Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
En plena expansión de los fondos del Estado, la universidad hace agua y en Paraná y sus alrededores sobran ejemplos que explican aspectos de la crisis pero también preanuncian un futuro nublado, desmejorando, con presión y temperatura en alza. El modelo unitario fiscal, chantajista y vacasojero aflora donde uno menos lo pensaba. Conocer qué ocurre en Bioingeniería sirve para sospechar hacia dónde se encamina el país.
La actividad se paralizó en dos facultades, Bioingeniería y Ciencias de la Educación con tomas de facultades. Luego, las aulas recobraron su ritmo. Pero la raíz de la crisis sigue intacta.
La vida, la salud, la tecnología de punta, la informática, la soberanía en medicina, la sustitución de importaciones caras, todo esto que parece vital para el desarrollo de nuestro país y que nos sacaría del modelo agroexportador o, mejor, hartofracasador, todo esto que confluye en la carrera Bioingeniería, ayuda a comprender en parte la aguda crisis que padece la universidad argentina, entrerriana.
Conocer el abecé de la debacle universitaria permite diagnosticar y prevenir la debacle general del país, cosa que afecta a obreros, patrones, alumnos, docentes, policías y ladrones. A todos.
Sabido es que la Nación recauda cada año más y más y reparte en proporción cada año menos y menos, en parte porque acumula para pagar deuda externa, y en parte porque se reserva para abrir el grifo hacia las provincias según el grado de adhesión del gobernador o el intendente. Más abre al que más se abre, sería la nueva acepción de federalismo.
Pero ese unitarismo de facto no se circunscribe al manoseo del sistema de coparticipación. Alumnos y docentes de las universidades del país están denunciando un “chantaje” sobre las altas casas de estudio que consiste, precisamente, en programas de financiamiento por fuera del presupuesto escaso. La facultad que quiera mejorar sus recursos tiene que entrar en un proceso de acreditación. Es un trueque: perder autonomía es igual a ganar plata. Preservar autonomía es igual a perder plata. Tómalo o déjalo. Así en la universidad como en las instituciones “federales”.
La Nación no acepta un sistema en el que las universidades determinen las acreditaciones externas, sino que impone una entidad llamada Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), en que predominan representantes de políticos oficialistas y con llamativas coincidencias con postulados del Banco Mundial.
No todos los alumnos y docentes resisten esta invasión y piden presupuesto genuino, porque el asunto es difícil y tiene varias aristas. La resistencia tiene costos a corto plazo. Aquí van sólo algunas parciales, para meditar.
Cuatro privilegiados
Estos ejemplos valen la pena. Están aquí, a la vuelta de la esquina, en la hermosísima Oro Verde, y son nuestros jóvenes, y son nuestros problemas irresueltos.
Fernando Sassetti ideó junto a su amigo Martín Carrizo, y de cabo a rabo, el modo de fabricar lentes intraoculares e introducirlos en el mercado bajo normas internacionales, un 60 por ciento más baratas que las importadas. Realizaron los diseños, los estudios de factibilidad técnica y económica, y se aproximaron al proceso de producción. Las lentes reemplazan al cristalino del ojo en cirugías de catarata y son muy usuales: la Argentina las importa por millones de pesos al año. Todo lo hizo Fernando a partir de los conocimientos que desarrolló en la Facultad de Bioingeniería, en Oro Verde.
Jesuana Aizcorbe diseñó protocolos de experimentación para trabajar con células aisladas. “Las células cardíacas tienen actividad eléctrica. Esa actividad está dada por corrientes de iones que pasan a través de la membrana de las células. Lo que hice fue diseñar los protocolos para estudiar esas corrientes”, explica Jesuana. Todo lo hizo en su carrera: Bioingeniería.
Diego Fainstein trabajó en desarrollo informático y electrónico aplicado a investigación básica. “Son herramientas que se utilizan para estimular células cardíacas, pulsos de voltaje que se aplican cerca; y un sistema para registrar esas señales. Las señales de que hablaba Jesuana son de corriente, la parte que yo hice registra voltajes, que es otra variable eléctrica. Eso se ingresa a una computadora y se hacen cálculos automáticos sobre esa señal, cosa que antes se hacía a mano”, explica.
Los dos proyectos, el de Jesuana y el de Diego se desarrollaron en el marco de un proyecto de investigación y desarrollo que ya terminó, por falta de recursos, sobre los efectos del Mal de Chagas en las propiedades del corazón. El Chagas ha sido y es un flagelo para muchas familias pobres entrerrianas, argentinas.
Esteban Rossi inventó un “Polígrafo computarizado de bajo costo” que permite registrar señales biológicas (electroencefalogramas, electrocardiogramas, ondas respiratorias), monitorizarlas en una PC y procesarlas para sacar conclusiones sobre esas señales. Su aporte puede ser muy útil en ambientes donde se estudia fisiología humana básicamente.
Y bien, estos cuatro jóvenes se rompieron el alma y algo más para estudiar Bioingeniería, y son unos de los privilegiados del sistema: consiguieron trabajo en su país. Dan clases en su facultad.
Ahora veamos. El básico del auxiliar de primera semi exclusivo asciende a la friolera de 4.000 pesos. ¿Es mucho?
Pensemos: es bastante menos que la mitad de lo que cobran algunos jueces, y estamos hablando de docentes a los que la Ley de Educación Superior exige que sean graduados, y que deben propender a la máxima especialización. O sea, hay casos en los que el docente estudió seis años una carrera de grado más cinco años un doctorado, pero además estamos hablando de un país en crisis como la Argentina cuya salida bien podría ser la ciencia, y ni hablar de la ciencia vinculada a la informática y la robótica sobre temas de salud humana, que es en fin la especialidad de los bioingenieros. Es decir, un rubro estratégico para el desarrollo en serio. Ahora, ¿es mucho dinero 4.000 pesos mensuales para estos docentes?
Todo depende del proyecto de país que se tenga. De hecho, a algunos les parecerá un sueldo razonable para incentivar el desarrollo por este lado, y a otros les parecerá desproporcionado. Sin embargo, admitirán, en un país que se jacta de batir récord sobre récord de recaudaciones y que está supuestamente empeñado en sacarnos del atraso que significa frenarnos en la producción primaria no elaborada, y posicionarnos de otro modo en el mundo, la estrategia parece inteligente.
Ahora bien, ¿qué diremos si estos profesionales en verdad en lugar de cobrar 4.000 pesos (1.300 dólares) cobraran 400 pesos (130 dólares), y una parte de esos 130 dólares en ticket canasta?
Bien: la realidad es esta última. Lo primero fue un engaño para montarnos en una utopía, nada más, para soñar en otro modelo posible. 135 dólares y parte en ticket para canjear en el súper, ni siquiera todo en billetes, de modo que no todos esos 400 pesos se tienen en cuenta para la jubilación y la obra social.
Esto ocurre en Bioingeniería, una carrera que se supone estratégica y cuando la patronal, el gobierno nacional, acumula divisas como hace décadas no lo hacía, debido a los récord de recaudaciones. ¿Cómo será en otras carreras, y cuando llegue la estación de vacas flacas?
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
