Un llamado anónimo en la tarde del viernes a la redacción de Uno alertó del suceso que se habría producido hace pocos días en la cárcel de la capital entrerriana. El denunciado telefónicamente es un hombre que en su momento produjo una importante conmoción al producirse su condena. En la cárcel de Paraná, el nombre que se investiga es el de una conocida persona que ocupó cargos de importancia en una entidad y que en 2002 fue condenado a la pena de 14 años de prisión por violar a una niña de 12 años.
El abusador admitió ser adicto a la cocaína, por lo que en la cárcel se le inició el tratamiento acorde para recuperarlo de las adiciones, como también superar su inclinación a mantener relaciones sexuales violentas.
Según precisó el titular del Servicio Penitenciario, Horacio Pascual, se está investigando de oficio “el comentario para tratar de corroborarlo o descartarlo”. Asimismo, el director general explicó que “se tomaron todas las medidas necesarias y previstas en un caso de estas características, y para ello es que con el equipo de psicólogos y psiquiatras se trabaja para lograr obtener la información necesaria que la supuesta víctima se niega a confirmar”. Además, Pascual indicó que la tranquilidad en el penal de Paraná no se ha modificado.
Como se trata de un delito de instancia privada, no sólo es necesaria la investigación interna de las autoridades del penal de Paraná, sino también darle a la víctima todas las garantías para que pueda realizar la denuncia pertinente en la Justicia.
El rumor que creció con fuerza dio cuenta de que el condenado por violación durmió a la víctima en el pabellón Nº 3 de buena conducta y luego lo abusó. El supuesto abusado es un hombre de 24 años condenado recientemente por asesinar a su pareja homosexual.
Previo a la supuesta violación, el agresor venía observando un buen comportamiento, por lo que fue derivado del pabellón de violadores al de buena conducta, pero al conocerse el rumor fue devuelto al pabellón del que provenía.
Igualmente, se hizo notar que en privado habría admitido la violación por parte del condenado, la víctima siente miedo partiendo de los conocidos códigos internos de las cárceles donde los “buchones” terminan a la corta o a la larga asesinados. En ese sentido, pese a que se le habrían dado todas las garantías, el hombre no estaría dispuesto a realizar la necesaria acusación formal por temor a represalias.
Finalmente, en la cárcel de Paraná se extremaron las medidas en el pabellón de violadores y en el Nº 3, donde se encuentra el condenado por el homicidio.