-Es que voy a una urgencia, tengo una mujer que va a parir -me dice una mujer, dizque médica, que maniobra rozándome la pierna con su camioneta. Estoy sobre la bici, en Irigoyen Carbó y espero que el semáforo me dé luz verde.

Intuyo que debe ir a la clínica que está cruzando la calle. En Paraná todo mundo estaciona en la puerta de donde sea, y en el sitio que sea: cerca del banco, en la puerta de la escuela, a la vuelta del rapipago, sobre la ochava, encima de las veredas, en las paradas de los colectivos, en doble fila: siempre habrá una razón, un argumento inapelable. “Son cinco minutos y me voy”.

Los ciclistas no tienen prioridad, ni espacio, ni ley ni orden: tampoco bicisendas. La ciudad, el entramado urbano, no está hecho para las bicicletas. Hay ciclistas que cruzan en rojo, que pasan por la Peatonal San Martín, en medio de los peatones, que andan en contramano, por las veredas. Claro que sí. Pero hay otros que siempre esperan que se cumpla ese precepto que dice la Ley Nacional de Tránsito: los ciclistas, como participes del tránsito, gozan de los mismos derechos a circular por la vía pública que cualquier otro medio de trasporte.

Bueno, a veces no.

Lía Victoria Galli, 32 años, iba a trabajar el jueves 29 de diciembre cuando fue impactada de atrás por un Chevrolet Cruze, conducido por una joven de 29 años, en la zona de Avenida Almafuerte y Juan del Campillo. Al otro día, el 30, falleció en el Hospital San Martín.

Este jueves,  Eduardo Hayy, un atleta hermano del sacerdote Sergio Hayy, encontró la muerte cuando circulaba en su bicicleta por Avenida Circunvalación: fue impactado de atrás por un camión que se dirigía a la provincia de Mendoza.

La legislación no acompaña la seguridad de los ciclistas

En Paraná, la última ordenanza sancionada, la N° 10.018, el 21 de diciembre de 2021, estableció el sistema de bicicletas públicas. “Los usuarios de las bicicletas podrán circular libremente en todo el éjido urbano. En aquellas zonas donde existiere infraestructura que garantizare la circulación segura para el tránsito de las bicicletas, será obligatorio su uso”.

¿En qué lugares de la ciudad hay infraestructura para el uso de bicicletas? En la Costanera, que es un circuito recreativo que no conduce a ningún lado; en el Acceso Sur, que llega hasta Oro Verde y se corta de manera abrupta en la intersección de Avenida de las Américas y Avenida Ramírez. Nada más.

Está, también, esa bicisenda absurda construida en el cantero central de bulevard Maciá, que nunca se inauguró, nunca se utilizó y no está claro qué funcionario fue el responsable de tamaño desatino durante la administración del finado exintendente Sergio Varisco.

En 2022 el diputado provincial Uriel Brupbacher (Juntos por el Cambio) presentó en la Legislatura entrerriana un proyecto de ley de “protección al ciclista” que duerme el sueño de los justos. La iniciativa planteó que “el uso de la bicicleta está limitado y/o condicionado al tener que compartir la vía pública con los vehículos automotores, generándose de dicha coexistencia innumerables situaciones de conflicto y riesgos asociados”. Y una verdad de Perogrullo: los ciclistas, como los peatones, “son los más débiles e indefensos en el uso de la vía pública, ya que las bicicletas son vehículos que no poseen una carrocería que proteja al cuerpo de su conductor, siendo este el destinatario directo de cualquier tipo de colisión. Por lo tanto, requieren de un desarrollo de infraestructuras adecuadas y especiales y disposiciones normativas en materia de tránsito, que contribuyan a mejorar su inserción y protección en la circulación”.

“Los conductores de automotores tienen prohibido iniciar o continuar la marcha o una maniobra, colocando a algún ciclista en situación de riesgo o forzándolo a modificar bruscamente su trayectoria -dice la iniciativa-. De igual modo, cuando deban ceder el paso a un ciclista no deberán iniciar o continuar su marcha o su maniobra hasta asegurarse que con ella no fuerzan al ciclista a modificar bruscamente su trayectoria o lo colocan en una situación de riesgo”.

El abogado Julián Leonard, impulsor de esa iniciativa, sostiene: “La falta de conocimiento de la seguridad vial y la fragilidad del ciclista dado que muchos conductores, desde el asiento de su auto, no se dan cuenta de que alguien subido a una bicicleta es muy vulnerable y por ultimo no respetar el adelantamiento del metro y medio de separación lateral, máxime si no se reduce la velocidad, produciéndose el ‘efecto sumidero’, que puede hacer perder el control de la bicicleta, especialmente con vehículos pesados”.

Se asombra Leonard del “atraso legislativo que hay en el país, porque 4/5 provincias han adherido a la ley de protección al ciclista.  Es preocupante que los legisladores no se preocupen y no se ocupen de estos temas que hacen a la vida en sociedad”.

Plantea la contradicción de crear en Paraná un sistema de bicicletas públicas en una ciudad que carece de bicisdendas. “Ahí es donde políticamente estamos fallando. Si queremos un avance a una mejor calidad de vida, con el fomento del uso de la bicicleta, tenemos que acompañar eso con infraestructura. Pero una infraestructura que sea acorde a la ciudad de Paraná. Hay zonas que requieren bicisendas, como el área del Parque Industrial, de calle Miguel David, Circunvalación, Almafuerte. Si nos enfocamos solamente en la Costanera, son muy pocas personas las que usan ese lugar. No hay otros puntos que son clave y que necesitan de una bicisenda”, apunta.

Por eso, plantea la necesidad de que la Legislatura trate el proyecto de ley de protección al ciclista, y que además “los ciudadanos empezamos a practicar un poco más la empatía”.

Mientras, el horror nuestro de cada día en las calles seguirá siendo moneda corriente en Paraná.

(Entre Ríos Ahora)