Por Oliva Taleb, especial para ANALISIS DIGITAL

Ha escrito sobre temas comunes. No sólo simples, sino comunes a gente conocida y desconocida. No ha podido evitar hablar del dolor y la alegría de superarlo. Ha llegado a una instancia donde sabe que depende de la sabiduría de alguien más. La justicia es un derecho en manos del DERECHO. Cree que hay un hilo conductor que acerca la juventud para salvar a los adultos. No es una casualidad. Es la vida a poco más de 30 años, que acerca la esperanza, consciente, que no toda la verdad alcanzará la luz. Que no todo estará dicho en una sentencia. No ha de caer en repetir frases vacías, desalentadoras, y, ¿por qué no?, desacreditadoras. Por vivir en el planeta Tierra, cree en la Justicia de los hombres, en los deben impartirla, promoverla, y muchas veces, a pesar de ellos, sin que se llegue a saber toda la Verdad. Los que creen en Dios, se permiten descreer de la Justicia Divina…“Si hay un Dios, ¿por qué suceden tantas desgracias?”….

Aunque haya cuidado que su cerebro no debilite la memoria, intuye que no ha de alcanzar para que finalmente sea revelada.

Aunque se haya transitado entre matorrales, buscando evidencias. Aunque se hayan levantado piedras y cascotes, buscando reconocerlos con el tacto, si fueron ellos, sobrevivientes a la intemperie y al atropello de la furia para destruirlos, de una tapera.

Aunque se hayan encontrado destruidas construcciones en medio de una prolija unidad castrense. Aunque se hayan cerrado los ojos, tratando de reencontrar los sonidos que la noche no podía hacer callar. Aunque se hayan verbalizado recuerdos paridos con dolor por haberlos vivido. Aunque se sucedieran testimonios desgarradores sobre la miseria humana. Aunque todo eso pasara en un tiempo que se hizo eterno, ha quedado sin despertar la conciencia, de los que tenían, sino todas, la mayoría de las respuestas.

No han sido capaces de hacer suyas las verdades con que supieron justificar el terrorismo de estado, por boca de sus máximos responsables. Basta recordar la ausencia de misericordia al reconocer que una guerra tiene muertos y desaparecidos. “Los NN no están”… Basta recordar a algunos responsables que no pudieron huir de sus conciencias, para reconocer finalmente que fueron partícipes necesarios de esas desapariciones. Basta recordar que la más alta autoridad militar de la democracia, el Tte. Gral Balza, al pedir perdón por no honrar a las FFAA de la Patria, descubrió la soledad que lo acompañaría en tal gesto. No lo han hecho, porque siguen siendo los mismos que entonces. Contraatacaron como entonces. Ése es el gran problema, insistir en ocultar la verdad. Callar el nombre del que enchufaba “la 220”, del que ultrajaba, violentaba la persona humana, de cada uno de los que integraron la patota, del que dirigía los interrogatorios, del “bueno” que suspendía la tortura, y decidía cuándo recomenzar. Mirando para otro lado, desobedeciendo el paso del tiempo, nunca se sabrá si “Ramiro” vive o lo que es peor, si cada uno de Uds. no fue “Ramiro”.

La sanación de viejas heridas, ha sido lenta. Sea cual fuere la sentencia, el presente está incompleto. Faltarán los jóvenes que una fría noche de invierno, fueron obligados a salir de los calabozos, para nunca más volver… Sin remordimientos, sin culpas, se duerme más tranquilo. Lo dice el Evangelio: Sólo la verdad los hará libres.

Que tu salario sea la paz.