
Los vocales del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos tienen un manejo discrecional de viáticos, de nombramientos sin concurso y nadie les pone límite a las ausencias que ellos mismos disponen. Entre 2022 y lo que va de 2025, Susana Medina de Rizzo estuvo 191 días hábiles ausente del Poder Judicial. Este año ya no estuvo 32 días. O sea que, en tres años y medio, prácticamente no trabajó un calendario completo (el año judicial tiene no más de 205 días), pero cobró puntualmente su sueldo de casi 15 millones de pesos, según una investigación de ANÁLISIS. Entre los 9 vocales, en ese mismo período, gastaron en viáticos el equivalente a un total de 260.767.232 pesos. En dólar oficial de hoy serían 217.306 dólares. Pero también nombraron sin concurso a más de 300 personas (muchas de ellas por bajas producidas), entre ellas a una refugiada política siria, por pedido expreso de Claudia Mizawak y a un integrante de una Fuerza de Seguridad extranjera, perteneciente a una embajada, que estaba amenazado de muerte en Buenos Aires, que solamente permaneció unos meses en Paraná, por exigencia de Susana Medina.
Por Daniel Enz
La cúpula del Poder Judicial entrerriano tiene una particularidad: es un lugar cerrado, casi hermético, donde poco y nada se ignoran los movimientos de casi todos sus vocales. No se conoce casi nada de las decisiones institucionales que toman, a quiénes nombran y sus fundamentos y el contenido de los Acuerdos de todos los martes se conoce generalmente años después de que se realizan. No se sabe cuánto gastan en viáticos; se desconocen -por lo general- los motivos de los viajes que hacen fuera de la provincia y si realmente se cumplen esos destinos y menos aún se tiene conocimiento de las licencias con goce de haberes que se toman en cada año. Es información que solamente manejan entre ellos o algunos de sus colaboradores directos. Aunque, además, no siempre se sabe qué hace cada uno de ellos y ni siquiera se lo preguntan, por más que estén pared de por medio en sus oficinas. Es la auténtica hoguera de las vanidades, donde para fuera demuestran una cosa y para adentro hay distancias, pujas de poder, egoísmos, envidias y zancadillas diplomáticas entre unos y otros, de las que nadie se quiere hacer cargo cuando se conocen públicamente, aunque ello constituye la nada misma de todo lo que sucede semanalmente o a diario puertas adentro. “Cada cual en lo suyo”, repiten por lo bajo cuando alguien se los pregunta.
Ese silencio del devenir del Superior Tribunal de Justicia ha sido propicio para que en los últimos tres años y medio sucedieran demasiadas cosas bajo la más absoluta reserva y sin que nadie del poder político se anime un instante a advertir lo que pasa. Los hombres y mujeres de la política hace ya un buen tiempo que tratan de no ser para nada críticos de los integrantes del Superior Tribunal de Justicia. Mantienen distancia, lo que es también una demostración de cierto temor o recelo, para, si es necesario, no tener las puertas cerradas a la hora de pedir por algún favor. Lo que también se maneja bajo absoluta confidencialidad son los pactos entre los vocales. Nadie devela un llamado, un correo electrónico o un simple mensaje desde la Casa Gris a Tribunales. Es más: hasta se desconocen, cuando se sabe perfectamente que hay vínculos casi semanales entre los hombres y mujeres del poder político y la cúpula del Poder Judicial. Desde uno y otro partido mayoritario. Incluso, hasta se formaron parejas de personas de cierta importancia en el poder político, en las últimas décadas y dos actuales vocales del STJ.
Y ese no control de nadie desde el poder político (ni siquiera el control contable, ya que la oficina del Tribunal de Cuentas en el Palacio judicial es como un apéndice tribunalicio, por los años que llevan en ese mismo lugar las mismas personas) provoca desprolijidades, abusos de poder y ciertos actos de audacia de parte de un grupo mayoritario de vocales.
Por ejemplo, para que se nombraran, sin concurso previo, a más de 300 personas en diferentes lugares del Poder Judicial, por disposición absoluta de un vocal del STJ y en los últimos tres años y medio. Que se ascienda de categoría a un empleado, sencillamente porque hizo “determinado favor particular” a esa vocal o a algún familiar directo que disfruta de esos placeres. O que se perjudique a otros con cambios de funciones, horarios o destinos, sólo porque no es lo suficientemente complaciente con ese o esa vocal.
Ese marco de poder puede hacer también que una vocal haga ingresar a trabajar a Tribunales a una militante política siria por un pedido expreso solidario de su hija (más allá de los derechos internacionales y humanos que le asistan a toda deportada refugiada) o que otra magistrada del STJ pida lo mismo para un integrante de una fuerza especial extranjera, por requerimiento no formal de un embajador amigo, ante amenazas de muerte sufridas por esa persona en Buenos Aires y la necesidad de sacarlo de dicha ciudad para resguardarlo. Pero claro: sin dejar ningún papel asentado en la estructura. Alcanzaba y sobraba (porque el hombre estuvo solamente un par de meses resguardado) con la comunicación a los vocales, en una reunión cerrada, de parte de quien era por entonces alguien con cierta ascendencia en el cuerpo. Nadie se animó a objetarle nada, pese a la gravedad institucional que ello podría haber determinado para la provincia, por las características del forastero y los protocolos que exigen esas situaciones, donde debe tomar intervención Cancillería Argentina, la embajada de marras, el gobierno nacional y el provincial. Pero nada de eso existió. Porque no quedó asentado en ningún lado.
Todas estas cosas -corroboradas por ANALISIS en una prolongada investigación periodística, que comprendió requerimiento de informes documentales y diversas consultas con conocedores en detalle del tema en cuestión- suceden, sucedieron y no se le pone límites, más allá de algunos intentos aislados de modo interno o externo. No se quieren modificar resoluciones, reglamentos ni actitudes de la historia reciente del STJ “porque las cosas siempre se hicieron de la misma manera y no hay por qué variarlas”, según explican.
Lo cierto es que en medio de una situación de grave crisis económica y de ajustes permanentes en los últimos cuatro años, el nivel de gasto del Alto Cuerpo es algo vergonzoso y demasiado ostentoso, cuando deberían dar el ejemplo en estos aspectos, en función de contar con los sueldos más altos del Estado entrerriano. Cada vocal cobra de sueldo entre 12 y 15 millones de pesos por mes (de acuerdo a su antigüedad) y entre 2022 y 2024, los vocales German Carlomagno, Daniel Carubia, Claudia Mizawak, Susana Medina de Rizzo y Gisela Schumacher -en ese orden-, percibieron entre 500.000 y 1.400.000 de pesos (a valores actualizados) mensuales cada uno, en concepto de viáticos por viajes al interior de Entre Ríos y fuera de la provincia, en especial a Capital Federal. Hubo instancias donde requirieron viáticos hasta dos veces en la misma semana.
Para determinar tales montos se tomó el valor actualizado para considerar el “valor real” de los viáticos pagados en años anteriores. Cabe señalar que, en la actualidad, el monto que se paga como viático dentro del territorio entrerriano es 164.044 pesos por día, mientras que el de fuera de la provincia es 246.074 pesos. Y para viajar al exterior el monto llega a 369.111 pesos por día. Este dinero se paga a los vocales del Superior Tribunal, aunque sólo estén por algunas horas realizando tareas propias de la función, y aunque la movilidad territorial sea adentro de la propia provincia, vale decir, en el territorio en el que cumplen su función. Así, cada mes, cuando los vocales organizan la realización de los acuerdos en distintas localidades de la provincia, perciben ese viático que hoy alcanza los 164.044 pesos como “extra” a su sueldo. Eso pese a que la actividad no les insume ningún gasto personal, son llevados hasta la puerta de los juzgados con los lujosos autos del organismo, manejados por choferes, y vuelven a dormir en sus casas esa misma noche. Sólo algunos de los vocales advierten un problema ético en el cobro de ese sobresueldo por la realización de su propio trabajo, dentro del territorio sobre el que tienen jurisdicción.
Los propios integrantes del STJ definen la tasa de actualización y lo ajustan cada dos o tres meses. Y ello tiene una particularidad: ningún vocal está obligado a rendir cuentas en qué se gasta cada peso de ese viático que se lo dan antes de emprender el viaje. Tampoco hay que entregar constancia alguna de que ese desplazamiento se concretó realmente. No se duda un instante en la concreción del viaje, por más que ese periplo no tenga ninguna repercusión pública. Sucede que, durante años, no pocos funcionarios de los diferentes gobiernos de la provincia requerían viáticos para viajes a Buenos Aires, fundamentalmente y se quedaban en sus domicilios de Paraná o Concordia. Y, por ende, el viático era un mecanismo perverso e inmoral de ingreso extra al sueldo. “Si un vocal pidió viáticos, no viajó y se quedó en su casa, debe saber que está cometiendo un fraude”, se acotó. No hay un mecanismo de control para los vocales del STJ. Nadie le va a golpear la puerta de la casa para controlar tal situación. El abuso de los viáticos que se constató en años anteriores, generó que se dictara una reglamentación, por la cual los vocales se impusieron un límite de cuatro viáticos por mes.
Son los únicos funcionarios del Poder Judicial que necesitaron regimentar este límite. Pero si tal mecanismo requiere más días pagos como viáticos, se debe consignar en el motivo que se trasladan “en representación del STJ” y con eso alcanza y sobra. Con ese artilugio desaparecen automáticamente los límites.
De hecho, la mayoría de los vocales mencionados muchas veces cobraron viáticos por más de cuatro instancias al mes, exprimiendo así al máximo el cupo y fuera de esas limitaciones. En algunos casos el viático pasa a ser algo así como entre un 10 o un 15 por ciento más de ingreso al sueldo. Porque, además, se debe tener cuenta que sólo deberían cobrar viáticos cuando realizan viajes oficiales. Y en esos casos o bien viajan con sus choferes, en autos oficiales o bien se les paga el pasaje aéreo hasta el lugar que requieran. Si viajan con chofer, éste también cobra viáticos diarios (aunque menores montos y con restricciones horarias) y la nafta la paga también el Estado. Y no son pocos los vocales que tienen departamentos propios en Capital Federal, que es donde por lo general se hospedan cuando van a ese lugar, como sucede en la mayoría de los viajes de los miembros del STJ. Por ende, el viático diario les queda casi íntegramente. Y si van en sus autos particulares, también se les reconocen los gastos del viaje. Sería algo así como el 30 por ciento del monto de viático a Buenos Aires que se les asigna. Hoy eso sería equivalente a unos 80 mil pesos.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, en un informe especial de 6 páginas, en la edición 1161, del día 26 de junio de 2025)