Vacas sagradas

Hugo Remedi
(especial para ANALISIS DIGITAL)

Volví a mirar, ya superando el último resplandor de sueño que me quedaba ¡y si lo corroboré, ahí estaban!, orondas las vacas sagradas paseándose por las calles como si estuvieran en medio de un paisaje hindú.

¡De pronto!, empecé como a balbucear, Fito Páez, Schoklender, Hebe de Bonafini, Eugenio Zaffaroni, el padre Grassi en otro momento...y volví a cuestionarme ¡cómo es que no sabía yo, un practicante del periodismo, lo que estaba pasando en mi país!. Y lo peor es que llegué a pensar: dedicate a otra cosa macho ¡pero no!, resistí a la tentación y dije, mi infortunio no se la va a llevar a de arriba.

Y así motivado, comencé a peregrinar la cuesta.

En su momento, media Argentina, defendía al padre Grassi acusado de correrías sexuales con menores mientras que la otra mitad, la inquisidora de entonces, clamaba por quemarlo en la hoguera pública horrorizados de vergüenza ajena.

De ese modo, mientras la izquierda y la derecha debatían sus antipatías ideológicas con la exumación del horror miserable de casos dolorosos, el “muerto” seguía allí impávido: los chicos afectados eran apenas para las facciones en disputa el botín de guerra.

Ya se hablaba incluso de operativos de prensa. Luego vino una pausa.

Apenas un intervalo hasta que la Argentina dejó de ser: peronista o radical y pasó a ser kirchnerista o antikirchnerista, de Tiempo Argentino o de Clarín, de Página 12 o de la Nación, de 6,7 y 8 o de Mariano Grondona.

Todo en términos de amigo y enemigo y, de modo tan absoluto que ni espacio para una hendija de luz que ilumine a quien no afina sintonía ni con uno, ni con otro.

Todos se sumaron a la orquesta con asqueroso fanatismo. Con la pastilla equivocada

Así fue que una fría noche de Julio, Fito, se bajó del “Dale alegría a mi corazón” y turbado por despotricar odio contra el “abyecto” de Macri vapuleó a media Capital Federal con el famoso “me dan asco”. Por carácter transitivo ese “asco”, se extendería luego a la luz del ballotage porteño a casi el 70% de los capitalinos.

Recibió lo que se merecía: el repudio generalizado de la derecha y la exaltada defensa de los enemigos de aquellos. Una vez más, la frenética franja progresista que destila exilir K salió a hablar de campañas mediáticas organizadas en bases a intereses espurios destinados a esmerilar el tejido kirchnerista...y zaraza zaraza, apuntando a la frente de los medios “hegemónicos y monopólicos”.

Sin embargo, no todo tuvo su análisis correspondiente en la fragorosa disputa que tiene podrido a media Argentina: una noticia no se inventa –bua por lo menos en este caso no- si es permeable de potenciarse. O sea, para ser concreto: sobró el comentario de Fito apenas, como enmienda posible.

¡Que los medios hacen su juego!, que va... los considerados opositores y, los del gobierno –cada vez más- también.

No me retumba con tanto eco como de izquierda o de derecha o con contenido ideológico que una jubilada de 70 años, o un pibe de 18, o un laburante de 45, o un profesional de 32, o una novia a punto de casarse, den “asco” tan solo por hacer uso de su bien ganada libertad. Ser estrella no te envuelve de inmunidad.

El caso Schoklender y Madres de Plaza de Mayo por su parte, sigue su curso analizado desde el mismo formato, es decir, cargado de ingnominioso y demoníacos operativos mediáticos que solo tienen como objetivo desgastar el modelo k...y otra vez zaraza zaraza. Recurrente justificación al fin, para fraguar en el debate el tema central detrás de alucinaciones que son parte de una misma moneda.: K en el anverso y anti K en el reverso.

¿Se chorearon la guita nuestra?, ¿Schoklender se hizo de buena moneda sucia detrás de una institución intocable? ¿hay otros responsables?, ¿hubo corrupción?. Las preguntas son concretas y contundentes. Y, lo que faltan son las respuestas pertinentes y lo que sobran son distracciones.

La causa de Madres de Plaza de Mayo y de Abuelas es formidable y lo será mucho más seguramente cuando la historia les de el paso que merecen. Y eso es precisamente lo que tiene que defender la jauría que vive prendida de los títulos de los “medios hegemónicos”, y para que ello suceda los Schoklender y todos culpables tienen que pagar las consecuencias.

En realidad, no es difícil de aceptar, -si se bajase de la estratosfera intelectual-, que, mientras estos hechos se debaten en el medio del fandango ideológico, para el chabón, el tachero y el docente son hechos manchados de corrupción lea o no lea Clarín.

Los malos progres suben el volumen, cada vez que el reloj anuncia la hora de la siesta. De eso se trata.

Luego, vino lo de Eugenio Zaffaroni de quien habrá que recordar por si acaso que cuando fue postulado para integrar la Corte tuvo que “corregir” rápidamente algunas infracciones tributarias halladas en forma inoportuna. Y también que fue uno de los destinarios de aquel duro discurso de Hebe de Bonafini cuando en el 2.010 trató a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de “turros”.

Este notable jurista, quizás producto del descuido o de exceso de confianza en su amigo del alma, se enteró por los medios... hegemónicos, monopólicos, imperialistas y zaraza zaraza que varias de sus propiedades eran utilizadas de prostíbulos.

Otra vez la burra al trigo y las recurrente justificaciones de rigor, “un ataque artero, solapado, infundado y otros etc” contra alguien muy cercano al gobierno K. Respetando, por cierto, la remanida fórmula de defensa.

Muchachos si acaso diésemos por cierto el avance de toda la infantería imperialista y neoliberal sobre el gobierno nacional a través de los medios monopólicos, bastaría con decir que aquellas fieras se nutren de una buena alimentación.

Nadie discute a Zaffaroni como jurista no obstante, contarnos a los desconfiados argentinos que tenía no 1, sino 6 o 7 prostíbulos y no sabía nada bueno, al menos suena un tanto singular y como el monumento a la ingenuidad para tamaño juez. Y así, una nueva conspiración mediática ponía en jaque al modelo K...

Todos estos hechos no son cuestiones ideológicas (aunque carguen con cierto componente en su efecto) sino de investigar, ejercer justicia y poner luz sobre las sospechas sea que recaigan sobre el prócer que sea.

Cuando no hay culpables, tampoco hay inocentes y eso si es peligroso.

Las instituciones no se manchan y el que peque que la pague. Los malos ejemplos y la corrupción, no tienen mano: ni derecha ni izquierda, solo olor a podrido.

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