En la revista La Búsqueda (integrante de la red de revistas por la inclusión social en la Argentina -RISA-), un niño de 15 años decía “Desde hoy voy a empezar a contar cosas que suceden en mi barrio, al que quiero mucho, pero en el que a veces suceden cosas que me preocupan mucho porque yo tengo hermanas y amigas, y la verdad es que no me gustaría que les pasara algo.

En el barrio hay adolescentes que han pasado crisis muy duras, a muchas de ellas las han secuestrado para prostituirlas: ellas van caminando por las calles del barrio, a cualquier hora, y desde una camioneta, hombres malos, las agarran y las suben a esa camioneta con vidrios polarizados.

A veces las chicas aparecen, algunas veces vivas y otras muertas.Cuando aparecen vivas son amenazadas para que no digan nada, ni dónde estuvieron ni quién las llevó; algunas de ellas quedan trastornadas y no pueden volver a ser las de antes, sus familias quedan mal y traumadas.

Las chicas aparecen violadas, golpeadas y mareadas, ya no son las de antes... apenas tienen 14, 15 años, ninguna pasa de 16 años y, sin embargo...ya les robaron la niñez. Pero muchas veces, las chicas, tienen que volver a esa vida porque sus familias son amenazadas de muerte si no regresan. Yo no me puedo explicar por qué pasan estas cosas y de quién es la responsabilidad”.

El niño no hablaba desde las bases rusas-norteamericanas instaladas en la cara oculta de la Luna o desde el proyecto Alternativa 3 (Marte), lo hacía desde las entrañas de su barrio (San Lorenzo) y su impotencia.

El poder de policía del Estado, en sus distintas variantes, es infinitamente más numeroso que los grupos dedicados a la variada gama de delitos. Más de una vez, uno se pregunta inevitablemente, sin son parte de la solución o del problema.

Sería sumamente interesante contar con una base de datos, tan exquisita en estadísticas de todo tipo, como las que posee el fútbol en relación a clubes, jugadores, jugadas, árbitros, torneos, pases, cotizaciones y lo que a uno se le ocurra conocer.

Desde mucho tiempo antes que a Bill Clinton se le ocurriera decir: “Es la economía, estúpido”, la inseguridad formaba parte, también, de negocios diversos.

Pero, muy lejos de proponer una visión Malthusiana sobre la problemática, hay que desembarazarse de las concepciones neoliberales diametralmente opuestas a la inclusión social. Es alejándose de la fábrica de exclusión social que el modelo propone y dando posibilidades concretas y reales de desarrollo personal y familiar, desde donde podemos comenzar a solucionar en parte esta problemática. Luego, viene todo lo demás.

Salvo eslabones muy débiles de la cadena, no es en el grupo de excluidos donde se encuentra la génesis del problema. La exclusión social sólo es el caldo de cultivo del que se nutren los mercaderes del negocio, mientras ellos permanecen en las sombras de la exposición mediática de la inseguridad y, la institucionalidad toda, en general, jamás puede con ellos.

Marcelo Sain dijo que “no hay diagnósticos ciertos, sólo lecturas de coyuntura en base a las páginas de los diarios, que la clase política no conoce de qué se trata la estructura institucional ni sus prácticas. No hay estrategias antidelictivas. Hay una gran segregación que generan interacciones fuertemente violentas que no necesariamente están ligadas con la pobreza....”.

Qué decirle a ese niño que con impotencia y valor sale a gritar su dolor largamente contenido, a pesar de su corta edad.

Uno que ya tiene sus años y vio correr tanta agua debajo de los puentes podría contarle el cuento de la buena pipa, si hubiera algún resquicio por donde se pueda colar el sarcasmo, pero resulta que estamos frente a un drama terrible y frente a un niño al que no tenemos derecho de matarle la esperanza.

Parafraseando a Alberto Cortez diríamos: ¿de qué color es la temperatura? / ¿a cuántos grados funde la ternura, la piel? / ¿cómo se miden las eternas dudas? / ¿cómo se cantan las canciones mudas? /¿qué peso tiene la melancolía? / ¿a qué distancia queda la alegría de ser? / ¿por qué la luz que siempre más alumbra, es la que brilla, pero no deslumbra?... Ya ves/cuántas preguntas quedan en el aire/ cuántas respuestas que no sabe nadie...

Tantas instituciones, nacionales, provinciales, municipales, comunales, vecinales, ONGs, eclesiásticas y siguen las firmas; tantos discursos grandilocuentes, tantas poses para la foto y tantos intelectuales, ciudadanos de a pie y demás especimenes del mundo de los adultos, deberíamos poder darte una respuesta, ya que es el mundo que te supimos construir.

Pero no te ilusiones demasiado respecto de las soluciones reales del problema, son temas de larga data y estamos demasiado acostumbrados a vivir como el avestruz.

Seguramente haremos simposios, conferencias, maestrías, postgrados, escribiremos libros y dedicaremos infinidad de horas mediáticas hablando del tema. Habrá seguramente, explicaciones o discursos, videos, editoriales, leyes y programas emblemáticos que parecerán estar en sintonía con las respuestas que vos esperás.

No te distraigas, por favor. Sólo deben responderte de quién es la camioneta de vidrios polarizados que transita con total impunidad por tu barrio secuestrando a niñas de 14 y 15 años, quién la conduce, qué recorrido es el que hace, qué parajes tiene en su tenebroso trayecto, quién los protege, por qué el lugar es zona liberada para su macabro peregrinar, quién financia el operativo, quiénes son los corruptores, quienes los prostituyentes, quiénes comercializan con los cuerpos de esas niñas, quiénes son las personas que tienen amenazadas a las víctimas y sus familias y, de ser posible, decirte que, todos ellos ya se encuentran procesados esperando su condena.

Volviendo a Cortéz, si nada de eso te dicen: “...lo que puedan decir, es puro cuento...”.

Luis Juan Fabrizi.