Antonio Tardelli

Las trabajosas negociaciones entre macristas, radicales y massistas, mezclados en Entre Ríos en la versión local del frente denominado Cambiemos, se trabaron en el instantejusto en que el amontonamiento opositor podía ordenarse mediante el procedimiento que en última instancia (cada vez más en última instancia) otorga sentido a los acuerdos de la clase dirigente: el voto popular. El recurso al electorado, o sea, la posibilidad de medir en las primarias qué sustento popular reunía cada espacio del armado opositor, hubiera podido aportar racionalidad a un intento de ocasión.

El momento de fricción llegó cuando el radical Atilio Benedetti, precandidato a gobernador, anunció que su compañero de fórmula sería el intendente de Villaguay, Adrián Fuertes, uno de los referentes del massismo. La presencia de Fuertes en el binomio no expresaba al conjunto del Frente Renovador pero revivía las chances de la UCR, que en la última competencia general, la de 2013, había sido relegada al tercer lugar por el Pro y Alfredo De Ángeli.

En ese punto la versión radical de las negociaciones atribuye al interventor del Pro, Rogelio Frigerio, una postura intransigente al negarle a la fórmula Benedetti-Fuertes la posibilidad de pegar su boleta con la del precandidato presidencial Mauricio Macri, mucho mejor posicionado que sus contendientes Ernesto Sanz y Elisa Carrió. La actitud de Frigerio fue calificada de extorsiva.

La negativa a autorizar el pegado con Macri obedeció, según los radicales, a la convicción de Frigerio de que el binomio radical-renovador medía mejor que el ruralista De Ángeli, lo que obligaba a los macristas a un reordenamiento que incluía el estímulo al otro precandidato radical, Fabián Rogel, de modo tal de debilitar las chances de la UCR.

–A lo sumo nos podrá salir un poco más caro –habría afirmado Frigerio según la versión indirecta difundida por el radical Juan Carlos Arralde.

(Más información en la edición gráfica número 1023 de ANALISIS del día 25 de junio de 2015)