Luis María Serroels
Especial para ANÁLISIS
La cuestión comenzó hace tiempo, traducida en una campaña de exaltación hacia el caudillo oriental José Gervasio Artigas (1764-1850) generada por el gobierno provincial. Una actitud legítima que debe ponderarse sin retaceos, porque se enfoca en quien fuera inspirador de la Liga de los Pueblos Libres, habiendo protagonizado duras luchas en defensa del federalismo y demandando la consagración plena de las autonomías provinciales frente al centralismo de Buenos Aires.
Hasta ahí todo bien y jamás podríamos objetar este reconocimiento hacia uno de los más fervorosos defensores de la unidad nacional, quien logró el 29 de junio de 1815, desde Concepción del Uruguay, lanzar el primer grito de independencia de todo poder extranjero. Pero resulta intolerable que todo ello pareciera destinado a desalojar otra figura señera del ideario federal.
Hablamos de José Francisco Ramírez, nacido el 13 de marzo de 1786, en el seno de un hogar dignísimo donde recibió las lecciones morales que lo orientaron en toda su vida y aquellas nociones necesarias para los hombres de la época”, como nos recuerda Facundo Arce.
(Más información en la edición gráfica número 1006 de ANALISIS del 24 de julio de 2014)