Por Oliva Taleb, especial para ANALISIS DIGITAL
Nos hemos equivocado tantas veces, y tantas veces supimos reconocerlo, que no nos sería extraño, hablar de ello. La gente que se mira al espejo y descubre detrás la imagen real que le devuelve, que se reconoce, es lo que comúnmente se llama gente de bien. Somos dos más que no hacen leña del árbol caído, seguros que podrán sorprendernos más tarde o más temprano, después de la lluvia, ver nacer un retoño. Mira, he visto en estos días, las miserias y grandezas que habitan en nosotros, cual batalla campal. Afortunadamente, no nos paralizan las desilusiones. No hemos sido autores de ellas. Tampoco sus protagonistas. No las ignoramos, ni ignoramos que el dolor conmueve. No estamos blindados. No nos encontrarán vestidos de agoreros, porque no hemos sido ni seremos miserables. No nos verán señalando con el dedo, como tampoco oirán el “yo lo sabía”. Nuestros padres, sí, el tuyo y el mío, comprendieron nuestros sueños, aún sabiendo el doloroso precio que debería nuestra generación pagar por ellos. Nos dejaron ser. Nos dieron la libertad de emprender caminos, con dolorosos destinos. No nos quedamos al costado de ellos, contando, recogiendo los heridos de batallas absurdas.
Nos hemos ido de nuestros hogares, para regresar una y otra vez. Presentes en las fiestas que celebran nuevas presencias para enriquecer nuestras familias. Algunas veces, para qué negarlo, no hemos sido bien recibidos. El desconfiado, desconfía del extraño, porque cree que es de su misma condición, un extraño al que quizás debiera, dársele la oportunidad de conocerlo. Nos han marcado la cancha, creyendo que sólo algunos saben el arco donde se debe patear… y, los hemos dejado andar. Peor aún, los hemos dejado llegar, lamentablemente, muy lejos… La omisión, el silencio, pesan en las conciencias, aunque no sean explícitas. Como los niños, sin límites, “se te van de las manos”… Como adolescentes, dejamos que crean que la juventud es eterna. La omnipotencia no es una virtud precisamente. Ella conduce sin piedad a darte contra la pared. Y cuando se reconocer cuanto duele el cuerpo por ese golpe… comprendimos, aprendimos, que para levantarse y continuar el camino, se necesitan fuerzas desconocidas, casi extremas. No te preocupes, no escribiré sobre eso…
-¿Entonces cuál es el tema, hoy?...
- No hay tema. Hay un desafío. El CARPE DIEM. El presente es la antesala del Carpe Diem del mañana. Por supuesto, descarto, compartes que escriba sobre él….