por Oliva Taleb, especial para ANALISIS DIGITAL
Su camino la condujo hacia la plaza. Esa plaza, con parientes en todos los pueblos. Algunas más ricas, otras más modestas, todas, jardín de propietarios anónimos. Dueños de un paisaje inesperado, en un banco, que parecía haberlos estado esperando, ignorantes de la gente que iba y venía, una pareja disfrutaba del cambio que impuso agosto. Sin estarlo, se sentían solos. Se pensó a sí misma. No tiene recuerdos de plaza enamorada. Recuerdos de dos. De él y ella. No hay asignatura pendiente en esa ausencia. Si así lo creyera, no dudaría en invitarlo a sentarse como ellos. Están a tiempo. Piensa que es raro no haberlo hecho. Extraño, casi contradictorio, porque ama las plazas,… aún sabiendo que por hermosas que sean, nadie vive, ni vivirá en ellas. La gente no levanta paredes. En las plazas la gente sólo construye, historias. Les reconoce ser el cálido refugio, el punto de partida de la primera cita. La única estrategia: divisarse, disfrutar las distancias que se acortan, y ver paso a paso aclararse, la imagen, la figura de ese “alguien” que se acerca.
Es en las plazas donde los pueblos destacan sus mártires, sus próceres, el detalle de sello distintivo. La estatua que se admira, la estatua que se cuestiona. El busto mutilado. Es también en ellas, donde algunos exponen su reconcentrada soledad. Y han sido, son, y serán sus veredas, las calles donde generaciones de niños han estrenado su “carnet de conducir”, - ¡qué antigüedad!- la licencia… de triciclos, patines, y bicicletas… Es en las plazas donde los bebés descubren que el cielo no es un retazo y que la bandera en el mástil no tiene abanderado. No puede evitarlo. Esa pareja allí, de ninguna manera la distrae. Por el contrario, esa pareja, la ayuda a regresar en el tiempo. A esos recuerdos de otra plaza, con cientos de jóvenes enamorados, sin bancos de plaza, donde se respiraban el amor y la ternura, mientras la pasión se bebía a “fondo blanco”. La plaza donde los abrazos se multiplicaban en cientos, y la alegría iluminaba las miradas cuando caía el sol para encontrarse y no perderse para regresar a casa. Se necesitaban cientos de jóvenes para que la primavera fuera eterna. Universal. Y el lugar de esa gran cita era, esa… plaza.
…Perdón Martina, ¿me hablabas?... Te escucho. No me quedé en silencio. Me quedé escuchando los recuerdos que silenciosa, respetuosamente se hacían presentes. Te explico, sé amiga, que lo entenderás,… esa parejita allí, viviendo su amor, los ha convocado….Agosto, rebelde, anticipó la primavera. Con la intensidad de entonces, lo celebra aquél pasado….