Por Juan José Noguera

Un arcoíris detrás de un arco como una premonición; amigos de la infancia que viajan a ver al futbolista del grupo que busca un ascenso; el convencimiento de un plantel para revertir una serie adversa; y las imágenes del penal que Sebastián Bértoli le atajó a Juan Gáspari para completar una serie de ascensos de película. Esos son los recuerdos que parecen tener más grabados en la memoria Esteban Orfano, Matías Garrído, Marcos Quiroga y Carlos Quintana, a cinco años de haber conseguido llevar a Patronato a Primera División.

Fue un 6 de diciembre de 2015, frente a Santamarina de Tandil, con un triunfo 2 a 0 (goles de Marcos Minetti y Garrido, ambos en el segundo tiempo) que permitió equilibrar una llave que comenzó cuesta arriba (1-3, de visitante) y llegar a los penales en el arco de calle Ayacucho, donde Orfano tuvo la premonición: “El día anterior al partido salió el arcoíris detrás del arco donde ganamos por penales y en ese mismo instante le dije a Iván Delfino: ‘Quédate tranquilo que mañana en ese arco logramos el ascenso’. Gracias a Dios se pudo dar y en ese arco. y aquel presentimiento tan fuerte que tuve se hizo realidad”.

Para Garrido fue una tardecita soñada, con golazo incluido de tiro libre, un centro certero para el frentazo de Minetti y el aliento del otro lado del alambrado de aquellos con los que compartía travesuras en San Juan, mucho antes de dibujar parábolas a los ángulos y gambetas por el litoral. “Recuerdo que fueron los amigos de toda la vida a ver ese partido. Fueron a apoyarme porque tenían la fe de que íbamos a ascender y a festejar; se hicieron un viaje larguísimo para verme. Eso quedará marcado para toda la vida. Son gestos que marcan la amistad, el cariño que uno tiene desde chico y gracias a Dios se dio todo redondo”, describe.

Las cosas no habían comenzado como esperaba el DT Iván Delfino y compañía en Tandil, porque una inesperada derrota como visitante hacía tambalear los sueños de ascenso. Esa pizca de suspenso generó cierta angustia y ansiedad en los hinchas, que repitieron la frase “lo damos vuelta” como un salmo durante la semana previa a la revancha en el Grella. Puertas adentro, el plantel mantuvo la calma y la seguridad de quien sabe lo que hace. “El recuerdo que tengo siempre es en esa final con Santamarina, en esa semana después de haber perdido en la ida. Siempre estuvimos convencidos que lo íbamos a dar vuelta... Y creo que fue eso, el empuje de todos nos llevó al ascenso”, rememora Quiroga.

Quintana coincide con el Negro, aunque prefiere no apuntar una sola anécdota sobre la tarde gloriosa que le permitió a Patrón acompañar a Atlético Tucumán (campeón) a Primera, como ganador del Torneo Reducido. “Tengo muchos recuerdos lindos porque, más allá de que habíamos perdido el primer partido, sabíamos que merecíamos ascender por todo lo que habíamos hecho todo el año y gracias a Dios se nos dio. Las imágenes del último penal no se me van a borrar nunca y van a quedar para siempre en mi retina”, reconoce el actual defensor de Argentinos Juniors, que luego de su temporada y media con el Rojinegro armó las valijas para sumarse a Talleres de Córdoba: a los seis meses obtuvo otro ascenso a Primera.  “Y la verdad que desde esa campaña con Patronato las cosas me van muy bien”, comenta con una sonrisa.

Por su parte, Quiroga siguió su carrera por Instituto de Córdoba, Juventud Unida de Gualeguaychú y Los Andes. Actualmente, se prepara para jugar el Torneo Regional Federal Amateur con Ben Hur de Rafaela, cerquita de su Sunchales natal, desde donde lo trajo Delfino pese a que en Paraná poco se sabía de sus cualidades como volante central. Garrido y Orfano están en el exterior. El sanjuanino disfrutó de las primeras temporadas del Rojinegro en la élite, pero luego emigró a Sarmiento de Junín buscando protagonismo y en apenas seis meses casi logra dar otro salto de categoría: “Me tocó perder la final por el ascenso”. Hoy viste los colores de Olimpia de Honduras. Orfa, por su parte, llevó su velocidad a Atlético de Rafaela, Instituto de Córdoba y Nueva Chicago. Hoy juega para Jorge Wilstermann de Bolivia, donde se dio el gusto de disputar la actual edición de la Copa Libertadores.   

Ninguno de los cuatro jugadores duda al definir en una o en un puñado de palabras al plantel que completó la mejor campaña del Santo en sus cinco años de B Nacional. “Al equipo del ascenso lo definiría con la palabra ‘unión’. Todos tirábamos para el mismo lado, juegue quien juegue y los más grandes marcaban el camino...”, considera Quiroga. “Es difícil definirlo con una sola palabra, pero diría ‘humilde’”. Desde Chile y Honduras, a pesar de los kilómetros de distancia, Orfano y Garrido coinciden como si se leyeran la mente: “Hambre de gloria”. Tres palabras, una definición. “Yo definiría aquel equipo como uno de gente con hambre de gloria, humilde, trabajadora, con un mismo objetivo y compromiso de principio a fin”, destaca el nacido en La Matanza. “Hambre de gloria. Esas son las palabras que se me vienen a la mente porque era un equipo que estaba convencido de lo que quería; el deseo de conseguir ese ascenso se veía en cada partido y se marcó mucho en la remontada, porque teníamos toda la fe que podíamos lograrlo y se logró”, sostiene la Ardilla.

Cerca o lejos, jugando en Primera o en el último escalón del ascenso, ninguno le pierde pisada a la campaña de Patronato. Y es lógico, son como los padres que custodian los primeros pasos de sus hijos. “Al Patrón lo sigo siempre porque es un club del que me quedó mucho cariño y siempre deseo que le vaya bien”, expresó Quiroga. “Obvio que la sigo y trato de ver como salió”, contestó Quintana. “Siempre sigo al Patrón en donde esté porque es un club que yo le tengo mucho cariño y respeto, entonces siempre que puedo lo veo. He vivido momentos hermosos, tanto yo como mi familia en Paraná y Patronato me ha dado la posibilidad de trabajar en una institución que siempre quedará en mi corazón por todos los momentos vividos”, valora Orfano. Garrido, coincide: “Al Patrón lo sigo siempre. Tengo amigos, gente muy querida ahí. Patronato tiene mi corazón, así que siempre estamos alentando, haciendo fuerzas para que le vaya bien y queremos siempre lo mejor, junto a mi familia, para el club. Son cosas muy lindas vividas ahí y esperemos que siga creciendo, ver un Patronato muchos años en Primera y si tiene la posibilidad de jugar un torneo internacional sería algo muy lindo. Así que le deseo siempre lo mejor”.  

A cinco años del ascenso, siguen custodiando el sueño que lograron con Patronato.

(*) De ANÁLISIS DIGITAL

Fotos: Olé-Clarín.