Por Oliva Taleb
Especial para ANÁLISIS DIGITAL
Y como diría cualquier abuela universal, “al mal tiempo, buena cara”… O sea, hacerse el distraído con esos tipos dedicados a llevarse tu fortuna, robándote la sonrisa. Roban porque tu sonrisa abre puertas sin llaves maestras y en ella se encuentran las respuestas a preguntas, que algunos adultos, no todos, no dudan, ni temen formular. Son los que le piden voz al chapulín colorado para decir “¿y ahora quién podrá defenderme?”.
Mientras acá en el extremo sur, se llora tanta sangre femenina derramada, allá en ese país interesante del norte, miles de mujeres, agraviadas verbalmente, miles de extranjeros, o descendientes de ellos, vilipendiados, estigmatizados, quizás sientan que injustamente, les robaron la sonrisa por los próximos cuatro años. No tienen la certeza cuál hubiera sido el destino si otro hubiera sido el resultado. Lo que sí puede afirmarse que no se encontrarían tan cercanos a sufrir síntomas similares a los afectados por el Síndrome de Estocolmo.
Con “Cambalache” como música de fondo, el siglo XXI, en una misma tribuna la Biblia y el calefón debaten en encontrar ladrones de sonrisas populares. No están solos en ese partido que cada cuatro años se juega. Lenta, sutilmente, la solidaridad despierta sin idioma y sin frontera… Para decir a viva voz que no estarán solos cuando los encuentre la noche, en nuevas cazas de brujas. O agradeciendo haber parido a Messi, sin la “mano de Dios”.
Dale cuatro años de pena a quien se ha robado tu sonrisa. Tómate cuatro años para recuperarla, y cuidarla responsablemente. Que no te devore la venganza. Que no quedes preso de ella. Habrás aprendido, que quien ríe último, no ríe mejor. Podrá reír. Lo hará solo, de soledad absoluta, sin nadie con quien festejar.
(Imagen: www.mundonews.com.ar)