Claudia Martínez
(Especial para ANÁLISIS)

Va y viene. Está. No está. Se fue a Rafaela. A pesar de todas las idas y vueltas, el DT de Patronato en Primera, se sentó tranquilo para poder charlar y sacarse el buzo un ratito. Rubén Forestello, el Yagui, se quedó quieto por un rato en un bar de Paraná para hablar de todo. La idea es sacarle el casette. Y pintarlo diferente. “Como lo que soy fuera de mi trabajo”, definió.

—¿Por qué te dicen Yagui?
—Porque en el año ´91 fui a préstamo a Almirante Brown y había un chico de Rosario, el Negro Ayala que jugaba conmigo, que dijo que me parecía al de Scooby Do, el personaje del dibujo. Me puso así y ya me quedó. Nunca más me lo sacaron.
Nació el 15 de febrero de 1971. Con 45 años cumplidos, es inquieto y mira a los ojos cuando habla. “Me siento bien a esta edad. Diez puntos, tranquilo, pensando que todos los objetivos que tenía en un momento en lo laboral, una ilusión formada hacia mi carrera, está consolidado. Y eso lleva tener cada vez más crecimiento. Con respecto a lo laboral también.

—¿Anduviste por Paraná antes de quedarte en Patronato?
—A Paraná vine dirigiendo a Unión de Sunchales. Había enfrentado varias veces a Patronato, pero nunca había recorrido la ciudad –relata con total sinceridad-. Había venido a concentrar y eso, pero solamente un día. No la conocía.

—¿Y qué te pareció?
—Me encantó. Es una ciudad linda, agradable. La gente sana, dentro de lo que es el ambiente del fútbol. Sinceramente me siento bien.

Forestello vive en una esquina donde el verde abunda, donde el sol arremete contra las ventanas y los edificios no impiden que el río se pueda ver ancho y marrón. “Ves el rio desde acá, pero también ves la realidad de nuestro país y creo que Paraná es una zona linda, como es la gente con toda humildad. Me recuerda a cuando era chico, me lleva a ese momento de mi vida y me siento cómodo en ese lugar. No por el sector donde me toca vivir a mí, porque es circunstancial, pero sí por lo otro, por la humanidad que tiene la gente, por la forma de ser, por la tranquilidad. Son cosas que ayudan a uno que está trabajando”, define mientras se pide un cortado para comenzar la charla.

Afuera los chicos de la escuela le ponen ruido al mediodía y algún que otro curioso lo mira por los vidrios del bar que sirve de escenario para la nota.

Rubén Forestello nació en Realicó, La Pampa, un “pueblo chico, de 8.000 habitantes”, dice el entrevistado. “Nací en el hospital de ahí. En realidad los primeros pasos de mi vida los hice en Adolfo Van Praet, ahí estoy asentado, el pueblo de mi papá, donde viven 300 habitantes. Después se separaron mis viejos, me fui a Vicuña Mackenna, Córdoba. Mi mujer y mis hijos están en Rafaela, pero mi mujer es de Buenos Aires. Y mis dos hijos nacieron en Buenos Aires.

(Más información en la edición gráfica número 1039 de ANALISIS del jueves 12 de mayo de 2016)