Un empleado municipal aseguró que fue baleado por denunciar corrupción en la Dirección de Arquitectura

El hombre calificó de “mafia enquistada dentro de la Municipalidad de Paraná”, tras asegurar que hizo todo lo que pudo para que graves hechos que estarían ocurriendo en la Dirección de Arquitectura se investiguen administrativa y penalmente en forma discreta, y luego de que pusiera en conocimiento a la secretaria de Planificación e Infraestructura de la Municipalidad, Rosario Romero, Godoy decidió hacer pública la denuncia porque el domingo a la mañana fue baleado en un brazo por un “matón a sueldo” que responde al director de la repartición pública.

“Soy empleado municipal y entré a trabajar el año pasado en la Dirección de Arquitectura. Ingresé como fotógrafo y quedé bajo el mando del señor Héctor Aristimuño. Pero poco a poco empecé a ver cosas que no eran de mi agrado, ya que me considero una buena persona y todo esto me llevó a denunciar lo que a mi entender no estaba bien. Lo hice en forma interna, pero terminé haciendo trabajos forzados con una pala. Intentaban que renuncie y finalmente me balearon”, dice y exhibe una copia de la presentación que realizó en los Tribunales, y un muestrario de fotografías tomadas por él mismo con elementos supuestamente hurtados del Municipio con la complicidad del funcionario responsable.
Según relata el denunciante, todo iba bien en su trabajo hasta el día en que comenzó a darse cuenta de que sucedían hechos extraños. “Nunca me gustó la manera en que se trataba a la gente que trabajaba en Arquitectura, pero nunca dije nada. Hasta que empecé a presenciar los robos que se realizaban con conocimiento de la autoridad”, sostuvo Godoy frente al periodismo con la misma seguridad que lo hizo en la Justicia. “Se robaban de todo, entre otras cosas partes de motos, insumos que llegaban para los vehículos de la Dirección y cubiertas nuevas. Además de materiales y muchas otras cosas que eran desviadas a conveniencia de él –por el director–, o eran llevadas a lugares en los que terminaban siendo beneficiados familiares o gente muy allegada a él”.

Al ser consultado sobre si él es el único testigo de estos episodios, Godoy se exalta: “No, no soy el único, los demás también ven y siguen viendo muchas cosas. Lo saben, pero… ¿ves mi brazo izquierdo?... bueno, lo tengo así porque me pegaron un tiro”. En el bíceps izquierdo se ve nítido el orificio del proyectil que le atravesó el brazo de lado a lado. “Menos mal que no te tocó el hueso ni la arteria femoral”, cuenta que le dijeron los médicos que lo atendieron.

La agresión la sufrió el domingo pasado a las 9.30 de la mañana, en calle Hernandarias cuando se disponía a buscar a su hijo. “Pero esto es el corolario de algo que viene de arrastre. Con anterioridad yo ya había realizado denuncias por amenazas y amedrentamiento con exhibición de armas. Ya me habían mandado a ‘aconsejarme’ a alguien que se hace llamar Carlos Retamar, un matón que relacionado con Aristimuño, el director de Arquitectura”, enfatiza.

Frente a la requisitoria periodística, la víctima se muestra resuelto: “No tengo miedo, más de lo que me hicieron qué me van a hacer, ¿matarme?”. Por eso dice que concurrió al Palacio de Tribunales a radicar la denuncia. “Estos hechos están detallados en la exposición que hice en la Fiscalía de turno y que recayó en el Juzgado Nº 4 del doctor Héctor Villarrodona”, precisa. Respecto de los antecedentes y motivaciones de Retamar, su presunto agresor, Godoy no duda en describirlo como a un tipo “pesado” que presta sus servicios en Arquitectura Municipal. “Es un empleado contratado, igual que yo, con una sola diferencia: yo entré ahí para trabajar honestamente y aunque él también va todos los días, lo que hace son trabajos sucios”.

Gravedad. Godoy es de contextura delgada, tiene 1,65 metros de altura, aproximadamente, y no debe pesar más de 60 kilogramos, pero tiene un temperamento resuelto. Cuando se le recuerda que la suya es una acusación muy grave, su determinación es elocuente. “Soy bien consciente de lo que estoy diciendo y sé que es muy serio y estoy comprometiendo a la gente a la que nombro con pleno conocimiento de causa. Me decidí a hacer esta denuncia y no voy a parar, no me importa que me maten”.

Después cuenta que pese al carácter de la imputación que involucra a sus compañeros y a su superior, “pude seguir trabajando con un poco más de tranquilidad gracias a la intervención de la doctora Rosario Romero”. La esposa del intendente José Carlos Halle “no le restó importancia a mis dichos y yo seguí todos los pasos que me indicó”.

Más adelante Godoy lamentó que la Justicia tenga sus tiempos, y le preocupa que se dilaten las medidas de pruebas y la investigación no avance con la premura que debería hacerlo dado el cariz de los acontecimientos descriptos. “Hice la denuncia formal, aporté muchos datos, pero todo esto me trajo más problemas. Mi vida corre peligro”, insistió.

En cuanto a las irregularidades de las que fue testigo, enumera: robos, malos tratos para con los trabajadores de planta y contratados, amenazas, y el intento de asesinato del que fue víctima luego de radicar la denuncia. “Los que comprometí quizá pensaron en eliminarme o hacerme callar, pero se equivocaron, porque ahora sí, tuve que hacerlo público y la voy a seguir hasta las últimas consecuencias”, dijo con la voz firme.
Para Godoy las casualidades no existen. “Estoy hablando de una venganza, de que me mandaron a balear y estoy hablando de un funcionario que está arruinando toda una gestión, estoy hablando de un funcionario que utiliza los camiones municipales para ir hasta una unidad básica radical para hacer disturbios, utiliza a la gente que tiene para hacer de todo tipo de cosas que él quiere. Pero lamentablemente la gente se tiene que callar la boca y cumple sus órdenes por temor a represalias o a perder el trabajo y por miedo, miedo que le pase esto”, dice y por primera vez en toda la entrevista, sus ojos denotan un brillo de inquietud.
“A mí no me mataron este domingo porque tuve toda la suerte del mundo. Yo iba a buscar a mi hijo en calle Hernandarias y de repente aparecieron en una moto… no sé si me estaban siguiendo, pero ya me habían llegado comentarios de que me andaban buscando. Iban dos en esa moto y el que iba de acompañante fue el que me disparó. Mentiría si digo que vi quién era, porque llevaba un casco colocado y no lo pude identificar, pero al que manejaba la moto sí lo identifiqué, era Carlos Retamar, tal como se hace llamar, pese a que es otro su apellido. Además reconocí el vehículo en el que andaban: era la moto particular de él”.

Pedido y apoyo. Godoy dijo haber mantenido un diálogo muy cordial con la doctora Rosario Romero, quien le manifestó “todo el apoyo posible y me otorgó –dentro de sus posibilidades– toda la cobertura, para resguardar mi vida”. El denunciante agregó que la funcionaria “hizo gestiones para que esto se agilice por el lado de la Justicia”, aunque por el momento no parecen haber sido demasiado fructíferas.

En su denuncia formal ante la Fiscalía de turno, Godoy detalló la existencia de robos, incluso admitió haber tenido que obrar casi como cómplice “porque me obligaban a cumplir ciertas órdenes”. Menciona que en una ocasión se desviaron dos cubiertas nuevas para una motoniveladora de Arquitectura, que habían sido pedidas porque accidentalmente se había dañado una en la repartición. “Son cubiertas que valen mucha plata y fueron vendidas para un particular. La plata fue a los bolsillos de este señor y fui yo mismo el que las entregó en manos del comprador”. También reconoció haber presenciado cómo desguazaban motos robadas en la Carpintería de la Dirección de Arquitectura. “Las cubiertas que se mandaron para las unidades 271 y 272 también fueron vendidas. Eran seis cubiertas por camión… eso no debe ser muy difícil de comprobar, porque me imagino que administrativamente debe estar asentada cada entrega y recepción. Si se revisan los vehículos saltará muy fácil todo”.

También contó luego que incluso un equipo de aire acondicionado de la Dirección fue a parar a una casa particular, “como tantas otras cosas”.

Audacia y más denuncias. Godoy vuelve a tomarse el brazo baleado cerca de un tatuaje azul con forma de semicírculo, donde sobresale una herida del tamaño de una moneda de 0,25 centavos sin cicatrizar. “Mirá lo que me pasó por querer ser honesto. Fui el único loco audaz que tomó esta decisión de denunciarlos. No voy a parar, que lo tenga bien claro Aristimuño: ¡Me va a tener que matar porque no pienso parar!”.

Después se tranquiliza, retoma el hilo del relato y cuenta. Al poco rato vuelve sobre lo mismo. “No puedo parar, si me detengo ahora va a ser peor”. No se siente un héroe ni tiene alma de mártir, pero dice que actúa de este modo porque “hay mucha gente sufriendo”. Señala que Aristimuño no sólo están arruinando a los empleados, “están arruinando una gestión en beneficio de unos delincuentes”.

Godoy se expresa con un vocabulario preciso y sin medias tintas. Quiere seguir denunciando a otros funcionarios. De nada sirve recordarle la dimensión y consecuencias de su imputación. Piensa un poco, y da vuelta la frase: “hay otras denuncias. Un ex director, de apellido Ermácora, asentó una exposición en la Comisaría Sexta. Hay un agente municipal de apellido Montero , a quien le tiraron una camioneta encima para pisarlo, también porque estaba en disconformidad con este director. A otro empleado de apellido Nuñez lo golpearon y después lo trasladaron. Por eso a Aristimuño lo apodan el Rompehuesos. He visto empleados ser golpeados y que no han denunciado por miedo. Es una mafia tremenda”.

Pese a la larga lista de acusaciones, sostiene: “Con Aristimuño empecé teniendo una buena relación con él, pero cuando me di cuenta que los beneficios iban para su bolsillo y no para la gente me empecé a abrir y me está costando todo esto. Yo se lo dije cara a cara y me contestó: ‘negro, dejate de romper las pelotas, no seas p…, cortala’. Pero llega un momento en que uno ya no aguanta más. Yo entré a la Municipalidad para ganarme la vida con un trabajo digno, no para robar”, afirmó en declaraciones a El Diario.

Fotógrafo en desgracia. Godoy cuenta que ingresó como en la Dirección de Arquitectura para desempeñarse como fotógrafo, “sin ganar un solo peso y con promesas de un contrato”. Durante varios meses trabajó en negro, hasta que finalmente llegó el anhelado contrato. Pero pronto se convirtió en un testigo peligroso. “Cuando empecé a disgustarme y a ellos no les convenía que anduviera con una cámara me pasaron como chofer de camión, del 272. Por último, cuando vieron que no me podían ‘ablandar’ y los denuncié me pasaron a una cuadrilla para hacer trabajos forzados. A mis compañeros les dieron la orden de que me mataran trabajando para forzarme a renunciar. Eso lo supe por ellos mismos, quienes, por suerte, no cumplieron con el mandato”.

Asegura que todo lo que denunció las autoridades podrían comprobarlo si quisieran, y que lo que más le costaba digerir era ver cómo a la gente carenciada que pedía bloques para reconstruir su casita se los negaban, y después esos materiales iban a parar a la casa de algún pariente”.

Godoy, vuelve al punto de partida: responsabiliza de esas entregas discrecionales a la misma persona que manejaba la moto que llevaba al que le disparó el domingo a la mañana. “Ya me había amenazado y golpeado en la puerta de las oficinas de las cinco esquinas. Yo lo denuncié como el matón que tiene a disposición en Arquitectura Municipal para lograr sus propósitos. Pero ahora me decidí a llegar hasta el final”.

El último párrafo de la denuncia que Godoy firmó lunes 13 de mayo en Tribunales, se lee: “Dejo asentado que hago totalmente responsable a Héctor Hugo Aristimuño, director de Arquitectura de la Municipalidad de Paraná, de lo que pueda sucederle a mi persona o familiar alguno”.

Investigación

La secretaria de Planificación e Infraestructura de la Municipalidad de Paraná, Rosario Romero dijo respecto a la situación: “Es cierto. Este empleado vino a hablar conmigo y yo le pedí que si tenía que denunciar algo con ese tenor, que lo hiciera formalmente, para que además de nuestra investigación interna, nos respaldara una acción penal y creo que así lo hizo”.

“Por cierto que estas cosas no son posibles de resolver inmediatamente y no esperábamos que se hiciera público para poder hacer todos los relevamientos que correspondan”.
Romero admitió haberse preocupado luego de escuchar a Godoy. “Más allá de que todas sus acusaciones tendrán que ser probadas, tomé inmediatamente medidas para preservarlo de cualquier situación violenta que él me manifestaba podía afectarlo en su desempeño laboral. Lo saqué de Arquitectura y lo traje a otra repartición, pero entiendan que para actuar en consecuencia ante semejantes acusaciones tenemos que contar con pruebas, porque estamos hablando de acusaciones muy graves. Nosotros le dimos todo el asesoramiento jurídico y quedamos a la espera de que el fiscal de la causa se expida”.

Finalmente, Romero insistió en que “quisiera que quede en claro que no hay vocación de ocultar absolutamente nada, todo lo que se tenga que investigar se va a investigar”.

(Foto: El Diario)

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