Silvio Méndez
“Si no le sirve cargar en mi negocio, que se vaya caminando hasta la Terminal a cargar la SUBE”. Así de inconmovible reduce la situación una comerciante de Paraná que cobra sobreprecio para cargar crédito a las tarjetas del Sistema Único de Boleto Electrónico.
La situación por demás odiosa e injusta que padecen muchos usuarios del transporte público de pasajeros se repite como un eco con escraches en las redes sociales. Es una catarsis que no tiene solución inmediata, ya que muchos necesitan imperiosamente trasladarse en colectivo y terminan por abonar el recargo que imponen fuera de toda normativa los quioscos, drugstore y almacenes de barrio que brindan el servicio.
Según estimaciones oficiales, en la capital provincial se encuentran activas más de 100.000 tarjetas SUBE para viajar en ómnibus. Es la cantidad de plásticos distribuidos durante la paulatina implementación del sistema en la ciudad que terminó por formalizarse el pasado 28 de septiembre. A esta cifra hay que sumarle las tarjetas adquiridas por los usuarios antes de la ejecución total de la modalidad.
De acuerdo a datos de la Unidad de Gestión local de la SUBE, se estima en más de 100 los puntos de carga distribuidos en toda la ciudad. El número es fluctuante ya que muchos de los comercios que han adheridos como socios abandonan la oferta del servicio, son suspendidos temporalmente o directamente clausurados para brindar la prestación ante las continuas denuncias de abuso a los pasajeros. Se aclaró asimismo que el registro y control de los lugares que acreditan saldo para los pasajes está centralizado.
La gestión y administración del sistema SUBE lo realiza Nación Servicios, una de las empresas del Grupo Banco Nación. Por otro lado, la infraestructura del soporte informático y equipos de posnet está tercerizado. Un puñado de empresas privadas facilita la logística a los comercios que quieren adherir. En Paraná la efectúan Red Virtual y Tallion, entre otras firmas autorizadas.
Ésta última provee las máquinas validadoras para las unidades de colectivos, la consola de conductor y el correspondiente software. En el mismo rubro, fabrica y provee las terminales inteligentes basadas en tarjetas sin contacto (RFID) para los comercios. Esto es un equipo similar al que usan las tarjetas de crédito y débito, que captura y autoriza las transacciones electrónicas. Estas empresas también proveen las tarjetas de plástico.
Todo por 2 pesos
Los comerciantes se escudan precisamente en que para enfrentar los costos y sostener la prestación deben cobrar un plus, ya que las ganancias son ínfimas. “Te venden el aparato para cargar, te lo cobran cuando te lo venden y te cobran un mantenimiento por mes que no baja de 300 pesos. Y aparte tenés que pagar la luz, que llega un fangote, ¡porque al aparato no lo podes apagar!”, contó Micaella, que posee un quiosco en un barrio de la periferia. Además tenés que pagar internet, agregó Vilma, otra almacenera.
(Más información en la edición gráfica número 1080 de la revista ANALISIS del jueves 21 de junio de 2018)
