Informe especial: Poner el cuerpo a la pandemia

coronavirus enfermo

Profesionales de la salud están al límite de sus fuerzas físicas y mentales después de un más de un año de luchar contra la pandemia.

Angustia, temor, impotencia. Son los sentimientos que embargan a la mayoría de los trabajadores de la salud que luchan desde hace más de un año contra el coronavirus. Anticipan que la situación puede convertirse en catástrofe y están agotados de luchar contra la inconsciencia de una sociedad que minimiza la gravedad de la pandemia. Hoy en Cuestión de Fondo  conocemos las historias de tres médicos entrerrianos que se exponen todos los días para salvar vidas, aunque pierdan luchas a cada instante. 

La segunda ola de contagios de coronavirus llegó y la situación se acerca a niveles críticos en los hospitales de gran parte del país. En ese marco, cuesta encontrar la palabra precisa que defina la realidad que viven cada día los profesionales de la salud.

Se les dedicaron aplausos en los inicios de la pandemia, luego fueron discriminados y olvidados y hoy, a más de un año de trabajo sin descanso, están al límite de su capacidad física y mental. El coronavirus pone en jaque al sistema sanitario no solo por la falta de camas sino también por el agotamiento de los trabajadores.

Estudiaron y se prepararon para salvar vidas, y por eso la angustia, el temor, la impotencia los invade. Es que nunca, en toda su vida profesional, informarán en tan poco tiempo tantos fallecimientos. En cuestión de segundos, la noticia se trasforma en lágrimas, gritos, desconsuelo. A veces, los receptores son sus propios seres queridos, o compañeros de trabajo. O amigos de sus hijos.

En las localidades más chicas, donde hospitales y centros de salud no tienen internación para cuadros graves, se agrega el estrés de no encontrar un lugar para internar a los pacientes.

Un informe de Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral) recorrió el Centro de Salud “Dr. Samuel Margasin” de San Benito y el hospital “Nuestra Señora de Luján” de Ramírez, para conocer de qué modo afecta el trabajo de este tiempo pandémico en los profesionales de la salud.

La doctora Claudia Palacio, es médica de guardia en San Benito, contó que “habían disminuido un poco las consultas pero ahora se retomaron y estamos viendo más urgencias y emergencias y estamos ya en la segunda ola de los pacientes con Covid-19 donde se están viendo más pacientes sospechosos de Covid”.

En ese marco, sostuvo que “en esta segunda ola lamentablemente no hay tanta conciencia social de lo que es la situación y han aumentado mucho los casos sospechosos vistos en guardia, y a su vez se suman las consultas y las urgencias con lo cual hay una mayor demanda de la guardia”. “Todos los pacientes que vemos en la guardia son con sospecha de cuadros de Covid algunos con situación clínica leve, otros moderados y otros graves que han requerido la derivación, y en esta oportunidad he visto casos que han demandado internación en pacientes más jóvenes”,  lamentó.     

Aclaró además que como el centro de salud no cuenta con internación, “se cuenta con toda una sistematización para actuar, hay protocolos con los cuales tenemos que regirnos para determinar el modo de atención de los pacientes con sospecha de Covid sea internación domiciliaria o derivación”. “Por el momento no me ha pasado que no se pueda derivar pacientes en estado moderado a grave, para eso se trata de tener una comunicación permanente con el hospital San Martín de Paraná. Muchas veces ellos están saturados pero los pacientes que requieren de la atención de mayor complejidad y no queda otra que derivarlos”, afirmó.

Respecto de la situación del centro de salud en cuanto a personal e insumos, teniendo en cuenta que es el único lugar que atiende la salud de una población de casi 30.000 habitantes, la profesional sostuvo que “ha sucedido en ocasiones que nos hemos saturado porque además de atender consultas y urgencias, muchas veces la gente llama por teléfono, y al ser personal único de guardia se dan todas las cosas juntas. En ese caso se prioriza la emergencia y la urgencia y se deja en espera lo que es la consulta”.

Completó que “por la mañana hay tres enfermeros, por la tarde son entre dos y tres, y por la noche se trabaja con un solo enfermero. Y el médico siempre es uno solo durante las 24 horas. A veces estamos saturados y se necesitaría más apoyo pero somos conscientes de que no se puede contar con eso y hay que tratar de resolverlo lo mejor posible, con lo que se tiene tanto recurso humano, como medicación y asistencia”.

Y a eso se suma el hecho de que la gente no se cuida: “Si bien no se puede generalizar porque hay gente que se cuida, muchas veces paga el resto por los que no se cuidan. Al comienzo de la pandemia no sé si había conciencia o miedo y la gente se cuidaba más, pero ahora se han relajado más y la gente no está tomando conciencia de lo que es la situación y que va a llegar un momento que si esto no cambia el sistema de salud se va a saturar tanto el personal humano como los recursos que hay, la oxigenoterapia, las camas de terapia.

“Es tan fácil poder cuidarse simplemente con un barbijo que cubra nariz, boca y mentón, y cubrirse los ojos, guardar una distancia de dos metros, y no permanecer en reuniones, es lo básico. No estamos en épocas de festejo, lamentablemente es así”, reiteró. 

Consultada por la forma en que los afecta la situación, señaló con la vos entrecortada y lágrimas en los ojos: “Uno hace los esfuerzos que puede, pero muchas veces uno se indigna de ver esas cosas y duele, porque es un gran sacrificio el que uno hace”. “Nosotros lamentablemente nos estamos adaptando a trabajar así, uno se va de la guardia pero la angustia sigue, y no noto que haya un cambio en la conducta de la gente y eso es lo que más provoca indignación”, agregó. También complica el trabajo la vestimenta de protección que utilizan: “En este momento yo siento mucho calor, por momentos me sofoco de estar cubierta todo el tiempo, yo trabajo vestida así las 24 horas”, contó.

Aunque Claudio no tuvo que sufrir la pérdida o la enfermedad de ningún familiar, refirió que la angustia se siente igual: “Hace 14 años que trabajo acá y conozco a la mayoría de los ciudadanos de San Benito y por eso a uno le afecta que esa persona esté enferma. Y no solamente con el Covid porque sucede que los abuelos tienen miedo de venir y se dejan estar con sus patologías de base como puede ser una insuficiencia cardíaca, y no hacen los controles y cuando llegan acá ya están descompensados y requieren de una internación que se podría haber evitado”.

En este panorama, pidió “por favor a la gente que se cuida, porque no es tan difícil ponerse un tapaboca cuando se sale a la calle, guardar las distancias, no permanecer más de 15 minutos con otras personas. Hay que cuidarse y solamente son esas tres medidas más la higiene de manos”. “He visto gente que no se cuida, los veo y los cruzo a diario, y después los encuentro necesitando de atención. Por eso espero que la gente tome más conciencia”, concluyó.

El director del Hospital de Ramírez, Sebastián Reichel, dijo que “se está trabajando como se puede, con absolutamente  todo el personal del hospital muy cansado porque hace un año y medio de la pandemia y parece que fueron 10 porque no tenemos ningún descanso. Tratamos de llevar la situación lo mejor que se puede pero llega un momento que te agobia”.

Describió que “el nosocomio cuenta con internación para cuadros leves y moderados de Covid pero no hay camas de terapia intensiva, hay tres médicos clínicos y dos residentes sobre quienes recayó más trabajo en esta pandemia y están agotadísimas, son casi todas mujeres. Los cuadros graves obligadamente se derivan porque no hay respiradores ni médicos, pero ahora está complicada toda la provincia y ya no hay lugar dónde derivar. Se consiguen lugares pero llamando por teléfono a todos lados y sufriendo porque se hace difícil la derivación porque no hay lugar en ningún lado. Se deriva a Paraná, Diamante o a clínicas privadas de Crespo.

También lamentó que “en Ramírez sucede que las instituciones privadas no atienden pacientes con síntomas de Covid y derivan todo al hospital público, y eso complica la guardia. Toda la responsabilidad del Covid cae a la parte pública y eso complica muchísimo porque además se atienden todas las otras patologías no Covid”.

Afirmó además que “en la localidad aumento muchísimo la cantidad de casos y de consultas y ya tenemos encima la segunda ola. Y estamos peor que en el pico del año pasado porque ahora afecta a una población más joven que requiere de mucho tiempo ocupando una terapia”. “Esto afecta a los médicos porque con tanto trabajo uno se agota, porque no hay descanso, no hay fines de semana, no hay horarios, y no solo el trabajo es acá sino también el trabajo telefónico de seguimiento que es muchísimo, y a eso hay que agregar que la gente se queja y  no respeta nada”, agregó.

La doctora Aracelis García aseveró que “todos esperábamos que el 2021 sea diferente y eso no se está dando, sino que el 2021 es exactamente igual o peor que el 2020, y la gente está cansada y no tiene ganas de cumplir determinadas normas. Esto no sucede solamente acá sino que se da de forma generalizada; la usa no usa bien el barbijo, no tiene el distanciamiento social, se realizan reuniones y encuentros sin ningún tipo de cuidados, la gente tiene síntomas y no consulta”.

“En el hospital tenemos capacidad para atender a la gente pero el problema es que no hay lugar dónde derivar porque las grandes ciudades que tienen más cantidad de habitantes les pasa lo mismo y todos los lugares se agotan. Nosotros estamos en una disyuntiva de ver donde derivamos porque no hay lugar en ningún lado y mientras el paciente se sigue descompensando y no tenemos más que el tubo de oxigeno con una mascarilla. Y esa es una situación muy estresante para los médicos, que estamos cansados y en constante estado de alerta desde casi un año y medio”, sentenció.

“El mayor estrés lo tenemos cuando no podemos derivar, cuando estamos toda una mañana llamando para conseguir derivar a un paciente de 30 años”, comentó.

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