*Por Diego H. Fernández

(Especial para ANÁLISIS)

Argentina es un país mágico y no precisamente por ser una potencia mundial en todas sus actividades (aunque no tengo dudas que podría serlo), sino por todas las cosas por las que atraviesa su pueblo y así y todo siempre se levanta, muchas veces créanme como por arte de magia. En el fútbol, si podemos decir que somos potencia, obviamente no los mejores, pero estamos en ese lote que siempre es candidato a pelear la cita mundialista. Hemos tenido a lo largo de la historia futbolistas de la talla de Di Stefano, Maradona, Kempes, Messi entre tantos otros, hemos alzado en dos oportunidades la Copa del Mundo y estando cerca de volver a hacerlo en otras oportunidades. Pero, en este país siempre hay un pero y el fútbol argentino se divide en por dos caminos: el de selección y el de torneos locales.

Mientras en uno cada día estamos mejor y sembramos esperanzas de gloria continuamente en el otro la cosa no es tan llena de rosas, salvo por las espinas. Sin embargo como explicar una cosa y la otra. En la selección después de la designación de Scaloni y las dudas que generaba por su falta de experiencia y en un contexto que no venía de la mejor manera por esa negada consagración que a la selección argentina se le hacía esquiva, el barco comandado por Scaloni llegó a buen puerto, no solo por la obtención de la Copa América en Brasil y contra Brasil en la final sino porque se dio la famosa renovación de una manera cero traumática, se consolidó un grupo humano homogéneo desde la heterogeneidad de los de antes que quedaban y los de ahora, pero como corolario la selección juega bien, muy bien.

Y lejos de subirme a las estadísticas de los partidos que lleva invicto el árbol no me tapa el bosque, la selección no es candidata porque lleva muchos partidos invictos y después de muchos años derrocó el invicto de la gran selección del Coco Basile sino porque como dije anteriormente juega bien, y a que me refiero con jugar bien a que tiene una idea de juego basada en el protagonismo con posesión de balón y profundidad, y ejecutantes a la altura de las circunstancias que además tienen entre ellos a Lio Messi con la madurez que le dan los años esa que tal vez hace que no lo veamos con la chispa tan continua como la de hace ocho años atrás, pero que cuando se enciende genera más descalabros que antes porque ya no es Messi y 10 más sino 10 más Messi.

Pero que pasa en el otro camino, bueno todo lo contrario. Un fútbol local que se desarrolla en un país infectado por la desidia, la desorganización y la desesperanza. Torneos que cambian de formato no importa cuando estés leyendo esto, canchas hace años sin visitantes, violencia que aún así sigue estando presente, hace poco autos incendiados en el predio de Aldosivi, hace una semana hinchas de Colón irrumpiendo el entrenamiento de los jugadores con dirigentes imputados por ser parte de esto y hace unos días en la Copa Argentina (único espacio donde todavía había dos hinchadas) algunos personajes a los que no se les puede llamar hinchas tirando piedras y rompiendo butacas del hermoso estadio de Mendoza. Pero como separar esto que ocurre en el fútbol nuestro de cada día con lo que nos sucede en nuestra vida día a día.

Argentina es un país condenado al éxito, porque a pesar de todo sigue existiendo y sigue siendo un país. Por eso en un contexto local altamente nocivo para que el fútbol fluya por carriles normales este sigue haciéndolo, todavía seguimos levantando una piedra y salen nuevos cracks (mientras siga habiendo yeguas va a haber potrillos decía León Najnudel) todavía siguen habiendo una alta capacidad en los formadores y entrenadores a pesar a veces de las precarias condiciones en las que trabajan y obviamente sigue habiendo pasión en los hinchas, esos que todos los días salen a pelear la vida en un contexto social cada vez más difícil.

Si enlazamos este contexto con la selección no debería ser casualidad que en la actualidad en la lista final de jugadores que viajaran representando al país solo tal vez uno, si solo uno juega el torneo local, esto a diferencia de por ejemplo la última selección argentina que alzó la Copa del Mundo llama mucho la atención ya que en ese momento entre sus 22 componentes tenía a varios jugadores que vestían las camisetas de los equipos locales como por ejemplo: Ruggeri, Pumpido, Enrique, Tapia, Olarticoechea, Bochini, Cucciufo,

Batista, Giusti, Clausen, Almirón, Borghi, Garré, más Islas Y hasta en ese momento José Luis Brown integró la lista estando sin club. Quedará a criterio del que lee sacar conclusiones de lo que ha pasado en 36 años para que haya tanta diferencia entre una lista y otra. ¿Es por un tema de que ahora salen mejores jugadores y enseguida se van a Europa? ¿Es porque económicamente los jugadores son insostenibles? ¿Es porque el nivel del fútbol argentino no es el mismo de antes? O ¿por qué es?

Ya somos campeones, no tengo dudas de eso, y no importa que suceda en Qatar porque la selección Argentina nos representa, porque es una esperanza futbolística en la desesperanza y ya eso es muchísimo. Entonces no esperemos ansiosos solo ver la cita mundialista para alzar la copa sino como la oportunidad de darnos cuenta que a pesar de todo el fútbol da muestras de vida y que a pesar las adversidades que ya no son “pandémicas” sino “endémicas” seguimos siendo aunque sea en el fútbol una potencia. Ojala y esto sí es un deseo de todo corazón este país no lo autodestruya como está acostumbrado hacer con un montón de actividades hace décadas.

* Ex arquero profesional. Actual director técnico.