Por N.S.B.
(De ANÁLISIS)
Con una fuerte baja en la recaudación por el bajo nivel de actividad, sin margen para acceder al crédito, enfrentando la decisión del Estado nacional de no financiar obra pública, las provincias enfrentan y enfrentarán serias dificultades para cumplir con los servicios básicos que son su obligación, como salud, educación y seguridad. Se limitan a pagar sueldos que están lejos de recuperar poder adquisitivo. Entre Ríos no es ajena a este contexto oprobioso. El discurso del presidente de la Nación ofreciendo detalles de lo que será el presupuesto nacional para 2025, dejó en claro que habrá que ajustar mucho más y se podrá hacer muchísimo menos. Se federalizó el insomnio. Será el tiempo de hacer cumplir en cada territorio el Pacto de Mayo. Los municipios, también tendrán consecuencias.
Los gobernadores no durmieron. Si pensaban que lo más duro estaba quedando detrás, se equivocaron. Llenos de dilemas tendrán que armar presupuestos que, en su conjunto, y de acuerdo al borrador leído por el presidente Javier Milei, deberán absorber un ajuste de 60 mil millones de dólares.
Anoche, usando el Congreso de la Nación, en una puesta en escena que generó escaso interés en la ciudadanía (bajo rating), el presidente de la Nación presentó un resumen de ideas, confusas y hasta contradictorias, que según su criterio serán la columna del presupuesto para el año 2025.
Una hoja de ruta que tiene tres ejes centrales: equipar organismos de seguridad y defensa, retirar al Estado de muchas de sus obligaciones y, a modo de costado sensible, mantener algunos planes sociales de contención, pero en su mínima expresión y sin intermediarios.
Otro de los objetivos es hacer frente a los compromisos con el exterior, cueste lo que cueste, en un gesto hacia afuera para que, de una vez por todas, se produzcan inversiones financiadas desde el sector externo. Para eso está el régimen de grandes inversiones.
Está claro que, como lo viene haciendo, el presidente trata de aprovechar la falta de fortaleza e ideas en un Congreso Nacional pusilánime y absorto.
Un Congreso con bloques rotos, que es incapaz de sostener los consensos alcanzados después de varios meses, por ejemplo entregando el magro aumento que se pretendió dar a los jubilados nacionales. ¿Van a defender el presupuesto para las Universidades? ¿Hubo efectividades conducentes? ¿Qué argumentos irrefutables le dio el presidente a un puñado de diputados para que cambiara su voto?
Poco importa por estas horas. El daño ya está hecho y va en aumento.
Provincias: a cumplir los pactos
Quedó claro que las provincias y por sobre todo quienes en ellas habitan, no están en el radar transformador del primer presidente anarco capitalista de la historia y deberán hacer frente, junto con los jubilados nacionales, a un brutal ajuste. ¿La casta? Bien, gracias.
La hoja de ruta de la administración nacional nunca tuvo en cuenta a las provincias. Ni siquiera se preocupó demasiado cuando dejó de enviar montos para paliar el déficit previsional de las cajas no transferidas a la Nación en los años ’90. Desde Entre Ríos se presentó un reclamo ante la Corte Suprema de la Nación que puede demandar años de trámite.
Otro perjuicio: la entrega de bonos en lugar de efectivo por deudas en materia de energía (decreto 1.729 de Entre Ríos), una operación que sigue esperando algunas explicaciones.
Entre Ríos sufre. A pesar de tensionar sus arcas públicas para abonar 3.500 millones de pesos en concepto de pago parcial anticipado del saldo de deuda al 30 de agosto de 2024, correspondiente a los Convenios de Asistencia Financiera del 2 de junio y 5 de noviembre de 2020 y 23 de noviembre de 2021. Los entrerrianos sufren.
Son muestras clarísimas del criterio que aplicará Nación en relación a los Estados federales. Les hará cumplir punto por punto lo establecido en el Pacto de Mayo que se firmó en una fría noche del mes de julio en Tucumán.
Es que los gobernadores, la mayoría, le entregaron una foto más al presidente Milei y se comprometieron al equilibrio fiscal innegociable; en ese momento acordaron la reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25 por ciento del Producto Bruto Interno.
No era solo una foto. Era mucho más. A los pactos, hay que cumplirlos y los cumplen quieran o no quienes están débiles a la hora del reclamo.
En julio los gobernadores aceptaron la rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para poner fin al modelo extorsivo actual que padecen las provincias, y mientras tanto avanzar con la explotación de los recursos naturales del país.
Firmaron, los gobernadores que anoche no pudieron conciliar el sueño, que harán una reforma previsional que haga sostenible el sistema y respete a quienes aportaron.
No era solo una foto. Es evidente que todo deberá cumplirse a rajatabla, bajo el imperio de las fuerzas del cielo. Quizá haya un poco de llanto, rechinar de dientes, pero es evidente que de hecho se va modificando el modo de coparticipar. Es tiempo de empezar a mirar cómo las municipios y comunas se preparan para el ajuste.
Hace unos días mencionamos en este espacio que el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) explicó que “en el mes de agosto de 2024, el gobierno nacional envió al consolidado de provincias, más CABA, 3.746.000 millones de pesos en concepto de coparticipación, leyes especiales y compensaciones. Descontando el proceso inflacionario del período, esto se traduciría en una baja real del 18,5 por ciento interanual, la coparticipación (transferencias automáticas menos leyes especiales y compensaciones) habría caído un 18,7 por ciento real interanual”.
Caída de recaudación. Bajo nivel de actividad. Aumento sostenido de la pobreza. Desempleo. Inversiones que no llegan. Un horizonte de ajuste que tendrán que hacer las provincias hasta alcanzar el 25 por ciento del PBI.
Asfixia. No fue posible un buen descanso. Al despertar, algún mandatario deseó que todo hubiera sido un mal sueño, una pesadilla. Pero es real y más de uno estará arrepentido de aquella firma al pie del Pacto de Mayo. Habrá que cumplirlo.
Dicen que no se puede gobernar sin culpa. Anoche muchos pensaron que peor es gobernar sin conciencia.