Por Luis María Serroels, especial para Análisis Digital

Muy lejos estamos de ponernos en eruditos. Sólo nos guía el deseo de expresar algunas observaciones desde un legítimo interés y un elemental sentido común en busca de respuestas concretas. En la historia entrerriana ha habido grandes educadores, formidables pedagogos y lúcidos conductores del sistema educativo, herederos de una tradición de la que Entre Ríos se siente orgullosa ante propios y extraños, porque ha sido faro irradiador de normalistas que dispersaron en toda Argentina y América fértiles semillas de progreso y libertad.

Muy loable ha resultado sucesivamente equiparar los haberes de maestros provinciales con los nacionales, perfeccionarlos, eliminar las vergonzantes escuelas rancho, construir nuevos edificios, dotarlos de agua potable e instalaciones eléctricas seguras, proveerlos de modernas comunicaciones y transporte estable para zonas desfavorables y distribuir material didáctico, entre múltiples acciones. Pero esto –que suele proclamarse con profusa publicidad- es sólo la gran cáscara protectora destinada a cubrir y preservar una médula que asegure a los educandos las bases mínimas de un progreso liberador. “Sólo quienes han recibido educación serán libres”, dijo Epícteto.

Inculcarles valores, colocarles las alas de una excelente educación y enseñarles a volar. Pero para ello es necesario de una vez por todas diseñar planes y programas efectivos, actualizados con sentido transformador y escalonados para que desde el nivel inicial hasta la universidad, se dé una línea coherente que termine en un grado de formación sólida y apta para enfrentar la vida (“educar para la vida”, sostenía como lema Manuel P. Antequeda, un lúcido Director General de Escuelas de nuestra provincia a principios del siglo 20).

Es una realidad incontrastable que los experimentos educativos no han logrado consolidarse como un genuino proceso transformador que sirva a una verdadera política de Estado, esa que se mejora y enriquece bajo cualquier signo partidario que tenga a su cargo el gobierno del país y las provincias. Pero esto exige tener grandeza.

Hace tres meses en un medio gráfico local, el abogado y docente universitario Emilio Moro mencionaba que organismos internacionales han puesto de resalto numerosas fallas de nuestro sistema educativo que sitúan a la Argentina por debajo de seis países de Latinoamérica. En el siglo 19 Domingo Sarmiento sentaba las bases para que medio siglo después nuestro país fuera pionero en igualdad de oportunidades (“donde hay educación no hay distinción de clases”). No puede tampoco obviarse la tarea educativa de Justo José de Urquiza y Francisco Ramírez.

En 2004 el gobierno nacional elevó el porcentaje del presupuesto educativo al 6 por ciento del Producto Bruto Interno, una medida que venía siendo reclamada y en general las provincias incrementaron sus partidas, aunque esta realidad no significa que se esté en los niveles deseables si se tienen en cuenta otras áreas donde grandes recursos no tienen justificación, sostiene Moro, citando como ejemplo el Fútbol para Todos. Pero insiste que a pesar de ello seguimos estancados a nivel educativo y se inclina a hablar de una mediocridad que todo lo erosiona e infecta.

Con una referencia a José Ingenieros sostiene que “la mediocridad es moralmente peligrosa (…) los ideales se agostan y la dignidad se ausenta” y en otro párrafo añade que “los Estados conviértense en mediocracias; la falta de aspiraciones que mantengan en alto nivel la moral y la cultura, ahonda la ciénaga constantemente. Aunque aislados no merezcan atención, en conjunto constituyen un régimen, representan un sistema especial de intereses inconmovibles, subvierten la tabla de los valores morales desvirtuando conceptos: pensar es un desvarío, la dignidad una irreverencia, es lirismo la justicia, la admiración una imprudencia, la virtud una estupidez”. ¡Cuánta sabiduría!

Pero hay otro elemento que ha hecho aparición dentro de la comunidad educativa y es la irrespetuosidad e irresponsabilidad de los padres que en vez de buscar un soporte adicional para que sus hijos que no alcancen los objetivos básicos de aprendizaje recuperen el terreno perdido, concurren a las escuelas a objetar, increpar y amenazar a los docentes (con posibilidades de judicializar el reclamo), cuando muchas veces las verdaderas causas del bajo rendimiento se deben buscar en un seno hogareño desentendido. ¿Y los códigos de convivencia? Cuando decimos docentes, nos referimos a los esforzados agentes motivadores y motorizadotes del saber, mal pagos, ofendidos y sancionados por los gobiernos de turno que no respetan el derecho a un salario digno y niegan el derecho de huelga, colgándose de la toga de los jueces y buscando que la sociedad se les tire encima.

En esa sociedad conviven padres que en sus respectivas tareas también plantean acciones reivindicativas del salario como lo hacen los maestros. ¿Qué serenidad puede tener un docente a la hora de calificar, sabiendo que esa nota puede generar la visita intempestiva de padres autoritarios que, sin embargo, permanecen inmutables cuando sus hijos escogen como paradigmas a nefastos personajes, convierten en ídolos a figuras de escasa moral y procuran reflejarse en quienes optan por la ley del menor esfuerzo y el todo vale?

Cuando el éxito de la promoción de un estudiante pasara a residir en bajar el nivel de exigencia en su aplicación y conducta para mejorar las estadísticas y para evitar reconvenciones humillantes, la escuela empezaría a igualar hacia abajo. Eso es lo que no debe ocurrir. Porque de lo contrario no cabría otra cosa que descolgar de la pared los retratos de nuestros próceres y colocar la letra del tango Cambalache: “lo mismo un burro que un gran profesor”. Y muchos terminarán en la universidad atormentando a los profesores, víctimas inocentes de lo que la escuela secundaria les envía como un presente griego.

El año pasado en la provincia de Corrientes, una madre interpeló duramente a una maestra ¡por haber promovido a su hijo al grado siguiente! ¿Por qué? Porque los alumnos repitientes le generan a sus progenitores una suma de dinero mensualmente a cambio de que no abandonen la escuela, pero tras el segundo intento del niño, ahora exitoso, ese subsidio se termina y ello es lo que duele tanto en ciertos hogares dejando a un lado la satisfacción del pequeño logro escolar. Quien implementó semejante sistema para que las estadísticas puedan maquillarse, no merece el mínimo respeto. La retención de un alumno no es otra cosa que una nueva oportunidad que se merece, pero el estudiante crónico debe hallar elementos que lo motiven o en todo caso le ayuden a vislumbrar qué cosas le atraen y allanarle el camino para un desarrollo vocacional adecuado.

Ahora se anuncia en nuestra provincia un nuevo sistema para el nivel secundario destinado a que los jóvenes no fracasen. Se reducen las orientaciones a cinco, se agregan clases de apoyo, se hace revisión de contenidos antes de cada mesa examinadora, la evaluación es menos expulsiva y se permitirán más inasistencias.

Nadie podrá quedar fuera de la matrícula, aún habiendo repetido y cuando la cantidad de aspirantes supere las vacantes disponibles, se apelará a un sorteo público, es decir que el derecho a estudiar dependerá de una bolilla (y si todos se promovieran ¿en dónde se les dará banco?). Se dice que ningún padre deberá andar deambulando de una esuela a otra mendigando un banco para su hijo pero cuando éste se quede afuera por imperio del sorteo, ¿ante quién se deberá acudir? Las inasistencias permitidas pasarán de 15 a 28 por año y se permitirá que el alumno cuestione una nota (claro, si no tiene éxito ya se las verá el profesor con su papá). También podrá rendirse y aprobarse una materia de determinado año sin haber aprobado el año anterior y se permitirá llevar sólo dos materias en carácter de previa de un año a otro. La secundaria será obligatoria en toda su extensión y se aplicarán distintas herramientas de contención que garantice la permanencia de todos.

Se habla de la escolaridad extendida o completa incluida en la Ley Federal de Educación (año 2006), que contempla la permanencia de los chicos 6 u 8 horas en la escuela y desayunen, almuercen y merienden en ella. Este sistema seguramente ha de originar un amplio juego de opiniones, porque hay organismos oficiales que se inclinan por que los niños compartan el almuerzo con sus padres en la mesa hogareña (implica el reemplazo de los comedores escolares dándole al grupo familiar ingresos suficientes), pero ello demandará medidas socioeconómicas de las que hasta ahora no se habla. De todos modos, lograr que la estadía de hasta 8 horas continuadas resulte atractiva, se erige hoy en el gran desafío.

El gobierno entrerriano anunció la puesta en marcha de las Escuelas Nina que demandará una estadía desde las 8 hasta las 16 y que en su punto de arranque dispondrá de 15 establecimientos. Paralelamente desde la Asociación Gremial del Magisterio (Agmer), se rechazó el sistema con prolongación de jornada, aduciéndose que ha existido “improvisación” y que la idea “es un engaño a la sociedad”. Dice la dirigencia que “esta implementación se da completamente al margen de un proceso de diagnóstico institucional y sin participación de todos los actores involucrados; a espaldas de la representación gremial; relativizando no sólo los mecanismos de concursos para la adjudicación de las horas que extenderían la jornada, sino también el carácter de la labor docente”.

Si existen cambios frecuentes es porque existen fracasos también frecuentes. Quienes conviven en las aulas al frente del alumnado –también expuestos a los cambios-, no deberían tener que sufrir insuficiencia salarial.

Espías espiados

¿Puede una persona con dos dedos de frente pensar que en la cúspide del gobierno no se conocían las actividades del arma de Gendarmería desarrolladas mediante el denominado Proyecto X? Se trata de un plan de inteligencia destinado a seguir, espiar y registrar los movimientos de dirigentes políticos, gremiales y sociales, recolectando información que se incorpora a una base de datos. La tarea es una distorsionada interpretación de la ley de inteligencia, que prevé estas operaciones caracterizadas por la infiltración, únicamente para neutralizar bandas de delincuentes y en especial narcotraficantes. Los efectivos afectados a esta tarea se visten de civil mezclándose en las movilizaciones. Es la antigua metodología aplicada por la última dictadura militar y que los argentinos creíamos desmantelada, pero parece que no ha sido así (las malas costumbres se arraigan fuertemente en un país donde los males comienzan por la cabeza).

Después de revelarse esta práctica –sólo posible porque hubo una denuncia que la puso al descubierto convirtiendo a los espías en espiados-, trascendieron detalles del material archivado, donde figuran con precisión situaciones, movimientos y rasgos muy personales sólo atribuibles a cuestiones muy puntuales encomendadas por instrucciones superiores.

La ministra de Seguridad, Nilda Garré, después de tomarse un buen tiempo de silencio, decidió descabezar la cúpula de la fuerza bajo su autoridad, pasando a retiro o trasladando a 19 comandantes, aunque en una explicación pueril se señaló que la mitad de estos oficiales fueron objeto de pases a retiro y ascensos propios del fin de año (un poco retrasado, se advierte), desvinculándolos del escándalo generado por el Proyecto X. Un poco para suavizar el problema y aunque en menor grado, también se efectuaron movimientos en la Policía Federal y Prefectura Naval.

Lo que suena extraño es que el responsable máximo de la fuerza, comandante general Héctor Bernabé Schenone, no fue alcanzado por el lápiz rojo de la ministro y una buena razón podría ser que el alto oficial estaría en condiciones de probar que el plan le fue ordenado por Garré, aunque hay voces que atribuyen la autoría intelectual al actual senador Aníbal Fernández, cuando era ministro del Interior de Néstor Kirchner. Ello se robustece con su apresurada reacción cuando afirmó: “Qué Plan X ni que ocho cuartos, de qué estamos hablando”. Sin embargo el periodista Horacio Verbitsky, un hombre que no puede ser tildado de antikirchnerista, en su columna dominical del diario Página/12 reveló que Fernández fue el responsable de ese plan que denominó Protocolo X y que se puso en funcionamiento durante su gestión.

Es lamentable que se desconozcan las taxativas prohibiciones de la referida ley respecto de estas actividades sin cuya denuncia hubieran seguido llevándose a cabo con total naturalidad e impunidad. Un gobierno que tanto proclama su defensa de los derechos humanos, no puede seguir manteniendo en su cargo a una ministro que ha venido consintiendo semejante situación. La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, en poco más de un año lleva echados siete ministros por corrupción sin temblarle la mano a la hora de realizar una purga moralizadora. ¿En nuestro país ello está acaso prohibido?

¿Qué pensaba Nilda Garré de este tipo de procedimientos en sus años de militancia juvenil altamente comprometida? Sería bueno recordarlo. Como también preguntar si Gendarmería es la única fuerza de seguridad abocada a estas tareas.

Un escándalo por 100 pesos

El escándalo desatado por la operación de impresión de billetes de 100 pesos que se confiara a la Compañía de Valores Sudamericana (ex Ciccone Calcográfica) eludiendo el proceso licitatorio y que envuelve al vicepresidente de la Nación por sus relaciones con su amigo empresario Alejandro Vandenbroele, empezó a tener sus coletazos al producirse la renuncia del Gente General del Banco Central, Benigno Vélez. Según revelaciones explosivas pormenorizadamente hechas por la esposa del impresor, Laura Muñoz, quien denunció hallarse amenazada de muerte por ello, su marido le confesó ser testaferro de Amado Boudou, quien habría actuado como llave maestra para acceder al trabajo que se cotizaría en una suma sideral.

Según se afirmó, Vélez habría tenido que resignar su cargo por su vinculación con la ex Ciccone y a pedido de la titular del BCRA, aunque en esa institución se trató de ocultar la verdadera razón atribuyendo el alejamiento de Vélez a su designación en otra jurisdicción del gobierno nacional. Esto demuestra que quienes cometen graves irregularidades nunca vuelven a su casa sino que encuentran un nuevo rescoldo bajo el poder político.

Está en marcha una investigación interna en el Banco pero debe recordarse que un fiscal Federal ya tomó intervención en el tema frente a los dichos de Muñoz cuando fue entrevistada en diferentes instancias por varios medios de comunicación. Ante esta situación, pareciera que los problemas que Cristina Fernández tuvo durante casi toda su primera gestión con su vicepresidente Julio Cobos, serán mínimos al lado de lo que se preanuncia si la investigación se profundiza. Como aquellos pregones de ciertos vendedores ambulantes, podría ofrecerse “un escándalo por 100 pesos”.