-Deschave. La pastera Botnia volvió a los primeros planos de la escena política en las diferentes escalas institucionales: nacional, provincial y también internacional. Por un lado, la Asamblea de Gualeguaychú tomó la decisión de avanzar en el corte de todos los pasos que comunican a la provincia con la República Oriental del Uruguay. Por lo tanto, según la decisión de los vecinalistas, se pretende cortar, además de Gualeguaychú, el paso de Colón y Concordia. La noticia sacudió a los medios porteños, que se hicieron eco del nerviosismo de la clase media capitalina. Este sector se crispa cuando ve de nuevo amenazado su desplazamiento hacia las playas uruguayas. Entonces, se arma ese círculo perverso donde los medios de la Capital, que a la vez son multimedios nacionales, se hacen eco de esos antojos. Pero bueno, lo ciertos es que por ese costado se agitó la rama de la contaminación de la pastera Botnia y se prendió la alarma de los cortes de rutas entrerrianas. Sobre esos condimentos el gobernador de la provincia, Sergio Urribarri, puso lo suyo.

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-La Haya y la contaminación. Tal vez si se va por partes, las cosas pueden ser mejor entendidas. En momentos en que la Corte Internacional de La Haya rechazó por 14 votos contra uno el pedido argentino para parar la obra, desde esta hoja se señaló el temperamento conservador que prima en ese tribunal a propósito de los perjuicios ambientales. En esas circunstancias trascendió que sólo en casos en que se constataban daños flagrantes al ambiente la Corte de La Haya no hacía lugar a medidas cautelares. Por eso, el resultado de esa votación no fue sorpresa para el ambiente jurídico especializado. Prácticamente desde que se promovió la medida cautelar se descontaba un fallo adverso. El costo político del fallo adverso en su momento fue cuidadosamente cargado en las cuentas del gobierno nacional. Incluso, hubo sectores del ambiente progresista que no tuvieron reparos en publicitar el costo económico de la movida judicial en ese tribunal, destacando los honorarios de los abogados defensores de la posición argentina. Ahora bien, en ese curso que tuvo el reclamo nacional y en el balance que se hizo, no se tomó verdaderamente en cuenta que la instancia de la Corte de La Haya estaba fijada por el propio Tratado del Río Uruguay firmado con el vecino país. Además, si la representación argentina instruyó la medida cautelar para parar las obras, fue a instancia del requerimiento hecho por la Asamblea de Gualeguaychú, con asesoramiento del constitucionalista Daniel Sabsay.

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-Reparos y perjuicios. Estas alternativas que se están señalando son de conocimiento de los sectores más comprometidos con el tema. En ese sentido, la expresión del gobernador entrerriano hace a su espontaneidad y como reacción frente a la decisión de los vecinalistas de Gualeguaychú de promover el corte de ruta en los pasos de Colón y Concordia. Se sabe que el corte de Colón fue impulsado por no más de 12 personas y al de Concordia se lo pretendió garantizar desde Gualeguaychú en función del protagonismo de De Ángeli. Tanto el corte de Colón como el de Concordia nunca despertaron expectativas en las respectivas comunidades, por el contrario, en cada uno de ellos hubo diferentes reacciones que si no pasaron a mayores se debió al protagonismo atento de Gendarmería. Entonces, cuando los vecinalistas de Gualeguaychú se proponen cortar el paso en esas dos localidades, avanzan sobre la decisión de otras comunidades tan respetables como la propia.

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-Debilidades. Por las puntas que asoman se va tornando evidente que la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú atraviesa por un terreno marcado por la debilidad. En lugar de reparar errores y dar cuenta de la complejidad que reviste que se haga lugar a sus reclamos, insiste en posiciones que si bien fueron muy valiosas en los primeros momentos hoy tienen un carácter claramente inverso. En su rica historia la asamblea ambiental fue cuidadosa y respetuosa de la pluralidad de opiniones. Muchas veces se supo mover con gran criterio reconociendo las responsabilidades diferentes por parte de las instituciones políticas y la relación de su movimiento como institución social. Precisamente esta decisión de cortar los pasos de Colón y de Concordia sin tomar en cuenta la opinión de esas comunidades quiebra su costumbre de respetar los diferentes puntos de vista. Pero además, su profunda debilidad aparece cuando no da cuenta de que los cortes de acceso al Uruguay ya están lejos de aportar positivamente a sus objetivos.

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-Crisis y anticrisis. Por fuera de las reflexiones que promueve la Asamblea de Gualeguaychú, da la impresión de que es importante volver a revisar todo lo que pasa en función de la crisis económica y financiera que ataca el corazón del sistema capitalista mundial. Saber que lo que se vive es una crisis es el primer paso. Es decir, asumir que el sistema económico que define el ordenamiento de la producción, el consumo y el trabajo ha dejado de funcionar con normalidad para encontrar fallas profundas que afectan sus engranajes. Es evidente que el gobierno nacional tomó nota del ritmo que tiene la evolución de la crisis. Hay indicadores insoslayables. Ha caído la producción industrial luego de ocho años de crecimiento y el desempleo comenzó a marcar puntos en la cancha de la desocupación. El movimiento del gobierno no se hizo esperar y sin temor a estrellarse apretó el acelerador lanzando programas de reactivación en diferentes direcciones. Sin duda en el rubro de lo más sensible hay que anotar la asignación de 200 pesos a los jubilados por única vez y la parte de la obra pública referida a la construcción de viviendas donde se va a dar prioridad a la pequeña empresa cooperativa. De todas formas, la parte grande se la lleva la clase media y media alta, con la financiación especial de los automóviles cero kilómetro, turismo y consumo de electrodomésticos y la frutilla del postre, la eliminación de la Tablita de Machinea. Haciendo una mirada rápida a cada propuesta, se puede decir que el programa desborda audacia.

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