“Son muchas cosas las que me pasan por la cabeza. Estoy muy agradecido a todos por el cariño, por los años juntos, por tantas victorias y tristezas. El gol siempre fue lo máximo que pude hacer. Se me vienen goles, títulos y compañeros a la cabeza. Boca es un grande por la gente. Los voy a llevar adentro de mi corazón”, sostuvo tras el partido. Y avisó: “Voy a jugar en La Plata. Se despide Guillermo (Barros Schelotto) y quiero estar con él”.

El partido fue una anécdota. El Xeneize fue muy superior en todos los sectores de la cancha ante un Taladro estático y errático, pero no logró transformar en situaciones de riesgo claras su extensa posesión de balón. Llegó hasta tres cuartos, probó mucho desde afuera del área sin dirección y Enrique Bologna casi no participó. Al elenco de Julio Falcioni le faltó la puntada final.

Justamente, la primera llegada tuvo como protagonista al actor principal de la noche: el Titán disparó de zurda tras un pase de Juan Román Riquelme y el uno la sacó al tiro de esquina. Luego, Cristian Chávez también remató y el balón se perdió cerca. Palermo volvió a pegarle desde afuera a los 31’ y puso de pie a los hinchas, que corearon su nombre.

Lo mejor del local se produjo por la derecha con el manejo de Chávez y de Pablo Mouche, los más inquietos y desequilibrantes del encuentro. Riquelme se asoció con ellos por momentos, aunque al enganche se lo notó bastante falto de fútbol por velocidad y precisión. Riquelme tuvo sus dos ocasiones, pero en ambas le erró al arco desde la puerta del rectángulo mayor.

Todo lo que Boca había generado para ponerse en ventaja dio sus frutos en el comienzo del segundo periodo: Riquelme se la dio a Chávez, este forzó un rebote de Bologna con un buen disparo rasante y Nicolás Colazo la empujó con el arco solo para el 1-0.

El rendimiento de Banfield creció tras el tanto y contó con dos posibilidades importantes para llegar al empate: Cristian Lucchetti le tapó un buen remate a Jonathan Gómez y luego controló un cabezazo esquinado de Facundo Ferreyra. Gómez volvió a generar riesgo minutos más tarde con un zapatazo que acarició el ángulo izquierdo del arquero Xeneize.

Sin embargo, lo del dueño de casa siguió siendo más consistente y constante. A los 12’, Mouche desniveló por la derecha y la puso atrás para Riquelme, quien no se la esperaba y remató muy débil a las manos de Bologna. Seis minutos más tarde, el delantero le dio de zurda desde muy lejos y forzó otra buena respuesta del arquero visitante.

Estaba todo listo para completar la fiesta con una victoria, pero Ferreyra le ganó a Lucchetti en el salto a los 38 minutos y Banfield logró la igualdad inesperada. El arquero le protestó con enjundia al árbitro por una infracción que no existió. El atacante no lo tocó y marcó de cabeza.

El pitazo final fue el comienzo de la despedida de Palermo, lo más importante de la noche, señala TyC Sports.