Desde la Universidad vienen haciendo control es de calidad de agua desde hace varios años. “Ya el año pasado notamos turbidez pero en niveles relativamente aceptables y en las primeras semanas de agosto, se encontró una gran turbidez que multiplicó por cinco el máximo admisible que indica el código alimentario argentino. Es decir, cuando el máximo es tres acá estábamos en 17 y se mantenía durante un tiempo”, comentó Marcó.
Ante ese panorama las autoridades locales actuaron para paliarlo y entre el lunes y martes se mejoró la calidad del agua “que volvió a niveles nada más que aceptables. Lo ideal es que esté en 0,1, el máximo es tres y hoy estamos en dos, sólo admisible”, dijo Marcó.
No obstante, lo que más preocupa es “el proceso lento de abandono de la planta potabilizadora de agua, que es un sistema que no deja de funcionar ni un minuto y requiere de un compromiso funcional enorme, de mantenimiento de equipos, de capacitación del personal y actualización permanentes. Y esto es lo que no se hace”, subrayó al tiempo que destacó: “A la mayoría de las plantas potabilizadoras no se les presta la debida atención. Esto es así en distintos puntos del país”.
La salud de los que menos tienen, es la que está en juego, nada más ni nada menos. “Dentro de esa agua sucia se esconden bacterias, virus, sustancias tóxicas que si la población ingiere de manera crónica, tiene serias consecuencias y riesgos para su salud. Algunos pueden adquirir filtros o comprar agua envasada pero los que no tienen medios, no”, diferenció.
La problemática rápidamente se traduce en problemas para la salud. “Hace años que medimos los casos de diarrea que se registran en el Hospital Urquiza que funciona en nuestra ciudad –ahora al lado de la nueva Facultad– y hemos detectado una tendencia en aumento de los casos de diarrea, pero habría que medir parasitosis y otras enfermedades”, dijo Marcó.
Consultado sobre las respuestas de parte del Municipio de Concepción del Uruguay, el responsable del programa Salud para todos comentó que durante la gestión actual de Marcelo Bisogni se financió el desarrollo de un plan maestro para la planta y la red de agua que ya tiene financiamiento otorgado “pero no sabemos bien por qué no se pone en marcha. Es una obra que amplía mucho la capacidad de la planta actual, mejora la red y va a ser de enorme beneficio para la población”.
No obstante aclaró que la idea es que “la planta funcione bien siempre” y para ello es preciso cambiar la mirada en torno al problema. “Arrastramos un error conceptual importante. La empresa que se encarga de esto siempre se llamó Obras Sanitarias de la Nación. El término “obras” es equívoco porque conduce a pensar que el secreto está en la construcción de la obra y en realidad debería llamarse Servicios Sanitarios, lo cual da la idea de un proceso al que hay que atender todos los días. Porque si no se lo mantiene, no se capacita al personal, etc., esa planta nueva va a empezar a funcionar mal de nuevo”, aseguró el profesional.
Otra arista de la problemática, que merece mayor atención de parte de las políticas que administran el recurso agua, apunta a la descentralización. “En 2011 hicimos toda una propuesta denominada Uruguay ciudad sana, donde propusimos trabajar en diversos temas, uno de ellos el agua y acercamos alternativas de cooperación para prestar el servicio como corresponde porque consideramos que es preciso brindar este servicio esencial, de manera descentralizado, no privatizado, pero sí alejado de la burocracia municipal. Esto sentaría las bases de un proceso de cambio en el préstamo de este servicio básico”, subrayó Marcó.
El informe de la Universidad lo decía bien: los valores de turbidez del agua “han ascendido muy por encima de los valores recomendados tanto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como por el Código Alimentario Argentino (CAA)”.
Y de mantenerse tales niveles de turbidez o su tendencia ascendente “se estará frente a un factor de riesgo importante para la salud de las personas”, advertían a la comunidad y a las autoridades municipales correspondientes. Es que esa agua sucia alberga múltiples “microorganismos causantes de enfermedades (virus, parásitos y algunas bacterias), estimulan su proliferación y aumentan la demanda de cloro. Esto significa que, para que la desinfección del agua de red sea eficaz y que disminuyan los riesgos de servir como vehículo de agentes causantes de enfermedades, la turbidez debe ser baja”.
“En las muestras tomadas por el Laboratorio de Calidad de Aguas del Programa Salud para Todos de la Facultad de Ciencias de la Salud –realizadas en los primeros días de agosto– los niveles de turbidez han llevado el promedio mensual de julio a sobrepasar la línea de las 7.5 UNT (unidades nefelométricas de turbidez), con picos de hasta 12 UNT”, rezaba el documento para luego especificar que lo que la OMS considera adecuado “es un nivel de turbidez inferior a una UNT y el Código Alimentario Argentino, por su parte, contempla como máximo admisible un valor de tres UNT”.
Luego, como la tendencia, durante agosto, seguía en aumento, se elevó nota informativa al intendente Bisogni y a la secretaría de Salud y Ambiente “con la recomendación de que se tomen urgentes medidas de corrección de los procesos de potabilización o distribución que estén implicados en la situación actual”.
Asimismo sugerían que en el caso de observarse en los domicilios una turbidez visible del agua no se la beba “sin antes hervirla o haber verificado su inocuidad mediante análisis de calidad”.
El viernes 5 de agosto se habían tomado muestras en cinco puntos representativos de toda la red urbana de Concepción del Uruguay. El pico máximo había alcanzado un valor promedio entre las muestras, de 17.5 UNT (unidades nefelométricas de turbidez). A partir de allí y en días posteriores, la tendencia fue en baja, aunque los valores distan de ser los recomendados por la OMS (una UNT) y el Código Alimentario Argentino, que contempla como máximo, sólo tres UNT. Luego, la muestra obtenida el lunes 8 de agosto en el centro de la ciudad, arrojó como resultado de su análisis, una nueva suba en la turbidez del agua de red (ocho UNT).