizaciones por despidos y a recortar todos los derechos sociales que usted todavía tiene. No vote a quienes volverán a eliminar el Ministerio de Salud porque no les importa que “se mueran los que tengan que morir”. No vote a quienes entregarán nuestras Islas Malvinas porque les “parece bien” que sean inglesas. No vote a quienes volverán a endeudarnos por cientos de miles de millones de dólares como cada vez que gobernaron en dictaduras y también cuando llegaron a gobernar en democracia.

Son incorregibles. Son corruptos de trajes caros y autos de alta gama, y son ignorantes y brutos porque están viciados de tanto dinero que tienen, que no lo hicieron trabajando sino rapiñando y lo amarrocan en cuevas y bancos fuera de la Argentina.

No vote a quienes con tal de ganar más millones seguirán destruyendo la Industria Argentina que nos enorgullecía. Como seguirán entregando nuestros granos y ganados, nuestros recursos minerales y nuestras aguas y humedales. No vote a quienes no les importa la Soberanía Nacional sobre el río Paraná y todo el sistema hídrico natural, ni la Costa Atlántica, ese tesoro que también están llevándose. No vote a estos tipos y tipas, no se dispare un balazo en los pies y otro en las manos.

O sea, paisano/a, amiga/o, conciudadano/a, usted que sí ama a este país tanto como cualquiera de nosotros los que trabajamos para ganar el sustento familiar, no vote por el pasado. Ya lo vivimos y mire cómo estamos. Y es claro que no ignoramos que también hay chorros entre los nuestros. Sabemos muy bien, como usted lo sabe, que también hay ladrones y corruptos en muchas oficinas públicas y en todo funcionariado, como los hay en mercados, comercios, tiendas y pequeñas industrias. Es la naturaleza humana. No hay que negarlo. Pero sí decir que son minorías y que no son la regla, como sí son regla los saqueadores que chupan la sangre popular.

Tampoco vote a esa caterva de tipos y tipas promocionados por la telebasura y que verá en boletas el día del comicio, porque también son el pasado y son especialistas en mentir, igual que los infames Mentimedios. Y a los cuales sólo se escarmentará cuando cambiemos completamente la llamada “Justicia”. Ésa en la que hoy usted y casi ningún argentino/a decente cree.

También por eso ir a las plazas será un modo de reclamarle al gobierno que de una vez libere a Milagro Sala. El Presidente puede disponer un indulto basándose en el artículo 99, inciso 5, de la Constitución Nacional, que es la Ley Suprema y otorga al Poder Ejecutivo esa facultad. Habrá cuestionamientos, pero si quiere, puede. Y si no, que convenza al Zar jujeño. Pero para Milagro, la libertad. Por eso también hay que ir a las plazas. Y así de paso se hablará menos de reforma laboral y más de reforma constitucional, que ya es urgencia.

Hay que ir a las plazas para recordarle al Presidente que por su cargo tiene competencia para nominar un magistrado/a para cumplir la tarea de juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Y que además en toda la historia constitucional argentina, desde 1853 solamente dos mujeres han integrado la Corte en democracia, nominadas por el presidente Néstor Kirchner. Y también sugerirle que por una vez sería atinado que la composición de la nueva CSJ incluya una clara mayoría de juristas de provincias, que los hay excelentes.

Por cierto, esta columna sabe que además AF tiene ya en sus manos una sabia propuesta sobre la Corte, presentada recientemente por un reconocido catedrático constitucionalista, en la que se le sugiere "discutir abierta y pluralmente en el Congreso la necesidad de ampliar la cantidad de jueces de la CSJ, con la propuesta concreta de regresar a 9 jueces como hizo la Constitución de 1853”. Y también le sugiere que para esa discusión y sanción –que sólo puede hacerse por ley o reforma constitucional– el Presidente ejerza la iniciativa legislativa para configurar la ampliación, que es atribución del Congreso. Y en caso de que se aumentare a 9 el número de magistrados, se los llame “jueces".

Y también hay que ir a las plazas el 17 para pedirle al Presidente que por favor eluda participar de "mesazas" con banqueros, empresarios explotadores y sindicalistas domados, al menos en consideración a que con lo que cuesta un banquete para 20 gordos en Casa Rosada puede comer durante toda una semana un barrio entero. Palabra de compañero, no de adversario ni contrera.

O sea, paisano/a, amiga/o, conciudadano/a que ama a este país, prepárese para votar por su futuro, pero un futuro mejor, que es el que anhelamos. Y en el cual coincidiremos con toda la gente honesta, derecha, laburadora de este país. La inmensa mayoría.

Mucho hay para proponer y cantar el domingo 17 en todas las plazas del país. Es muy importante la presencia activa y alegre –aunque cueste– del pueblo argentino en esta ocasión. Aunque pocos y en familia, en cada ciudad y en cada pueblo se reafirmarán la paz, la democracia y los valores que son urgencia en las gravísimas circunstancias que atraviesa hoy nuestra Patria. Y quizás así ayudaremos a que Alberto y Cristina completen el mejor gobierno para el gran despegue. Todavía se está a tiempo. 

(*) Periodista, publicado en Página12