En efecto, cada caso es mencionado por la ciudad donde ocurrieron los hechos y el país respectivo.
En agosto de 2002, el cura Rubén Pardo, de la diócesis de Quilmes, abusó de un joven de 15 años. Meses después, el religioso reconoció el hecho. La denuncia penal quedó en la nada tres años después. A los 53 años, el cura murió de SIDA.
La madre de la víctima llevó el caso al fuero civil, que condenó a la diócesis de Quilmes a pagar 155 mil pesos, al comprobar que el monseñor Luis Stöckler estaba al tanto de la situación y se amparó en su derecho de no denunciarlo ante los tribunales. El líder religioso sólo le aplicó una "amonestación" y lo exhortó a "mudarse de la jurisdicción parroquial", reseñó Perfil.
En el caso de la arquidiócesis de Paraná, treinta años para que el cura Justo José Ilaraz sea investigado por casos de abuso sexual, también mencionados en la película ganadora del Oscar. Los hechos que constan en la causa se produjeron entre fines de los 80 y principios de los 90 mientras cursaban sus estudios en el Seminario Arquidiocesano de Paraná. En total, se contabilizaron casi 50 denuncias al cura, que había sido enviado a Roma en una cuestionada medida de encubrimiento.
En 2007, el sacerdote Mario Napoleón Sasso fue condenado a 17 años de prisión acusado de haber cometido, entre 2002 y 2003, numerosos abusos sexuales a un grupo de niñas de entre 11 y 14 años, que asistían a un comedor comunitario de Pilar, que estaba a su cargo.
Durante el juicio que determinó la condena, se descubrieron antecedentes pedófilos de Sasso, recomendaciones para que no trabajara con niños, y una red de complicidades que involucró a dos sacerdotes acusados de encubrimiento.
A principios de 2015, la policía italiana detuvo en Roma al sacerdote Alessandro De Rossi, acusado de abusos sexuales a menores de edad entre 2008 y 2013, cuando se desempeñaba como párroco en un templo de la arquidiócesis de Salta.
De Rossi, fue acusado por el delito de abuso sexual agravado, aunque no se determinó con exactitud cuántas fueron sus víctimas. Los hechos habrían sido cometidos mientras estaba al frente de la capilla María Mediadora de Todas las Gracias del barrio salteño Islas Malvinas.
Carlos María Gauna fue un sacerdote del Arzobispado de Buenos Aires bajo la supervisión directa del entonces cardenal Jorge Bergoglio. En 2001, fue acusado de delitos de abuso sexual cometido contra dos niñas. Si bien se suponía que el ahora Papa Francisco lo investigaría, sigue ocupando cargos de diácono y capellán de hospital. Bergoglio habría considerado que la denuncia era verosímil, pero optó por degradarlo en vez de separarlo del sacerdocio.
El caso más resonante, sin embargo, fue el señalado en Spotligth de la arquidiócesis de Morón: el del mediático cura Julio César Grassi, que se paseaba por los canales de televisión para pedir recursos a la Fundación Felices los Niños. Grassi fue condenado a 15 años de cárcel por abuso sexual infantil y corrupción de menores.
Foto: Perfil.