Marcelo Comas
Silvia Dalotto es una de las mejores deportistas que entregó Paraná. La ex campeona mundial de aguas abiertas en 1990 fue una reconocida exponente de los deportes acuáticos y dueña de una conducta intachable. En la memoria colectiva de los paranaenses quedarán grabadas sus memorables actuaciones en la Hernandarias-Paraná. Ahora las brazadas quedaron atrás para darle lugar a su nueva función de secretaria ejecutiva del Comité Olímpico Argentino (COA). A pocos meses de los Juegos de Beijing, ANALISIS la entrevistó para conocer en profundidad qué tan arraigado está el espíritu olímpico en nuestro país, qué trabajo realiza en ese organismo y cómo analiza la suspensión de la última edición del Maratón Hernandarias-Paraná. “Era previsible –dijo-. Era imposible mantener una prueba así cuando el contexto mundial te indica que esa especialidad está apuntando para otro lado”.
Cómo olvidar aquellas brazadas interminables que surcaban el Gigante marrón. Las mismas que la catapultaron a un sitial de privilegio en el firmamento deportivo de Paraná. Para muchos es la mejor exponente en aguas abiertas que entregó al mundo la capital entrerriana. Ella siempre respondía a los elogios con cierta timidez, marcando distancia con su bajo perfil, pero a la vez afable. La mejor recompensa quedaba expresada en el saludo fraternal y efusivo de la gente.
Llegó el tiempo del retiro y la profesora de Matemáticas aceptó el desafío de trasladar la pasión que demostraba en cada carrera a un lugar que podía modificar su destino en el mundo del deporte. Por ese entonces ocupaba sus horas dictando clases en un colegio secundario y además se desempeña como árbitro general de la Federación Internacional de Natación (Fina), cargo en el que fue nominada hasta 2012. Las vueltas de la vida quisieron que dejara su Paraná natal para radicarse en Buenos Aires y hacerse cargo de la Secretearía Ejecutiva del Comité Olímpico Argentino (COA).
-¿Desde cuándo te desempeñás en el Comité Olímpico Argentino?
-En 1999 recibí por primera vez una propuesta de trabajo del COA y no la acepté. El 13 de noviembre de 2003 me hizo una nueva oferta el entonces presidente, Antonio Rodríguez, aún recuerdo sus palabras: “Te quiero incorporar al staff del COA, ¿qué tan arraigada estás en Paraná?”. Por ese entonces yo tenía mis 36 horas cátedra como profesora de Matemáticas, tenía en el verano mi propia escuela de natación, en definitiva, mi vida estaba armada. Acepté el desafío y el 5 de enero de 2004 llegué a instalarme en Buenos Aires.
-¿Cuál es tu función en ese organismo?
-Comencé a cargo del museo, la biblioteca y todos los cursos nacionales e internacionales que se hacían en la Argentina. Al cabo de 18 meses manejaba 18 de los 21 programas de Solidaridad Olímpica (la comisión del Comité Olímpico Internacional que distribuye los recursos financieros a través de programas). A los dos años pasé a ser la secretaria ejecutiva de presidencia y ésta sigue siendo mi función actual.
-¿Cómo se viene trabajando ante la proximidad de los Juegos de Beijing?
-En la página web del COA (www.coarg.org.ar) hay una sección denominada “Rumbo a Beijing”. Ahí está la información de lo que se trata en las reuniones. Allí se pueden ver las acreditaciones que se han realizado, los instructivos respecto de la ropa para los atletas, tanto de desfile como de premiación, las advertencias respecto de usos de blogs por parte de atletas y oficiales. Hay mucha tarea y se comenzó a trabajar en agosto del año pasado.
-¿De qué manera asiste este organismo a los deportistas en el período denominado Olimpíadas?
-El COA es una asociación civil sin fines de lucro, no gubernamental. Sólo posee los recursos financieros que obtiene de sponsors y de Solidaridad Olímpica a través de programas. Entre estos programas se pueden mencionar: becas para atletas, becas para capacitación de entrenadores, cursos para dirigentes, desarrollo de la estructura -no confundir con infraestructura- deportiva nacional.
-¿Seguís ejerciendo la docencia?
-No. Estuve dando la cátedra de Historia del Deporte y Olimpismo en una reconocida escuela de periodismo deportivo en Buenos Aires, pero lo dejé este año porque tengo mucha carga de trabajo de años, muchas responsabilidades, mucho estrés, muchas presiones, mucho de todo. Las matemáticas sólo las he recordado cuando Delfina, la hija menor de mi pareja, ha necesitado alguna explicación. Debo confesar que ya me estoy olvidando de los temas y creo que en definitiva ha salido adelante sola.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
