No hubo hazaña, no hubo sorpresa ni reivindicación. Barcelona se adueñó del juego en el Camp Nou y, sin especular con el resultado favorable del cotejo de ida (2-0), logró el pase a la final de la Liga de Campeones por la igualdad 1-1 de este martes.
El conjunto de Pep Guardiola jugará por el título el sábado 28 de mayo, en Wembley, porque volvió a ratificar que no renuncia a la idea de dominar y distribuir el balón en campo rival y asumir todo el protagonismo. Real Madrid, en cambio, nunca encontró el antídoto, volvió a apostar al juego brusco -tuvo cinco amonestados-, no consiguió dividendos y quedó fuera de la definición por austero. Este miércoles, desde las 15.45, se sabrá al rival en la final: Manchester (2) o Schalke (0).
Tras un dominio absoluto, recién a los ocho minutos del complemento pudo Barcelona desnivelar en la red. Iniesta vio a Pedro picar entre dos defensores y le cedió un pase milimétrico para que el delantero definiera, de zurda, ante la salida de Casillas. El arquero madrileño había tapado tres jugadas claras de Barcelona en el primer tiempo -entre los minutos 34 y 36 hubo llegadas de Villa, Messi y el propio Pedro que detuvo el arquero del seleccionado español-.
Ni la igualdad de Marcelo, a los 18 del epílogo, logró añadir suspenso a una eliminatoria que estaba prácticamente sentenciada con el contundente triunfo en el Santiago Bernabéu, donde Lionel Messi brilló aunque este martes estuvo bien controlado entre marcas e infracciones. La intención de José Mourinho -que vio el partido desde el hotel donde concentró el Madrid por estar suspendido- de presionar y atacar con más hombres -Kaká y Pipita Higuaín fueron titulares- quedó sólo en deseo. Enfrente había un Barcelona que no cede el balón ante ningún equipo ni renuncia a sus principios aunque el resultado se lo permita, da cuenta Cancha llena.