(Por Luis María Serroels)

Quizás en otros tiempos estas cosas terminaban en treguas apaciguadoras y las comunes necesidades culminaban por acercar a las partes en conflicto. Ni siquiera se puede hablar hoy de la estrategia de un producto de doble marca hábilmente elaborado para que quienes se encolumnen con uno u otro referente terminen finalmente votando por el mismo fabricante.

Ha dicho Schiller que “la traición disuelve todos los vínculos” y no es menos cierto que, como sentenció Jacinto Benavente, “¡Cuántas veces se pasa uno al enemigo por huír de sus amigos!”. Sería muy útil y apropiado analizar quiénes están en condiciones de recibir el rótulo de traidores y quiénes el de mansos traicionados. En 1995 este columnista le preguntó a José Octavio Bordón si él había abandonado el justicialismo para irse a otro partido y respondió con aplomo: “No, si se observa la actual orientación del gobierno nacional, quién abandonó el justicialismo ha sido Carlos Menem” (recordemos que el riojano confesó que de haber revelado durante la campaña lo que haría como mandatario, nadie lo hubiese votado).

Lo que sucede en estos momentos dentro del partido que gobierna en la provincia, es un bochorno que conduce al estupor de propios y extraños y que parece arrojar dentro de una bolsa de consorcio las viejas verdades del justicialismo escritas por Juan Domingo Perón.

Entre ellas especialmente la sexta que reza: “Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista”, que termina de aderezarse con la séptima: “Ningún peronista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser. Cuando un peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca”.

Si hoy se contrataran los oficios de una persona mezcla de abogado del diablo y de buen componedor con facultad de arbitraje, no habría demasiada indulgencia al momento de enfrentar a los enojados frente a sus respectivos archivos y desde allí atribuír culpas y responsabilidades.

En una reunión secreta quizás les recuerde que Busti en 1988 se inclinó por Antonio Cafiero en la interna que ganó Menem, cuando éste lo había apoyado fuertemente en toda la provincia en la campaña de 1987 que lo llevó a gobernar Entre Ríos. Pero también diría que Sergio Urribarri, el mismo que adhiriera a Carlos Menem presidente durante diez años, hoy suscribe todas las denostaciones contra el riojano sólo porque provienen de la Quinta de Olivos y de parte de un matrimonio que alguna vez consideró al hombre de Anillaco el mejor presidente de la historia. Y también. Porqué no, que el gobernador en 2003 anduvo haciendo campaña por el candidato Adolfo Rodríguez Sáa.

Peleas internas con cruces de vereda ha habido siempre en todos los partidos y en muchos casos seguidas de reconciliaciones más impulsadas por el espanto que por el amor. Pero en la última década, la unidad peronista se ha asemejado a un espejo que se cae al suelo y a no pocos no pareció preocuparles demasiado que se rompa en mil pedazos, siempre que a ellos les toque una porción. Pero como las astillas del espejo jamás se pueden restaurar, se intenta ensayar con nuevos espejo, a veces de dudosa manufactura y de segunda selección.

Cuando el diputado Gustavo Zavallo le enrostra a Urribari ser desagradecido ante quien lo fue a buscar a su casa para elegirlo candidato a sucederlo, pese –dijo- a haber tenido una pobre gestión municipal, deja mal parados a los dos. A uno, por este gesto de ingratitud, pero al otro, porque no fue a buscar al mejor intendente peronista sino a uno que podría resultar manejable (“la próxima vez no me defiendas tanto”, podría pedirle Busti).

El actual mandatario se ha convertido en apóstol y abogado de Néstor Kirchner a la hora de poner el pecho a las definiciones anti K de su antecesor. A la ácida definición bustista de que “el kichnerismo representa una deformación trágica del peronismo”, seguida de que “hay gente que sigue aferrada al gobierno nacional y otros que no nos sentimos representados por este gobierno y que daremos batalla como una alternativa de cambio”, sobrevino la bomba de fósforo urribarrista. “Tiene (Busti) una vida política llena de traiciones y cambios de rumbo (…) no hay que extrañar que ahora diga barbaridades de (Néstor) Kirchner, cuando hasta el año pasado iba a verlo a Olivos y llamaba a los diarios entrerrianos para que publicaran esa foto”. Habla de la misma persona que en marzo de 2007 lo hizo triunfar en los comicios y nueve meses después le entregara banda y bastón.

Los pecados que hoy se le imputan al ex mandatario –que por cierto también debería pasar por el confesionario de la política, como tantos otros-, ¿los ignoraba Urribarri antes de generarse este quiebre? ¿Busti creyó otra cosa cuando optó por Urribarri para dejarle el sillón de la calle Córdoba? Pero en el fondo ambos deben reconocer que todo el justicialismo tiene en su historia casos de gruesas traiciones y deslealtades.

Que Busti se mezcle en conciliábulos con Felipe Solá, Francisco De Narváez y Calos Rutemann, responde a la ciencia del utilitarismo político. Qué más quisiera el matrimonio presidencial que estas figuras nacionales estuviesen a su alrededor en estas circunstancias y es bueno afirmar que no se fueron de la Quinta de Olivos porque sí, sino que algo se dio para correrlos. A veces lo que aparenta ser traición de unos no es otra cosa que la reacción ante la traición de otros.

Respondiendo a su propia visión, Urribarri condena la traición ajena, pero él está siendo el impulsor de impensados traslados de vereda que se comenzó a registrar esta semana con la designación de Juan Carlos Cresto al frente de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande y de su reverdecida sintonía con el diputado José Allende.

Cresto –vetado por el radicalismo porque está procesado por incumplimiento de los deberes de funcionario público en una causa que se encuentra en una Sala Penal de Concepción del Uruguay-, se hallaba cercano a Busti en la línea del Peronismo Federal hasta hace un puñado de días. La decisión de designar a Claudia Allende en un organismo oficial muy sensible, más allá de su indiscutible capacidad para ese cargo, deposita en los platos de la balanza interna no pocas suspicacias.

Es que esto se produce a pocas horas de haber compartido el jefe del Ejecutivo y el legislador un acto público en Nogoyá. El mensaje fue muy claro y llevó a especular si este acercamiento tendría traducción cuando UPCN deba enojarse con el Poder Ejecutivo por distintas demandas. Si alguien dudó del modo en que se resolvería tal disyuntiva, la respuesta llegó el viernes cuando se anunció que esta organización había decidió aceptar la propuesta salarial del gobierno aunque sea insuficiente.

Gente del bustismo opinó en voz baja que estos pases, lejos de preocuparles talvez los favorezca, afirmando que ciertas adhesiones suelen terminar siendo un salvavidas de plomo. Claro que Urribarri tendrá en la aplicación práctica de la nueva Ley de Ministerios, muchos casilleros para llenar y que podrían estar reservados a la espera de que esta sorpresiva transfugación siga en marcha.

Muchos aliados se le han ido al kirchnerismo y desde luego que el resultado adverso del 28 de junio del año pasado es una prueba de que miles de ciudadanos cambiaron de rumbo en una actitud claramente pragmática. Tampoco puede perderse de vista que el senador José Pampuro, actual vicepresidente de la cámara alta, comenzó a alejarse progresivamente de su profesión de fe kirchnerista, alegando para ello el cambio de orientación del oficialismo y el arbitrario manejo que se hace del Indec. ¿También Pampuro es un traidor? ¿Sabía todo esto la oposición cuando generosamente aceptó que él pase a ocupar ese cargo? ¿Fue una hábil jugada? ¿Cómo resolverá el oficialismo el quórum y las votaciones con este nuevo cuadro?

No debe soslayarse que el mandatario entrerriano, para adherirse al sello del feroz unitarismo vigente, debió primero abjurar del Estado Federal, cuya irrestricta defensa está impuesta por el artículo 8º de la nueva Constitución de la provincia. Intercambiar federalismo por centralismo no es una actitud común. No faltan quienes se preguntan -en una hipótesis cuasi surrealista- si no debería analizarse esta conducta en los términos de los artículos 138º al 154º de la carta provincial (juicio político). Una buena y una mala para el gobernador. La buena: que esta semana un conocido dirigente lo ubicó en una selecta lista de presidenciables para 2011, como figura de recambio generacional. La mala: que ese dirigente es nada menos que Alberto

Fernández, considerado traidor por Néstor Kirchner (esta especie de abrazo del oso, ¿será aceptada por el destinatario?). A propósito: ¿cómo reaccionarán los dirigentes Juan Domingo Zacarías y Jorge Maier del Movimiento Social Entrerriano, frente a esta postulación, siendo que en los últimos meses vienen manteniendo encuentros con el ex Jefe de Gabinete?

Lo cierto es que el escenario que se ofrece es como una pelea de vecinas cuyos insultos traspasan la calle ventilando cuestiones que no deberían ganar el aire. La continuidad de las rencillas sólo logrará que ambas partes resulten perdedoras y provocará que terceros empiecen a enfriar a cuenta espirituosos espumantes.

La realización de actos separados con motivo del Día de la Memoria, no fue precisamente una buena señal. Las autoridades del Consejo Provincial seguramente se darán su tiempo para decir algo. Porque entre medio de esta guerra inconcebible, hay afiliados y simpatizantes absortos, confundidos y desorientados, que no saben hacia dónde enfilar sus afinidades. Si el hastío los termina alejando, nadie los podrá tachar de traidores. Con la mentira se puede llegar muy lejos, pero sin ninguna posibilidad de retornar.

¿Guerra inevitable?

Para los olvidadizos de siempre, es importante recordar que la sexta disposición transitoria contenida en la reformada Constitución Nacional (1994), expresa: “Un régimen de coparticipación conforme lo dispuesto en el inciso 2 del artículo 75 y la reglamentación del organismo fiscal federal, serán establecidos antes de la finalización del año 1996; la distribución de competencias, servicios y funciones vigentes a la sanción de esta reforma, no podrá modificarse sin la aprobación de la provincia interesada; tampoco podrá modificarse en desmedro de las provincias la distribución de recursos vigente a la sanción de esta reforma y en ambos casos hata el dictado del mencionado régimen de coparticipación”. El inciso 2 se refiere a las atribuciones del Congreso.

Sergio Urribarri finalmente admite que debe hacerse una reformulación tributaria pero con sentido integral y es razonable, porque ese fue el espíritu de los convencionales. Sin embargo, rechaza que, al menos a cuenta, se reforme el Impuesto al Cheque, un gravamen que el kirchnerismo a la hora de los denuestos le atribuye a Fernando de la Rúa pero que en los casi siete años que lleva gobernando nunca pareció incomodarle ni intentó derogarlo, porque la Casa Rosada se queda con la parte del león. La deuda con la propia Ley Suprema acarrea 14 años.

El mandatario provincial ha dicho que quienes alientan esta modificación de los índices de distribución primaria, “claramente lo único que quieren es empeorarle las cosas al gobierno”. Si se refiere al gobierno nacional, no hay dudas de que su política distributiva que hoy le deja tres cuarta parte de la masa de impuestos coparticipables (la ley establece un 54,66 por ciento para las provincias y no el actual 25 por ciento), le empeora las cosas al interior en un avasallamiento de sus derechos indiscutibles. Si se refiere al suyo, resulta muy difícil entender que un gobernador asfixiado financieramente, con abundantes conflictos con los gremios estatales y serias dificultades para enfrentar situaciones de déficit presupuestario y rojo fiscal, no sólo se posicione del lado de quienes se oponen a una mejor distribución, sino que además y por lógica, apoyaría un eventual veto de la presidente a una ley que le sirva a los intereses provinciales.

Tampoco le molesta al gobierno entrerriano que se continúe drenando de la masa primaria un 15 por ciento para solventar la Anses y por ende la financiación de camiones, heladeras y lavarropas, mientras a los jubilados y pensionados no se le aplican los alcances de un fallo favorable de la Corte Suprema. Ese aporte lleva ya 15 años.

Hace tiempo adelantamos que ante la merma de sus legisladores en el Parlamento, el gobierno nacional no vacilaría en apelar a una herramienta que no es una potestad discrecional sino que su utilización debe ser muy fuertemente fundamentada: el veto presidencial (art. 83º C.N.). Y lo vinculamos con aquellas leyes que aún siendo sancionadas para el bien general, entorpezcan los planes y deseos del oficialismo.

Es decir que ante la pérdida de hegemonía en ambas cámaras, cuestión que no ocasiona la muerte de nadie, que en otros países no significa comprometer la gobernabilidad y que en nuestro país se toma como un tsunami político, Cristina Fernández tiene a mano este instrumento para usarlo a gusto y paladar.

¿Cómo se favorecería la Quinta de Olivos? Simplemente porque la mayoría simple o absoluta con la que se sancionan en general las leyes, son una cosa, excepto en situaciones tipificadas que demandan mayoría especial de dos tercios. Precisamente en el caso de tener que insistir frente a un veto, es necesario ineludiblemente reunir esos dos tercios en cada cámara, saliendo airoso el oficialismo porque la oposición no dispondría de tantos brazos para levantar. Un típico ejemplo de que los que ganan pierden y los que pierden terminan victoriosos. Y como si fuera poco, de no haber veto el gobierno unitario amenaza con derogar la norma que creó el Fondo Federal Solidario de la Soja (tienen razón pero marchen presos).

La cosecha récord que se prevé en Entre Ríos (más de 7 millones de toneladas entre los distintos cultivos), le darán al centralismo un impensado oxígeno en materia de retenciones a la exportación. ¿Cuánto recibirá nuestra provincia por semejante aporte? Nada (porque no es coparticipable), excepto las bajas remesas de ese Fondo creado en 2009 y del cual algunos municipios perciben migajas. Esto también debe rediscutirse y hasta los concejales peronistas de Paraná ya están impulsando una revisión de los índices actuales.

Incluso recuérdese que cuando se sancionó la Ley de Protección a los Glaciares, votada por unanimidad de los legisladores, ante el veto presidencial hubo quienes claudicaron de su pensamiento y principios, para terminar agachando la cabeza (entre ellos parlamentarios entrerrianos). ¿Se equivocaron los constituyentes? No. Sólo confiaron en que los futuros presidentes actúen con prudencia republicana, grandeza y respeto por el Poder Legislativo. Esta madeja podría desenredarse sin tropiezos si existiera un auténtico Estado Federal. ¿Realmente es inevitable el choque frontal?

Política fiscal perversa

En nuestro país el ciudadano se somete a un régimen fiscal donde indiferencia y resignación contribuyen a que 83 gravámenes se apliquen acumulativamente sobre el bolsillo de los argentinos. Ya sea una o varias las cargas de esta multiplicación fiscal, el peso recae inexorablemente en las espaldas de los contribuyentes.

Según un estudio sobre Política Impositiva Expoliadora, realizado por el lúcido analista económico Antonio Margariti, cada argentino que gana dinero honestamente
por su trabajo, queda sometido a impuestos que en conjunto se le quedan con el 22 por ciento de su ingreso monetario. Y si se gasta en el consumo diario o en adquirir bienes durables, aparecen otros impuestos distintos de diferentes jurisdicciones que arrebatan el 28,5 por ciento del ingreso original.

Sigue diciendo que “el conjunto de cargas fiscales constituye un sistema perverso que se ha ido construyendo siguiendo las cínicas recomendaciones de los ideólogos en materia fiscal, entre ellos Richard Musgrave (1910-2007). Cita Margariti que esta fiscalidad exacerbada que aplica el actual gobierno, aprovechando la indiferencia como la ignorancia de los ciudadanos, resulta de una confiscatoriedad sin límites. Y cita la apropiación de la cartera de fondos privados de las AFJP, aumento de impuestos internos aplicados a imprescindibles bienes de tecnología informática y electrónica y el avance sobre pequeños comerciantes e industriales al incrementar el monotributo de dos hasta siete veces. ¡Toda una pinturita! Hasta la semana que viene.