Como sucedió en todos los juegos Peñarol tuvo un arranque muy efectivo, lo que le permitió rápidamente distanciarse en el marcador. Con Kyle Lamonte y Leonardo Gutiérrez como principales argumentos, el conjunto de Sergio Hernández encontró los caminos como para lastimar seguido.
Atenas se dio cuenta rápidamente que debía mejorar atrás si pretendía tener chances. Es así que la visita empezó a defender con mayor énfasis y tuvo su consecuencia. La visita se hizo fuerte, trabajó con mayor sacrificio y de esta manera cortó el circuito de su oponente, que de a poco perdió sintonía.
Atenas empezó a emparejar el resultado con una gran labor de Gregory Lewis, bien acompañado por Miguel Gerlero. El alero entró desde el banco de los relevos, aportó sacrificio y el vértigo necesario como para cambiar el ritmo. El Griego metió un parcial de 22 a 16 y así se puso en partido. Peñarol se fue al descanso arriba 49 a 48.
La levantada de los cordobeses generó que el encuentro sea parejo y entretenido. Así como Peñarol gozó de la calidad de Leo Gutiérrez, Atenas disfrutó de la noche inspirada de Gregory Lewis. El ex Sionista se puso el equipo al hombro y lo sostuvo con ilusión y expectativas. Anotó seguido en el uno contra uno, tornándose en un gran problema para sus marcadores. Encima, un triple de Bruno Lábaque puso al frente a la visita (61 a 59).
Con la adrenalina en su máxima expresión, el pleito tuvo un final dramático. En dos oportunidades Peñarol se escapó, pero con mucha actitud y con un incontenible Lewis, Atenas siempre corrigió y se puso en juego. A dos minutos para terminar el local ganaba 79 a 77.
Allí apareció Marcos Mata y con cuatro puntos seguidos le dio algo de oxigeno al dueño de casa. No mucho, pero sí suficiente como para estar arriba. Si bien Atenas siempre estuvo ahí, nunca pudo torcer la historia a su favor. Peñarol, bajo presión, cerró mejor con un gran Facundo Campazzo y se quedó con el partido y con el título.