Por Néstor Banega
El presupuesto es la decisión política esencial en una administración. Allí está todo. A la hora de decidir el destino de los fondos con los que cuenta el Estado se parte de una premisa: son siempre escasos y eso define la necesidad de fijar prioridades. Toma forma numérica lo que se ha pensado a futuro. En tiempos de tensión social, con demandas concretas que surgen de los datos oficiales de pobreza, es importante echar una mirada sobre la inversión social proyectada. Aporte esencial para preservar la paz social que, digámoslo, distingue nuestra provincia. Observamos los fondos y programas que, como ayuda alimentaria, administra el Ministerio de Desarrollo Social. No para caer en la mera crítica, sino buscando entender qué es lo que se hace en forma continua y tiene un impacto directo en la población vulnerada. Hay crisis alimentaria. Innegable. Eso genera reclamos que provocan tensiones mientras se acerca diciembre. Porque diciembre siempre es caliente. Afrontar una situación difícil con recursos limitados no deja margen para el error. Y no podemos dejar de mencionar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030. Proponen acciones integrales e integradoras que no se deben perder de vista a la hora de desplegar políticas en el territorio.
Constituyentes visionarios
Cada tanto sobresalen debates que refieren lo institucional. Si allí inscribimos los procesos de redistribución de la riqueza (poca o mucha) el intercambio ha de generar tensiones. El ruido, no lo sustancial, impide alcanzar posturas de consenso. Elementos que deberían ser denominadores comunes a la hora de encarar problemas sensibles como lo son pobreza y alimentación (en el orden que sea), no aparecen.
Y como de crisis en crisis andamos desde hace tanto, no podía estar ajeno al debate constitucional de 2008 en Entre Ríos la cuestión relacionada con la alimentación. Más cercana entonces la caída del 2001, tal vez impulsó la idea de tomar alguna previsión, para que en el contrato social entrerriano encontremos un punto de partida que permitiera llegar rápido a las soluciones.
Visionarios, valientes, compenetrados con la realidad, conocedores de los tiempos recientes, los constituyentes entrerrianos propusieron que se asegure a todos los habitantes el derecho a la alimentación.
Todo un riesgo si tenemos en cuenta que la mayoría del tiempo los recursos son escasos. Pensaron y propusieron un ingreso mínimo para la subsistencia en situaciones de falta de empleo o inestabilidad económica, social, o ante catástrofes que pusieran a la entrerrianía en situación de desamparo. Legaron una herramienta clara. Visionarios, valientes. Arriesgados.
Sin respiro
Reiteramos imágenes que nos interpelan en cada jornada. Personas en situación de calle, adultos mayores que viven con lo justo, el desempleo, la pobreza, la dificultad para acceder a la alimentación de muchas personas.
Desde el contexto que nos propusieron en la Constitución es que decidimos sobrevolar la previsión que para 2023 hizo el Ministerio de Desarrollo Social. Sin adjetivar. Es la primera línea de contención ante tanto drama. Mientras se propone mantener y fortalecer la economía para generar empleo y riqueza, también se trabaja para evitar mayores dolores. Contener y proyectar. Sin respiro.
(La nota completa en la edición 1135 de la revista ANALISIS del jueves 20 de octubre de 2022)
