Por Angélica Caíno (*)
Nuestro sistema educativo no es una caja de resonancia social "donde eclosionan situaciones que se generan fuera de ella, porque es el lugar donde los niños liberan sus actitudes" como expresó algún ex funcionario del CGE pretendiendo naturalizar la violencia escolar y justificando asi la inercia de los responsables de la educación frente al caos.
Él caos existente es la negación, por antonomasia del derecho a enseñar y aprender la libertad, participación, convivencia armoniosa y conocimiento elaborado. La Escuela, si es popular y democrática -como invocan todos los documentos del CGE, y como en realidad lo son varias escuelas en no pocos casos gracias a la responsabilidad, racionalidad, esfuerzo y consecuencia de algunas comunidades-, es un nicho, un medio sociocultural privilegiado de experiencias ecuánimes, convivencia democrática libre y participativa, relaciones humanas respetuosas entre iguales y diferentes - por la específicidad de la función escolar-, sintetizando: es un micho de aprendizaje de la eticidad humanitaria de supremacía del bien general por sobre el particular, de lo justo, a partir de tomar conciencia del “otro” e independizarse del instintivo mandato biológico, y de aprendizaje de conocimientos profundos de la realidad que posibilitan, detectar las condiciones que oprimen, organizarse y luchar en contra de las mismas. Y esta escuela NO es reflejo de la sociedad.
Y¿ Cómo llegamos desde objetivos tan caros, a semejantes caos, el que viralizan los medios de comunicación y las redes?: padres de alumnos que golpean a docentes y rectores, preceptor que es herido por un alumno al tratar de separlo de otro, a quien está desfigurando, alumna agredida por sus compañeras por ser linda… Esta escuela SI espeja el acontecer social exterior a la escuela.
¿ Dificil de entender? Tratemos de comprender-aunque haya que hacer simplificaciones- cómo es que esta institución deja de ser instituyente de una influencia social consturctiva y humanista, y se transforma en una que reproduce lo social amplio. Si ensuciamos y denostamos lo público por obsoleto , lo colectivo por abstracto, el beneficio comunitario por ser objeto de aprovechamiento de algunos y el contenido escolar por inútil y, luego lo reemplazamos por, lo privado, lo individual, la competencia y ganancia y la técnica y tecnología; todo esto conforma un sentido común desmotivante del aprendizaje del conocimiento elaborado que es el que genera la tecnología, y propulsor de la valoración del individualimo, lo privado, la competencia y ganancia…. como actitudes de vida.
Con este sentido difundido por todos los medios e incrustado en la mente y el corazón de los alumnos, y sumado a una posibilidad de experiencia y vivencias en las cuales un alumno pega a otro porque es gordo, un estudiante insulta a la docente por no aprobarlo aún cuando jamás hizo los trabajos prácticos requeridos, un docente violenta a una adolescente, una profesora acude por apoyo a Rectoría ante expresiones inadecuadas de alumnos y no se inicia ninguna contención institucional; si todo esto ocurre, y no aparece en la institución reacción social de desaprobación y señalamiento de la responsabilidad que tiene el agresor de reconocer publicamente su violentación de la norma, de resarcir el daño comprometiendose a no repetirlo, indudablemente, si las cosas no ocurren así, empeoran con el tiempo. Porque se naturaliza la transgresión al Acuerdo Escolar de Convivencia que establece pautas formativas, para la interrelación social y responsabilidad escolar, que son consensuadas, y, además explicita sanciones también formativas y graduales y racionales, para el caso de transgresiones.
Los lamentables sucesos actuales que tienen como escenario la escuela, y que nos preocupan y, que he tratado de presentar y explicar desde un lugar, no son espontáneos. Ya, en el 2013 se realizaban congresos de estudiantes, entre ellos uno nacional en Cosquín, para tratar la violencia en la escuela y, en esos mismos años, emanaban del C.G.E., documentos orientadores para la resoluciones pacíficas del conflicto escolar –según manifestaban-..
Hace 35 años, iniciábamos la reconstrucción post dictadura del sistema representativo y republicano y la democratización educativa, mientras se expandía un fundamentalismo capitalista con toda su estrategia hegemónica y degradante que utiliza como instrumento, los medios de comunicación y redes sociales, que propaga corrupción, colonización del sentido común, clonación en las tendencias de gustos deseos y preferencias de la población y, en semejantes tiempos , en esta institución privilegiada para la enseñanza y el aprendizaj que pretendemos sea democrático –la escuela-, lo que se aprende, parece, después de 35 años, en vez de valores humanitarios y contenidos liberadores, es el “sálvese quien pueda”, el ” bullying”, la elección del “tener más” sobre el “ser mejor”. .. ¿ Habrá alguna relación de influencia en la coexistenca de estos dos procesos históricos ?
En el segundo lustro de la década del 80 del XX, los argentinos nos empeñábamos en la reconstrucción postfacto de gobiernos representativos y republicanos, construíamos Transformaciones curriculares en todo el país y , en el mundo se extendía, repito, el fundamentalismo capitalista, se firmaba el Consenso de Washington y, ponía fin a los estados de bienestar, con la consecuente caída a pique de los logros obtenidos por los trabajadores en los 70 ; ello con inclusión lógica de los docentes, pero que, en un aspecto, y solo en uno, tuvo un efecto productivo, pués tanto retroceso y malaria redundó en la necesidad de la unidad de organización de la lucha de los trabajadores de la educación, creándose así, en esta década, y con el esfuerzo de miles de docentes de todo el país, la CTERA, institución tristemente cooptada en estos tiempos, por intereses extraños a los que motivaron su creación.
En este marco entonces fines de década de los 80, Transformación curricular y, en ER., la docencia asumiendo la democratización educativa no como una interpelación sino como un compromiso y responsabilidad histórica. Así, acrítica pero euforicamente, comenzamos la democratización de la educación, haciendo la vista gorda primero y dejando sin efecto luego, algunos requerimientos autoritarios de la dictadura, dando lugar a relaciones menos formales y diferenciadas, aflojando exigencias para que los alumnos no se sintieran obligados y no se frustraran, dando mayor libertad de movimiento en el aula para que nadie se sintiera preso ... Pero algo estuvimos y estamos haciendo mal porque hoy, después de 35 años de ciclópeos esfuerzos docentes, nos encontramos con un desborde escolar vergonzante, pervertidor y destructor del futuro y salud psíquica y física de nuestros jóvenes y motivo de frustración y “causa de la mayor infelicidad de los docentes en la escuela”, como señala alguna investigación.
Profundizar con los docentes la comprensión del acontecer cotidiano del aula, de las vivencias y experiencias en la misma, de la normativa que les encuadra y de los criterios pedagógicos que se instalan, podría traernos luz para desentrañar dicho acontecer, identificar los condicionamientos presentes en los mismos y organizar estrategias para atacar el mayor perjuicio y daño de la violencia escolar que motivó este escrito: la exclusión de los jóvenes de su derecho a educarse y la imposibilidad del docente de ejercer su derecho a enseñar sometiéndoselos a su mayor sufrimiento; “que los alumnos no aprendan”.
(*) Licenciada en Ciencias de.la Educación