Por Hernán Rausch (*)

Hace pocos días trascurría en evento de gran importancia y concurrencia para la imagen de la Iglesia, la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal.

También trascendió por los medios que el Papa, fuera de su agenda, se reunió nuevamente con víctimas de abuso sexual eclesiástico en ese país, escuchando las lamentables historias.

Las víctimas sobrevivientes estamos hace tiempo en una amarga espera, hartos escuchando flácidos discursos de sus representantes, que demoran las tan esperadas aplicaciones de sanciones para señalar y dejar de manifiesto las irregularidades que existen y existieron en los distintos procesos, para así sin tapujo,  admitir y revelar desigualdades para formalizar,  de alguna manera, un acto de justicia para los damnificados, ya sin ninguna necesidad de comprobar, sino aludir a aquellos que, consiente, sabían lo que hacían y cómo, y a la vez incoherentemente.

Han faltado y faltan el respeto desvergonzadamente, primero como ser humano, luego a su vocación de pastor y guía, aprovechando y abusando de niñas y niños, junto a la confianza de las familias.

Se comprenden los tiempos que llevan estos procesos, pero a modo de ejemplo, en el caso del Seminario, debemos recordar y reiterar que ya hubo una investigación en la década del 90, un juicio civil penal por el año 2018 y un nuevo juicio administrativo realizado de parte de la Iglesia. En todos estos procesos la sentencia fue, culpable.

¿Por qué tantas demoras en las distintas apelaciones? ¿Existe alguna cuestión de fondo? Basta de especulaciones.

Debo insistir en tener presente que en estos casos existen actores de edad avanzada, y un veredicto sin sus actores involucrados presentes en este mundo, justicia humana, no es justicia, es escarnio a los valientes denunciantes.

No me extrañaría que alguien dijera que se está esperando que uno, como víctima denunciante, vuelva a las filas católicas. Quiero decirles que no se puede regresar de donde uno nunca se fue. Fe, defensa y compromiso.

Sigan con sus sermones, pero asimismo deberían tener actitudes que repriman con voz, coraje, ímpetu y contundencia, acciones ilógicas dentro de la Iglesia; pecadora sí, pero consciente. Algunas actitudes los hacen corresponsables.

Si la verdad de lo que se profesa interpela su actuar, ya no depende de nosotros, sino de sus conciencias.

Las actitudes valientes de muchos sobrevivientes han manifestado la fe y congruencia al hablar cuando han podido, han contado y rechazado estos atropellos en la niñez. Han logrado quebrar y denunciar estas obras maléficas.

Pero ustedes autoridades eclesiásticas: ¿Qué manifiestan con sus actitudes? Parece perseverar la escuela del desinterés, minimizar, esconder, silenciar.

Es válido cuando decimos que no se pretendan cambios cuando los que nos pastorean, nos guían, son los mismos, en los mismos lugares, aferrados al sillón, cómodos y en confort.

Nuestro representante y jefe católico, religión que profeso, el Papa Francisco, por estos días, ha nombrado un sujeto muy cuestionado en la opinión pública, a la hora de dar fallos respectos en la temática de abusos sexuales, cuestiones que atraviesan de forma trasversal a la Iglesia Católica. Sin embargo, lo llama a integrar un nuevo organismo vaticano.

Se están volviendo cada vez más lastimosas y lamentables algunas designaciones papales, sorprende la falta de acierto sobre la sensibilidad de los fieles, en nuestro caso argentinos, que estamos viviendo tiempos de angustia y desconcierto.

Estos son los movimientos que defraudan cada vez más “…nos sentimos heridos y agobiados…” burlados.

Su Santidad, con todas estas noticias, ya no sabemos si queremos que nos visite. Al menos estos años guarde respeto y consideración por aquellos que algún día nos ilusionamos con su visita, también personas que ya no están.

Todos estos años se concentró en especulaciones políticas, siendo que Usted primero es pastor, luego jefe de estado.

Se soñó ver nuevamente un Papa en Argentina, no solamente eso, Un Papa argentino, oriundo de esta tierra bendita, aún no se ha concretado. 

Aunque tengamos el Papa, el himno más lindo del mundo, el mejor jugador, y así podríamos seguir nombrando celebridades argentinas, a pesar de todo esto: ¡cómo nos cuesta ser Nación con pasión por la verdad y el bien común!

¿Cuál es tu remedio Argentina?: todos lo conocen: familia, educación y trabajo. Con un gran compromiso.

Supongo debe depender de cada uno, hacer lo correcto y lo que nos corresponda.

No ignoremos el guante, levantémoslo.

(*) Querellante en la causa Ilarraz.