Desde que tengo uso de razón los problemas de abastecimiento de agua son constantes en algunos puntos de la ciudad de Paraná. Lo mismos se profundizan durante los veranos cada vez más tropicales con lo que contamos por estos lares y que hacen de la necesidad casi constante del vital elemento para hidratarse y también para higienizarse por citar otro ejemplo.
Una de las zonas más afectadas por los constantes cortes de agua es en el sur de la capital entrerriana, en este caso pondré el acento en un punto más específico: la zona del Kilómetro 5 y ½ donde prácticamente todos los días, sin importar la estación del año, hay inconvenientes de presión o de falta del suministro.
En los últimos días los cortes fueron tantos que los tanques de los domicilios literalmente se secaron. La falta de agua en el red municipal provoca que se debe recurrir a utilizar todo lo que exista en la red doméstica y, claro está, los litros almacenados allí duran apenas unos días.
Cuando compramos el terreno en esa zona varios nos advirtieron de los inconvenientes con el agua, sobre todo en el verano. Si bien el loteo es nuevo (Los Cedros) muchos de los vecinos del lugar comentaron lo complicado que se hace el verano en aquella zona paranaense, bien alejado del centro donde la mayoría de las gestiones municipales hacen epicentro.
A la poca presión, o a la ausencia de agua, hay que anexarle la cantidad de complejos o campings para la recreación que existen en la zona. Allí están apostados varios de las piletas que los gremios o sindicatos entregan a sus afiliados y la cantidad de piletas es importante, mucho más lo es la cantidad de agua que demanda cada una para su llenado.
Como si esto fuera poco, muchos de los nuevos vecinos cuentan con bombas extractoras de agua para así “palear” la ausencia del vital elemento, en desmedro del resto de los habitantes de la zona.
Suena extraño, pero teniendo tan cerca uno de los ríos más caudalosos del planeta, en pleno siglo XXI todavía existen inconvenientes para brindar algo tan básico, y necesario, como el agua, más aún en una zona tan cercana a la nueva planta con la que cuenta la capital entrerriana.
Éste es apenas un pequeño microclima de una realidad que afecta a muchas zonas de Paraná, de Entre Ríos, del país y también del mundo, algo que parece no tener remedio al menos en el corto plazo.