Daniel Enz
Los próximos días o semanas pueden determinar un fuerte dolor de cabeza para la conducción del Palacio Municipal de Paraná. Y no será por cuestiones comunales, sino por coletazos de una investigación judicial-policial que pueden afectar seriamente a uno de sus funcionarios, como derivado de la serie de relaciones con personajes del narcotráfico y el hampa. Algo había señalado ANÁLISIS en una edición de fines de mayo que, sorpresivamente, no tuvo ninguna respuesta oficial. Fue más oportuno mirar para otro lado. Pero los hechos, como de alguna manera se anticipara en ese artículo, van superando la realidad.
El primer individuo en cuestión se llama Leonardo Gabriel Garcilazo, tiene 32 años y domicilio en Paraná, aunque antes vivía en Santa Fe. En la actualidad está preso por el robo a una escribanía de Crespo, pero también quedaría imputado por otros episodios, porque en los últimos tiempos fue clave para la serie de asaltos violentos cometidos en la región por la denominada banda de los neuquinos o los boqueteros de Bahía Blanca. Su rol fue el de ser la pata logística para los hechos. No obstante, también habría participado en un robo frustrado en la estancia El Retiro, en la zona de Las Cuevas, en el departamento Diamante, a la familia Tulián. El dato saliente es que Garcilazo cumple funciones en la Dirección de Medio Ambiente de la Municipalidad de Paraná, cuyo director es Marcelo Fabián Álvarez, nombrado por Sergio Varisco, a poco de asumir, como reconocimiento a su militancia en las filas del radicalismo. Álvarez es hermano del fiscal general de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, Ricardo Álvarez, uno de los hombres más reconocidos y respetados en la justicia federal lugareña, no solamente por su función específica, sino también por la tarea docente que lleva adelante en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Lo que quizás desconoce el fiscal es que su familiar directo es considerado “un amigo personal” del preso Garcilazo, como así también de uno de los jefes del narcotráfico de Paraná, Daniel Tavi Celis. De hecho, apenas cayó detenido Garcilazo, el funcionario municipal Álvarez se ocupó de concurrir personalmente a la Procuraduría General del Superior Tribunal de Justicia (STJ) y no al despacho del fiscal de turno, para averiguar sobre el estado de la causa y sus derivaciones. Incluso, fue quien se ocupó de convocar al abogado santafesino Claudio Torres del Sel -uno de los letrados que en los últimos años dedicó buena parte de su tarea a la defensa de acusados por temas de narcotráfico-, para que se ocupara del caso de Garcilazo. El letrado Torres Del Sel lo llevó personalmente a su defendido hasta el edificio tribunalicio, para entregarlo a las autoridades de la causa y por ende quedó automáticamente detenido.
Una escribanía, una banda
El robo a la Escribanía de Maximiliano Canga, en Crespo, fue en los primeros minutos del 2 de septiembre del año pasado. Los movimientos de Garcilazo quedaron registrados en el sistema de video de la estación de servicios Petrobras, ubicada sobre la ruta nacional 12. El mencionado individuo, junto a otro joven -Juan Pablo Belloni, de Paraná, empleado de una casa de motos- llegaron en un auto Chery Tiggo y en un Audi A4, color negro. El joven tenía una relación sentimental con una empleada de la Escribanía y ello fue determinante para la decisión del atraco. El primero de los vehículos pertenecía a Enrique Alberto Osuna y el Audi estaba registrado a nombre de Leonardo Garcilazo. Osuna también es de Paraná y tiene antecedentes. Hace un tiempo zafó de ser condenado por el homicidio de su pareja, quien apareció muerta de un balazo en la cabeza. Osuna dijo que la joven jugaba con una pistola y en un momento accionó el arma y se disparó en el cráneo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS correspondiente al día 7 de julio de 2016)